La Fiscalía, a la caza de un filtrador en "la tercera planta" para salvar a García Ortiz
La Abogacía del Estado y el Ministerio Público siembra la duda razonable sobre quién difundió el correo del novio de Ayuso y buscan cargar parte de la culpa a Miguel Ángel Rodríguez
Álvaro García Ortiz, durante el juicio. (Reuters/Mariscal)
La segunda jornada del juicio contra el fiscal general del Estado fue un desfile de estrellas. Circularon por el Tribunal Supremo algunas de las caras más conocidas del caso. Con todos los focos puestos en Miguel Ángel Rodríguez y el novio de Ayuso, en la sala se desarrollaba, sin embargo, una subtrama que da una idea muy clara sobre la estrategia de defensa que lideran, en conjunto, la Abogacía del Estado y la propia Fiscalía, ambas a favor de la inocencia de Álvaro García Ortiz. Su escenario principal es la tercera planta de la sede del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
El edificio se alza a solo unos metros del Tribunal Supremo. Basta cruzar una calle para llegar. Desde las ventanas de su penúltimo piso casi se podría arrojar una piedra que impactara en la fachada del TS. Esa tercera planta alberga distintas dependencias. Se encuentra en ella el despacho de la fiscal superior de la Comunidad de Madrid, Almudena Lastra; el del presidente del TSJ, Celso Rodríguez Padrón, y la pequeña estancia donde trabaja el jefe de prensa del órgano, Íñigo Corral.
Tanto Lastra como Corral han sido considerados desde el inicio testigos hostiles para la defensa de García Ortiz. Se ha evidenciado en los interrogatorios en los que se afanaron, con especial dedicación, tanto la defensa del fiscal general como el Ministerio Público. Una pregunta, aparentemente sin relación con lo sucedido, se coló en ambos casos. Se inquirió, en concreto, si trabajan en despachos situados en la tercera planta. Su respuesta en las dos ocasiones fue afirmativa.
La tercera planta tiene importancia por un solo motivo. La tesis que tratan de esgrimir ambas partes es que existen dudas razonables sobre el origen de la filtración que ha llevado a García Ortiz a sentarse en el banquillo de los acusados. La información que acabó en poder de los medios y el correo en el que el abogado del novio de Ayuso aseguraba que "ciertamente" ha cometido dos delitos fiscales, estuvo en poder de la Fiscalía Superior de Madrid. Al menos de su máxima responsable.
La teoría se dibujó ya en la fase de instrucción en las declaraciones prestadas por periodistas de El País y de la SER. La defensa dual cogió el testigo y fue ya sembrándola en algunos de sus recursos en contra de la instrucción del juez Ángel Hurtado. Mientras los profesionales del diario indicaron que la filtración procedió de la Fiscalía Superior, el redactor de la cadena que desveló primero el contenido del correo con la confesión, afinó más el tiro. Miguel Ángel Campos dijo que estuvo en un despacho de esa tercera planta.
Siguiendo este camino de migas de pan, es fácil llegar a la meta. Lo que trata de que cale el equipo de García Ortiz es que Lastra tenía el arma humeante y tenía un móvil. Conocía los detalles de la conformidad, conocía a periodistas y nunca fue muy amiga de su jefe contra el que sentía una "animadversión" que puede empujarla a tratar de incriminarle. O bien de forma directa o bien a través de su jefe de prensa. La comprobación debería ser fácil dado que las entradas en ese edificio oficial, como sucede en todos, quedan habitualmente registradas.
Como dejó caer la jefa de prensa de la Fiscalía General, Mar Hedo, ante el tribunal, "se filtran muchas cosas en España". Tantas se filtran que otra de las preguntas que se lanzó en la jornada tuvo que ver con el conocimiento previo por parte de los medios, semanas antes de que se oficializara, de que la imputación del fiscal general estaba cantada. "Era voxpopuli", explicó Hedo, que precisó que el afectado lo supo durante la celebración del Día de la Hispanidad del pasado año.
David contra Goliat
Junto con la duda razonable que pone el acento en la tercera planta, la defensa y la Fiscalía se apoyan en que quien apretó en realidad el gatillo de la filtración fue Miguel Ángel Rodríguez, ayudado en su tarea por la propia pareja de Ayuso, que le informó de una parte de las conversaciones de su defensa para perseguir el pacto. Tanto el uno como el otro declararon este martes. Rodríguez dejó caer frases impagables en las que pintó el caso como la pelea de David contra Goliat. Ayuso y su pareja haciendo frente en solitario a todo el aparato del Estado que busca destruirles.
Alberto González Amador, con una imagen muy cambiada que recuerda los primeros momentos de su relación con la presidenta de Madrid, confirmó de muchas formas y muchas veces que casi lo consiguen. "O me voy de España o me suicido", llegó a decir al término de su intervención ante el Tribunal, como broche de cierre a su relato sobre las diversas formas en las que el conocimiento público de su intento de conformidad que aireó García Ortiz (el empresario dixit) le ha destrozado la vida. "No le recomiendo ninguna de las dos cosas", trató de templar el presidente del tribunal tras oírle.
Hubo durante esta segunda sesión también una ventanita que asomó hacia Moncloa. De la mano de Francesc Vallés, comenzó a desplegarse ante el tribunal el efecto que el contenido del correo electrónico tuvo en el círculo más cercano al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.El que fuera jefe de comunicación de Moncloa negó cualquier posibilidad de que el fiscal general recibiera instrucciones por su parte de que remitiera el correo incendiario, dinamita contra Ayuso. "Imposible", dijo tajante.
El problema de la defensa es que, por más distancia que trate de poner entre el fiscal general y la filtración del email, hay algo imposible de negar. García Ortiz ordenó elaborar la nota de prensa que resumía su contenido. Revisó su elaboración, dictó algunas partes y apretó de distintas formas para que se hiciera pública con urgencia. Evidenció así que quería airear su contenido. Contra viento y marea y, ahora seguro que sí, desde la planta noble del Palacio de Fontalba, más conocido como de Fortuny.
La segunda jornada del juicio contra el fiscal general del Estado fue un desfile de estrellas. Circularon por el Tribunal Supremo algunas de las caras más conocidas del caso. Con todos los focos puestos en Miguel Ángel Rodríguez y el novio de Ayuso, en la sala se desarrollaba, sin embargo, una subtrama que da una idea muy clara sobre la estrategia de defensa que lideran, en conjunto, la Abogacía del Estado y la propia Fiscalía, ambas a favor de la inocencia de Álvaro García Ortiz. Su escenario principal es la tercera planta de la sede del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.