A orillas del Guadiana, la ciudad de Mérida parece desdoblarse al compás de sus piedras milenarias: aquella Augusta Emerita que los romanos fundaron hace más de dos milenios convive hoy con una urbe viva, llena de propuestas culturales, restauraciones y visitantes deseosos de atravesar el tiempo caminando por sus calles.
Quizás el rasgo más impactante de Mérida es el Puente Romano, considerado el más largo de España: casi 800 metros que cruzan el río Guadiana y una altura máxima que llega a los 12 metros. Cada sillar de esa obra colosal sigue contando la historia de ingenieros romanos que sabían alzar estructuras para perdurar.
Muy cerca de allí, el Teatro y el Anfiteatro siguen siendo escenario de vida cultural. No se trata de ruinas silentes: el teatro, construido en torno al año 15 a. C., encabeza la 71.ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico, con obras como Memorias de Adriano, Edipo Rey o Cleopatra enamorada, entre otras.
El anfiteatro, por su parte, con su forma elíptica (126 × 102 metros en su eje principal), mantiene su carácter monumental y su capacidad original de miles de espectadores en la memoria colectiva.
El teatro romano de Mérida (iStock)
No menos destacable es el Acueducto de los Milagros, con sus 73 pilares supervivientes, que surtía de agua al noroeste de la ciudad y sigue despertando admiración por su resistencia y elegancia arquitectónica. Asimismo, el acueducto de San Lázaro, con sus arcos y canales de plomo y cerámica, da testimonio del entramado hidráulico que abastecía a la ciudad antigua.
Este pasado septiembre, Mérida lanzó la VIII edición de la Noche del Patrimonio, con más de 70 actividades gratuitas que abarcaron música, danza, talleres, recreaciones históricas y visitas nocturnas en los monumentos. Como novedad, se incorporó la presa romana de Proserpina como escenario para actividades al aire libre. Los museos emeritenses también se sumaron al programa, entre ellos el Museo Nacional de Arte Romano (MNAR).
Acueducto de Mérida (Archivo)
El esfuerzo cultural y patrimonial está dando frutos: durante el último verano, los monumentos gestionados por el Consorcio registraron 135.207 visitantes, un 5 % más que en el mismo periodo del año anterior.
Mérida se presenta así como un rincón —o más bien un mosaico viviente— donde el arte y la cultura dialogan con el pasado, y donde el legado romano no es un museo cerrado, sino una ciudad abierta que invita a caminar sus piedras, a ver sus monumentos con ojos contemporáneos y a dejarse sorprender por lo que aún aguanta, resiste y actúa como escenario para la vida moderna.
A orillas del Guadiana, la ciudad de Mérida parece desdoblarse al compás de sus piedras milenarias: aquella Augusta Emerita que los romanos fundaron hace más de dos milenios convive hoy con una urbe viva, llena de propuestas culturales, restauraciones y visitantes deseosos de atravesar el tiempo caminando por sus calles.