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El dedazo de Pablo Manuel
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Antonio Casado

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El dedazo de Pablo Manuel

No hicieron falta golpes de malvados socialistas para ajusticiar políticamente a Pascual y descubrir los vicios ocultos de una construcción apresurada

Foto: El lider del PSOE, Pedro Sanchez (i), y de Podemos, Pablo Iglesias, en la escena 'El circo de la política', en una de las fallas de Valencia. (EFE)
El lider del PSOE, Pedro Sanchez (i), y de Podemos, Pablo Iglesias, en la escena 'El circo de la política', en una de las fallas de Valencia. (EFE)

Arde Podemos, pero el 'aparato' (sin diferencia con los partidos clásicos, oiga) lo niega o le quita importancia. El líder decreta la abolición de 'facciones' que compitan por el poder y endosa el ruido de muebles a una campaña del PSOE y “alrededores” ('copyright' Errejón) con el propósito de “acabar con la belleza de nuestro proyecto político”, dice Iglesias.

Topamos con el viejo truco del enemigo exterior como elemento de cohesión interior, desde el lobo de Caperucita a la conspiración judeo-masónica. Debidamente actualizado, claro, en relatos tan luminosos como el que hace tan solo una semana declamaba el entonces secretario de Organización y número tres en la escala de mando, Sergio Pascual: “Ya quisieran algunos que no fuéramos una piña, pero cuanto más golpeen, más firme es la pared”.

No hicieron falta golpes de malvados socialistas para ajusticiar políticamente a Pascual y descubrir los vicios ocultos de una construcción apresurada. Simplemente, se ha aplicado la doctrina de Pablo Manuel sobre la lógica del poder. Niega que las ideas sean el elemento más valioso para entender las decisiones de los gobiernos. “Lo que define tener poder político es la fuerza de imponer la propia voluntad”, dice en su libro 'Disputar la democracia' (Ediciones Akal, 2014).

El líder del movimiento chavista-leninista destituyó al citado número tres del partido, después de hacerle culpable de la crisis interna por “una gestión defectuosa” que “ha dañado gravemente a Podemos”. Toma 'autocrítica' de vieja escuela para encubrir el personalismo de la decisión. Eso se hubiera llamado 'centralismo democrático' en los tiempos de su paso por las Juventudes del Partido Comunista. Ahora lo llamamos simplemente 'dedazo', como exclusiva facultad del jefe.

El ordeno y mando en la destitución de Sergio Pascual sería premonitorio de cómo podría manejarse Iglesias al frente de un Gobierno

Quién sabe si un comunista descongelado sigue aplicando lo que aprendió en 'El Estado y la Revolución' (leninismo puro y duro): aunque en política hay que utilizar el ajedrez, la última razón de asalto al poder siempre se encontrará en el boxeo. Entonces, el ordeno y mando en la destitución de Pascual sería premonitorio de cómo podría manejarse Iglesias al frente de un Gobierno. Quién sabe si sigue definiendo el poder que sale de la boca del fusil (poder militar) como el último limite del juego. Si le animamos, nos colocará la referencia de 'Juego de Tronos'. Y acabará poniendo de ejemplo a Allende, que tenía de su parte al pueblo pero no el poder militar. De ahí su fracaso. A diferencia de Chávez, que aprendió la lección y tuvo a los militares (y a Pablo Manuel) de su parte en el golpe de Estado de 2002.

A lo que íbamos. El ruido de muebles en Podemos tiene una lectura amable si lo atribuimos a problemas de crecimiento en una organización construida a toda prisa como plataforma electoral, casi a la americana, no como un partido homogéneo, centralizado y de rasgos ideológicos comunes. A esa interpretación se apunta la portavoz parlamentaria, Carolina Bescansa, que ayer hablaba de problemas “organizativos” y no “políticos”.

Pero es normal que sus adversarios prefieran una lectura más maliciosa. La que está relacionada con el malestar interno por el autoritarismo del líder, la pugna entre errejonistas y pablistas, la posible desconexión de las variantes catalana y gallega, y las dimisiones en cadena de Madrid.

Hasta el socio fundador, Juan Carlos Monedero, denuncia que el partido se ha despegado de las bases y pregona la necesidad de reconstituirse.

Arde Podemos, pero el 'aparato' (sin diferencia con los partidos clásicos, oiga) lo niega o le quita importancia. El líder decreta la abolición de 'facciones' que compitan por el poder y endosa el ruido de muebles a una campaña del PSOE y “alrededores” ('copyright' Errejón) con el propósito de “acabar con la belleza de nuestro proyecto político”, dice Iglesias.