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El pueblo lleno de patios y conventos que es perfecto para visitar en octubre
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El pueblo lleno de patios y conventos que es perfecto para visitar en octubre

Conocida como la Sevilla Chica, despliega en octubre todo su encanto: el de un lugar donde la historia, la arquitectura y la buena mesa se entrelazan bajo la luz dorada

Foto: Zafra
Zafra

A medio camino entre Mérida y Sevilla, en pleno corazón de la Baja Extremadura, se encuentra Zafra, una joya monumental conocida como la Sevilla Chica por su parecido con la capital andaluza. Su entramado de calles blancas, patios escondidos y conventos centenarios la convierten en uno de los destinos más encantadores para descubrir en octubre, cuando el calor amaina y las plazas vuelven a llenarse de vida.

El origen de Zafra se remonta al siglo XIV, cuando los Duques de Feria levantaron su imponente Alcázar, una mezcla de fortaleza defensiva y palacio renacentista. Hoy, ese edificio alberga el Parador Nacional, uno de los más bellos del país, con un patio interior de mármol blanco que invita a detenerse en el tiempo. Pasear por su entorno es un viaje por siglos de historia: las murallas, las puertas como el Arco de Jerez o el Arco del Cubo, y las casas solariegas con balcones de forja relucen especialmente bajo la luz suave del otoño.

Zafra fue un enclave comercial de primer orden, con una comunidad judía próspera y una actividad mercantil que se concentraba bajo los soportales de sus dos plazas más emblemáticas: la Plaza Chica y la Plaza Grande. En la primera aún se conserva la “vara de Zafra”, una medida de piedra utilizada por los comerciantes para garantizar la honestidad en las ventas, símbolo del espíritu emprendedor que marcó a la ciudad.

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Zafra (iStock)

Las calles estrechas del casco histórico, como la calle Sevilla o la calle Jerez, están repletas de pequeños tesoros arquitectónicos. En ellas se esconde la Casa Grande de los Daza Maldonado, con un patio renacentista y una escalera monumental, o la Casa del Ajimez, una muestra perfecta del arte mudéjar. Pero si hay un lugar que resume el encanto de Zafra, ese es el Convento de Santa Clara, hoy convertido en museo. En su interior, las monjas clarisas aún elaboran dulces tradicionales, mientras las visitas permiten recorrer su iglesia, sacristía y claustros que datan de los siglos XV al XVII.

Este conjunto de conventos, patios floridos y fachadas encaladas convierte a Zafra en una de las localidades más fotogénicas de Extremadura. Octubre, con sus días templados y sus tardes doradas, es el momento ideal para perderse sin prisa entre sus calles y disfrutar del ambiente de sus terrazas.

Una joya gastronómica reconocida por la Guía Michelin

Además de su riqueza monumental, Zafra presume de una oferta gastronómica sobresaliente. La Guía Michelin la ha incluido entre los rincones españoles con “cocina de altura en la Baja Extremadura”. Entre sus restaurantes destacan Acebuche, dirigido por los chefs Carmen Peláez y Javier Gassibe, donde se fusiona la tradición extremeña con la cocina argentina; y La Rebotica, que reinterpreta los sabores clásicos de la región con productos locales como el cordero o el bacalao.

Comer en cualquiera de ellos es parte esencial del viaje. Las carnes de Retinto, los quesos curados y los vinos de la Ribera del Guadiana completan una experiencia que combina lo mejor del patrimonio y la mesa extremeña.

A medio camino entre Mérida y Sevilla, en pleno corazón de la Baja Extremadura, se encuentra Zafra, una joya monumental conocida como la Sevilla Chica por su parecido con la capital andaluza. Su entramado de calles blancas, patios escondidos y conventos centenarios la convierten en uno de los destinos más encantadores para descubrir en octubre, cuando el calor amaina y las plazas vuelven a llenarse de vida.

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