Albares vuelve a la carga con el catalán en la UE tras referirse a las misiones españolas en el Este
Al día siguiente del boicot a la Vuelta, el ministro español de Asuntos Exteriores insistió a los embajadores de los 27 en que España debe tratar igual a Rusia y a Israel
El ministro Albares, con los embajadores de la UE.
Después de dos intentos fallidos antes del verano, el Gobierno de España vuelve a la carga con su intento de que la Unión Europea reconozca la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en las instituciones comunitarias. Así se lo ha explicitado el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a los embajadores en Madrid de los 27 países miembros en un encuentro posterior a las vacaciones. Como ya hiciera en ocasiones anteriores, el titular de Exteriores volvió a hacer referencia explícita a las misiones españolas en el exterior, un asunto que en su momento generó mucho malestar, especialmente en los países que comparten frontera con Rusia.
El encuentro con el ministro se celebró en Madrid organizado por la Presidencia danesa de la Unión Europea, que concluye a final de año, y en él participaron los embajadores de todos los países miembros. Según ha podido saber El Confidencial, inicialmente estaba previsto para el lunes 8 de septiembre, pero se retrasó siete días, por lo que coincidió con un encuentro de interés internacional, también en Madrid: la cita entre el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, en plena batalla arancelaria. Esta reunión se celebró en la sede del Ministerio, en el palacio de Viana. En redes sociales, Albares se limitó a comunicar que el evento se había celebrado: "He mantenido un encuentro con embajadores de países UE bajo presidencia danesa. España impulsa una Europa fuerte y unida que defienda el bienestar de los europeos, la paz y los derechos humanos".
Los encuentros con los embajadores siempre comienzan con una breve alocución del ministro sobre los asuntos de actualidad, que esa mañana venían candentes en los ámbitos internacional, político, social e, incluso, deportivo. El ministro comenzó refiriéndose a la cita entre Estados Unidos y China, que puso como ejemplo de la solidez de España en el panorama internacional, así como de la confianza que Madrid ofrece a ambos países. También explicó que él y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, se reunieron tanto con Bessent como con He Lifeng.
La víspera de este encuentro tuvo lugar el boicot a la Vuelta a España con motivo de la guerra de Gaza, que alcanzó las portadas de los grandes medios de comunicación generalistas internacionales, especialmente europeos. El ministro explicó que la postura respecto a Gaza debe ser la misma que respecto a Ucrania. En su opinión, si la comunidad internacional, o en concreto la Unión Europea, trata de un modo distinto a Israel que como trató a Rusia, perderá credibilidad.
El asunto del catalán
El último asunto que abordó tiene que ver con las lenguas españolas. Explicó que España es un país plurinlingüe y aseguró que el Gobierno no va a abandonar su intención de seguir intentando su reconocimiento en la Administración comunitaria. En este sentido, y sin establecer un vínculo directo, se refirió a que España se sitúa en la defensa de los valores europeos, tanto en términos políticos como con la presencia de tropas en varios países para defender la soberanía europea. El Ministerio de Asuntos Exteriores admite la celebración de este encuentro con los embajadores extranjeros, pero asegura que es "rotundamente falso" que el ministro "haya ligado en esa reunión o en ningún otro momento la oficialidad de las lenguas españolas en Europa con las misiones en el Este". "Es falso el intento de vincular ese asunto con el apoyo del Gobierno a la oficialidad de las lenguas españolas en la UE", añaden.
Como ha explicado este periódico, son diversos los motivos por los que esta iniciativa, que requiere de unanimidad en el Consejo de la UE, salga adelante. En primer lugar por la oportunidad, en un momento en el que la Unión está sometida a gran presión en materia de defensa, seguridad o competitividad, así como por los equilibrios internos como consecuencia de la fragmentación. Igualmente, hay argumentos políticos, jurídicos, históricos, económicos y lingüísticos que complican la operación, que, como todo el mundo sabe en Europa, no es un compromiso electoral del Gobierno de España sino una necesidad parlamentaria como consecuencia de su fragilidad.
En este sentido, Albares arremetió contra quienes argumentan que para reconocer la cooficialidad de las tres lenguas cooficiales españolas hay que cambiar el Tratado de la Unión, porque en su opinión no tienen razón. Es más, acusó al PP de estar haciendo lobby en Europa y acusó a los gobiernos que se oponen, la mayoría de signo conservador, de posicionarse con el interés partidista y no con los valores de la UE. De los 27 embajadores, ninguno se interesó por el asunto, si bien este periódico ha podido constatar de nuevo el malestar con la cuestión: "Además de la inoportunidad, no se ha aclarado quién se va a hacer cargo económicamente después del 27", asegura uno de ellos, sabedor de que el cálculo es de 132 millones de euros al año.
Una semana después, los días 20 y 21 de septiembre, los embajadores fueron de viaje al País Vasco, donde mantuvieron un encuentro con el lehendakari Pradales, que también les pidió ayuda para impulsar el uso del euskera, aunque según las fuentes consultadas por este periódico, en un tono mucho más amistoso. Tres días después de ese encuentro, el canciller alemán, Friedrich Merz, visitó el palacio de la Moncloa. Sorprendentemente, este fue uno de los asuntos que el presidente del Gobierno le puso sobre la mesa, a lo que Merz respondió que Alemania bloqueará esta petición española, al menos hasta que la inteligencia artificial (IA) abarate el gasto de traductores en Bruselas.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ya ha llevado este asunto dos veces al Consejo de Asuntos Generales de la UE, que reúne a los ministros y secretarios de Estado de Asuntos Europeos, y en ambas ocasiones tuvo que retirarla antes de votar. El 28 de mayo, fue la oposición de Alemania, Francia e Italia, además de la de Finlandia antes de la reunión, quien frenó la ofensiva diplomática española.
Por otra parte, el ministro ha iniciado un nuevo viaje oficial a China con el fin de profundizar en las relaciones entre ambos países. Este miércoles se reunió en Hangzhou con su homólogo, Wang Yi, para abordar las relaciones bilaterales, incluyendo las económicas, culturales y educativas. "Hemos acordado seguir desarrollando una agenda positiva entre nuestros dos países", ha publicado en redes: "Las empresas españolas son referentes de innovación y excelencia en el mundo. La política exterior de España está con ellas".
No hay duda de que las relaciones de España con China son una excepción en la Unión Europea y, como demuestra el nuevo viaje del Gobierno, la Moncloa está decidida a profundizar en el vínculo chino en un escenario geopolítico y comercial complejo. En este contexto, tal y como contó este periódico, desde la Comisión Europea —que tiene competencias exclusivas en la estrategia comercial— tienen claro que hay que repensar las relaciones entre la UE y el gigante asiático: "Es necesario ser mucho más inteligentes en la relación con China", dijo a El ConfidencialStéphane Séjourné, vicepresidente ejecutivo de Prosperidad y Estrategia Industrial de la Comisión Europea, uno de los hombres fuertes de la presidenta Ursula von der Leyen a pesar de que no es del PP europeo, sino de los liberales de Renew.
Después de dos intentos fallidos antes del verano, el Gobierno de España vuelve a la carga con su intento de que la Unión Europea reconozca la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en las instituciones comunitarias. Así se lo ha explicitado el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a los embajadores en Madrid de los 27 países miembros en un encuentro posterior a las vacaciones. Como ya hiciera en ocasiones anteriores, el titular de Exteriores volvió a hacer referencia explícita a las misiones españolas en el exterior, un asunto que en su momento generó mucho malestar, especialmente en los países que comparten frontera con Rusia.