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"Olvidad las amenazas clásicas. La defensa se dirimirá en el juego de las IA adversarias"
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entrevista con Enrique Ávila

"Olvidad las amenazas clásicas. La defensa se dirimirá en el juego de las IA adversarias"

Tras casi dos décadas trabajando para que la Guardia Civil esté a la vanguardia tecnológica, Enrique Ávila asume ahora la misión de analizar las oportunidades, riesgos y desafíos que plantea la inteligencia artificial para la defensa nacional

Foto: Una mujer prueba unas gafas de realidad virtual en un congreso de seguridad en Colombia. (EFE/Luis Eduardo Noriega A.)
Una mujer prueba unas gafas de realidad virtual en un congreso de seguridad en Colombia. (EFE/Luis Eduardo Noriega A.)
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Para conversar con Enrique Ávila hay que dejar el móvil en una caja de seguridad y pasar por varios controles acompañado, en todo momento, por un uniformado. Desde que fue nombrado hace dos meses director del recién creado Centro de Referencia de Inteligencia Artificial del Estado Mayor de la Defensa, opera desde la base militar de Retamares, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde se concentran los principales estamentos de la defensa nacional, incluyendo el Mando Conjunto del Ciberespacio al que pertenece su grupo de trabajo.

Ávila, pionero y docente de la ciberseguridad y los desafíos tecnológicos, venía de dirigir el Centro de Análisis y Prospectiva de la Guardia Civil, cuerpo para el que trabajó casi 20 años. Ahora es la persona de referencia para la inteligencia artificial en el llamado Pentágono español en "pleno cambio de paradigma en todo lo que nos rodea". Allí nos atiende durante una hora en una aséptica sala de reuniones sin vistas en su primera entrevista tras asumir el cargo.

PREGUNTA. ¿Por qué se crea ahora este Centro de Referencia de Inteligencia Artificial (CRIA) para la defensa española?

RESPUESTA. Estamos siendo testigos de un cambio de paradigma en todo lo que nos rodea. Y ese todo confluye en la tecnología. Nuestra estructura social, nuestros servicios básicos, las infraestructuras físicas que nos permiten llevar nuestra cómoda y ordenada vida, dependen de una correcta gestión de la logística. Esta se apoya en una sensorización continua y extrema y, sobre todo, en procesos de toma de decisión caracterizados por su inmediatez.

En defensa ocurre algo parecido. Hemos sido testigos de cómo ha cambiado el paradigma, si nos fijamos en los conflictos que nos rodean. La tecnología es estructural a todo el sector y los procesos de toma de decisión han de verse apoyados por la inteligencia artificial para tener impacto en los intervalos temporales en que nos movemos. Sin duda, conocer en profundidad esta tecnología, pensar en sus casos de uso en materia de defensa y ser capaces de adaptarnos a las exigencias de la geopolítica actual respaldan la necesidad de disponer de estructuras que se ocupen de esta misión.

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P. ¿Y cuáles son los objetivos estratégicos de esa misión? ¿Qué se aspira a lograr?

R. El CRIA opera a nivel del Estado Mayor de la Defensa y su misión es ofrecer herramientas al decisor estratégico para que tome las mejores decisiones en los tiempos más cortos. A la vez, ha de ser inductor de generación de conocimiento en este sector. Uno de los mandatos del CRIA es detectar tecnologías y posibles casos de uso de interés para la defensa, de tal manera que, apoyados en procesos de vigilancia tecnológica y de análisis de inteligencia, podamos, de alguna manera, anticiparnos en la generación de servicios de uso en el sector. Tanto desde el punto de vista interno (hacia el propio Ministerio de Defensa) como hacia el exterior (a nivel de alianzas internacionales de las que formamos parte).

Por último, tenemos la misión de impulsar un ecosistema investigador y productivo de productos y servicios de IA de aplicación en Defensa. Para ello, hemos de mantener contacto con el tejido universitario español y con su ecosistema privado de producción de servicios que pudieran ser de valor para Defensa. Recordemos que muchos de estos productos y servicios han de considerarse como "tecnología de doble uso" (civil y militar) y así deben ser tratados.

P. ¿Y después de esta tarea de análisis y prospectiva, cuál sería el siguiente paso?

R. En nuestro Centro somos más partidarios de hacer y aprender de los fracasos que de decir qué vamos a hacer o qué vamos a intentar hacer. Esa actitud, al final, no genera externalidades positivas de ningún tipo. Aunque un proyecto resulte un fracaso, ese fracaso siempre ayudará a extraer conocimiento y experiencias valiosas. Las presentaciones de PowerPoint, por muy bonitas que sean, no generan valor si no se traspasan al nivel táctico u operativo después. Desde luego, no es mi idea dedicarme a hacer presentaciones. Ya estamos trabajando en proyectos sencillos, pero de alto valor añadido que, esperamos, mejoren la eficiencia en determinados procesos de toma de decisión, tanto en los tiempos involucrados como en la precisión de los resultados obtenidos.

