Temor al sorpasso de Aliança: crecen en Junts los partidarios de un congreso extraordinario
Un grupo de alcaldes viaja el lunes a Waterloo para pedir a Puigdemont un giro estratégico para frenar a Aliança Catalana, de Silvia Orriols. Surgen las voces para pedir al líder que supere el 1-O y abra el debate para no condenar al partido
Puigdemont, en el octavo aniversario del 1-O. (EFE/David Borrat)
En Junts hay debate interno. No en Waterloo, ni en su núcleo duro, pero en la dirigencia del partido hay "hartazgo" con la estrategia que sigue el partido y las consecuencias que está teniendo tanto en las expectativas electorales del partido como en términos de poder real en la actualidad. La sensación de "derrota" empieza a ser generalizada en un partido que no acaba de encontrar ni su espacio ni su discurso y que sigue abrazado al 2017, según las distintas fuentes consultadas en ese partido.
"Que ocho años después del 1 de octubre, Puigdemont siga anclado y diciendo que hay que obedecer el mandato del 1-O es agotador. ¿Pero de qué mandato está hablando? Claro que no hay que pedir perdón por aquello, y a Puigdemont hay que reconocerle lo que hizo, pero seguir con eso ocho años después nos impide rehacernos y ser competitivos", explican a El Confidencial antes de poner sobre la mesa la posibilidad de que antes de las elecciones municipales de 2027 se celebre un congreso extraordinario del partido, no tanto para cambiar al líder como la estrategia política. "No se trata de cuestionar el liderazgo de Puigdemont, sino de dar un giro en la estrategia política", subrayan, conscientes de que Puigdemont arrasó en el congreso de Junts celebrado en octubre de 2024.
Puigdemont no vive aislado, más bien al contrario: está al detalle de lo que sucede en su partido y en la política catalana y nacional. Todo está bien atado con Jordi Turull llevando las riendas del partido desde la Secretaría General y Míriam Nogueras creciendo en un papel político nada fácil en Madrid desde la portavocía en el Congreso. Pero más allá del núcleo duro, en Junts hay un debate interno intenso que pone en duda la estrategia diseñada por Puigdemont para este ciclo electoral, tanto en Cataluña (ayuntamientos, diputaciones y Generalitat), como en Madrid y los famosos siete votos.
En el partido del expresidente catalán prófugo hay un temor a que se siga acentuando la tendencia demoscópica a la baja que se está observando en los últimos meses y ya ha aparecido una palabra que se empieza a escuchar a menudo en los círculos exconvergentes: sorpasso. El de Aliança Catalana a Junts, claro. En este momento, el partido de Puigdemont cuenta con 35 escaños en el Parlament. La última encuesta de La Vanguardia le otorgó en septiembre 21, frente a los 19 de Aliança. Dos meses antes, el CIS catalán le daba 28-30. La tendencia es, por tanto, clara.
En este contexto, alcaldes de Junts encabezados por el de San Cugat del Vallès, Josep Maria Vallès, viajan el lunes a Waterloo para reunirse con Puigdemont. Ellos son los que mejor representan el poder real en Junts y no son pocos: un total de 334, que representan más de una tercera parte de los consistorios catalanes, si bien la mayoría son de localidades pequeñas. Su problema es que son ellos los que tienen que dar la cara ante el ciudadano y la estrategia dictada desde Waterloo no le pone las cosas fáciles. "Los mensajes octubristas no pueden ser el centro de nuestro discurso político", lamentan.
"El PNV lo hace muy bien"
Tras las elecciones del 23 de julio, Puigdemont impuso sus condiciones: la amnistía y el catalán en Europa, y ahí sigue instalado sin una cosa ni la otra, a pesar de que el Gobierno ha hecho todo lo posible. Sin embargo, en aquel momento Puigdemont hizo caso omiso de quienes en su entorno le dijeron que el tema lingüístico ni era posible ni era necesario, y que sería más útil poner el foco en una mejor financiación para Cataluña y adquirir más poder real: lo que había que pedir a cambio de los siete votos debían ser cosas que dependiesen exclusivamente del Consejo de Ministros. “Eso el PNV lo hace muy bien, mucho mejor que nosotros”, lamenta un dirigente crítico con la estrategia de Waterloo. Pero Puigdemont se mantuvo en sus trece y, tres años después, la amnistía sigue sin aplicársele, Junts apenas tiene poder político real y las encuestas están adquiriendo tintes dramáticos, tanto en Cataluña como en el conjunto de España.
Ante la evidencia de que las cosas no le van bien a Junts surge otro motivo de queja: "Tenemos que utilizar más el castellano, porque hablar solo en catalán nos impide llegar a muchos colectivos, especialmente de inmigrantes". Este argumento parecía inverosímil hasta hace poco tiempo, dado que la lengua es la principal bandera del independentismo, como así lo demuestra también el uso que de ella hace Salvador Illa que, como presidente de la Generalitat, ha puesto el catalán en el centro. "Hay un cambio absoluto de tercio: el tema nacionalista está liquidado, no tiene futuro absolutamente para nada, y lo que se vive ahora es un debate migratorio muy importante. En según qué zonas de Barcelona ya no hay atención en catalán en hoteles y restaurantes: el Eixample, el casco antiguo, en Badalona, Santa Coloma, L`Hospitalet...".
Por todo ello, el "hastío" hacia la estrategia de Puigdemont es generalizado y creciente, pero nadie se posiciona públicamente. Sólo Jaume Giró ha dado un paso a un lado al entregar el acta de diputado en el Parlament y abandonar la Ejecutiva del partido, aunque sin renunciar a la militancia. "Las orientaciones actuales del partido no coinciden con mi manera de entender la política que conviene al país”, dijo en una carta a la que ha seguido un discreto silencio que impide conocer con certeza sus verdaderas intenciones.
Este es el contexto en el que Junts mantiene abiertas las negociaciones con el Gobierno, que no van por buen camino pero nadie se atreve a dar por muertas. Los próximos hitos serán la decisión que el próximo 13 de noviembre tome el abogado general de la Unión Europea sobre el juicio que se siguió en el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) sobre las cuestiones prejudiciales planteadas por varios tribunales españoles sobre la ley de Amnistía; y la decisión del Tribunal Constitucional sobre los recursos de amparo presentados por Puigdemont y otros sobre la decisión del Tribunal Supremo de no aplicar la citada ley en lo relativo al delito de malversación.
En Junts hay debate interno. No en Waterloo, ni en su núcleo duro, pero en la dirigencia del partido hay "hartazgo" con la estrategia que sigue el partido y las consecuencias que está teniendo tanto en las expectativas electorales del partido como en términos de poder real en la actualidad. La sensación de "derrota" empieza a ser generalizada en un partido que no acaba de encontrar ni su espacio ni su discurso y que sigue abrazado al 2017, según las distintas fuentes consultadas en ese partido.