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El aplaudido monólogo de Alsina hoy sobre Israel: "Ni Europa ni España tienen papel alguno en la negociación"
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El aplaudido monólogo de Alsina hoy sobre Israel: "Ni Europa ni España tienen papel alguno en la negociación"

Reflexionó sobre el frágil alto el fuego, la falta de liderazgo europeo en el proceso de paz y el valor de la perseverancia

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Carlos Alsina ha vuelto a demostrar por qué sus monólogos en Onda Cero se han convertido en uno de los espacios más seguidos y comentados del panorama mediático. Su intervención de hoy sobre el conflicto entre Israel y Hamás ha sido ampliamente aplaudida por su tono reflexivo, su mirada crítica hacia la política exterior europea y su capacidad para transformar la actualidad internacional en un relato profundamente humano.

El periodista comenzó su pieza con una imagen poderosa: una niña de seis años pregunta a su padre cómo sabrán que las bombas han dejado de caer, y él responde que lo sabrán cuando se oigan los ruegos de las madres que piden que nunca vuelvan a caer. Con ese inicio, Alsina no solo sitúa al oyente en el epicentro del drama, sino que introduce su tesis: la paz, en Oriente Próximo, no llega con los comunicados ni con los titulares, sino con la perseverancia y el trabajo silencioso de quienes apuestan por detener la espiral de odio.

A partir de ahí, el locutor subrayó que el alto el fuego anunciado es apenas “una parada, un paréntesis”, no un punto final. Recalcó que la verdadera batalla comienza ahora: la de evitar que el fuego vuelva a encenderse. Con su habitual tono templado, Alsina advirtió que el éxito de este proceso dependerá de la constancia, el talento y la voluntad de las partes implicadas, y que el reto será lograr que los palestinos que hoy sobreviven sigan vivos la próxima semana, el próximo mes y el próximo año. “El fruto de este acuerdo —dijo— debe crecer hasta convertirse en un proceso de paz que merezca tal nombre”. En su reflexión, también recuperó un breve cuento de Jodorowsky sobre una gota de agua que se lanza al océano para no evaporarse, metáfora que utilizó para ilustrar que solo con la unión de muchos esfuerzos aislados puede nacer una paz duradera.

Uno de los fragmentos más destacados del monólogo fue el análisis sobre el papel —o la ausencia de él— de Europa y España en la actual negociación. “Ni Europa ni España tienen papel alguno en la negociación que empezó esta semana en Egipto”, sentenció Alsina, señalando que mientras Bruselas y Madrid celebran el alto el fuego, son meras espectadoras de un proceso que están conduciendo otros. Recordó que España ha sido protagonista en el reconocimiento del Estado palestino y en la condena a Netanyahu, pero no ha estado presente en la “labor de siembra” que ha permitido que Hamás e Israel se sentaran a hablar. Para Alsina, el contraste entre la retórica diplomática y la acción real deja en evidencia que el peso internacional de España es más simbólico que efectivo.

El comunicador también destacó la paradoja de algunos sectores occidentales que, tras meses de movilizaciones por Gaza, ahora no celebran el alto el fuego. Citando al profesor Santiago Gerchunof, Alsina explicó que “mientras los palestinos sienten alivio, quienes los han defendido solo sienten desconfianza”, como si la paz temporal desactivara su causa. Con esta observación, el periodista reivindicó la importancia de la perseverancia, no solo en los gobiernos y mediadores, sino también en la sociedad civil: mantener el compromiso con la paz incluso cuando el ruido de las bombas cesa.

En la parte final de su intervención, Alsina amplió su crítica al ámbito nacional, mencionando el papel de la portavoz Mínguez y recordando la figura de su predecesora Esther Peña, para subrayar que la política española, en muchos casos, actúa más por consignas que por convicciones. Con ironía, remató que si algunos portavoces “no saben ni cómo se cobra ahora, como para saber quiénes, cuánto y por qué cobraron hace seis años”, marcando así un paralelismo entre la falta de transparencia interna y la impotencia exterior.

El monólogo de Alsina ha sido elogiado por su tono sereno y su capacidad para conectar la tragedia humanitaria con la reflexión política. En un momento en que Europa intenta redefinir su papel en el conflicto de Oriente Próximo, sus palabras resuenan como un recordatorio incómodo: las declaraciones y los reconocimientos simbólicos no bastan para construir la paz. Hace falta constancia, diplomacia y, sobre todo, compromiso real.

Carlos Alsina ha vuelto a demostrar por qué sus monólogos en Onda Cero se han convertido en uno de los espacios más seguidos y comentados del panorama mediático. Su intervención de hoy sobre el conflicto entre Israel y Hamás ha sido ampliamente aplaudida por su tono reflexivo, su mirada crítica hacia la política exterior europea y su capacidad para transformar la actualidad internacional en un relato profundamente humano.

Carlos Alsina
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