P. ¿Qué tipo de resultados quieren conseguir?

R. Resultados que puedan medirse. Mi experiencia profesional de más de 30 años en procesos de digitalización en grandes Instituciones me ha enseñado que llegar demasiado pronto con una tecnología o no trabajar los "puntos de resistencia al cambio" con anterioridad al despliegue de una determinada tecnología son el camino más seguro al fracaso. Evaluar la madurez, detectar casos sencillos, pero de alto valor, son los objetivos que hemos de conseguir en estas primeras acciones. Estos despliegues rápidos, de alto valor para los que conocen el negocio, han de ser nuestro objetivo primario y la herramienta para aprender a desplegar casos mucho más complejos y especializados. Esto no va de IA generativa, es muchísimo más complejo.

P. ¿Y cuál es el principal desafío en esta misión?

R. Sin duda, determinar los casos de uso antedichos y disponer de los recursos adecuados para dar respuesta a sus requerimientos. Recursos económicos, sin duda, pero también recursos de talento. El talento en esta área de conocimiento es escaso y caro. Con rotaciones muy altas. Todo ello induce riesgos que aumentan la posibilidad de fracaso. No hay más que echar un vistazo a cierto informe de MIT que se ha hecho viral en las últimas semanas y que no deja muy bien a la industria en cuanto a la tasa de éxito de los proyectos que se están desplegando. La música siempre suena excelente, pero después, hay que bailar en el barro.

P. ¿Cómo está Europa en materia de defensa con inteligencia artificial con respecto a las grandes potencias?

R. Pues bastante a la cola en comparación con otros estados de potencia comparable a la de la UE en su conjunto. A ver si lo entendemos. Esto va de mucha fuerza bruta. Recursos económicos y acceso a tecnologías punteras que ni se producen en Europa, ni tienen patentes europeas. Por supuesto, también va de talento de primer nivel que, ahí sí, aunque lo hemos tenido en origen, lo hemos perdido en un mercado en el que hay que competir con mejores armas. Y todo ello si nos referimos a nuestra área geopolítica. Si hablamos de otras zonas, el problema es mucho más complejo e introduce elementos de geopolítica, estructura social, capacidad de planificación a largo plazo, filosofía, ciencia, demografía…

P. Entonces, invertir más dinero no estrechará necesariamente la brecha tecnológica.

R. La fuerza bruta en inversión, sin duda, es necesaria, pero desde luego, no es suficiente. Esta es una carrera de largo recorrido, aunque parezca ofrecer hitos inmediatos. Y conecta con equilibrios geopolíticos de poder y de influencia en el largo plazo. Solo la fuerza bruta no basta. Ha de ir acompañada de políticas de detección y retención de talento, de atracción de ese mismo talento, de generación de ecosistemas estables, fuertes y con capacidad para competir en un mundo que parece deslizarse hacia la inestabilidad… ¿Alguien recuerda que, durante los años 90 y principios de 2000, España tuvo una fábrica de semiconductores en Tres Cantos?

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P. Y en este contexto, ¿cómo queda España?

R. En España estamos trabajando muy duro en un proceso complejo de adaptación al nuevo escenario. Más aún en Defensa. Nuestras universidades forman cohorte tras cohorte de estudiantado de altísimo nivel que, con poca o nula oportunidad de quedarse en España para desarrollar un plan de vida acorde con esa formación, terminan siendo parte de otros ecosistemas de altísimo valor añadido.

No es el caso de nuestro sistema económico, apoyado en un sector de bajo valor añadido, muy dependiente de flujos internacionales de personas. Esa debilidad podría usarse para la atracción de talento especializado, basándonos en una calidad de vida, unas infraestructuras y un clima que, aún, podrían generarnos beneficios en la atracción de talento. Nos exigiría renuncias en el corto plazo, pero es muy posible, incluso probable, que en el medio y largo plazo hubiera más externalidades positivas que negativas si apostamos por un cambio, al menos parcial, de modelo.

Países con peores condiciones económicas y demográficas de nuestro entorno han conseguido impulsar un ecosistema productivo de alto valor añadido. En nuestro caso, se centraría en el aprovisionamiento de servicios de IA que permitirían apostar por un desarrollo pleno e integral de una industria de IA en Defensa plenamente integrada en el ecosistema Europeo. Tenemos recursos y talento. ¡Aprovechémoslos!

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P. ¿Cuáles son las amenazas para la defensa nacional que emergen con el uso generalizado de la IA?

R. Olvidemos las amenazas clásicas. El escenario ha mutado de forma profunda. Los conocimientos y tiempos involucrados ya no dependen de un actor, del tamaño que sea, más o menos formado y con recursos. El escenario de futuro se dirime en lo que denominaríamos el juego de las IA adversarias. Estas estructuras de servicio tienen acceso instantáneo a todo el conocimiento disponible y están adquiriendo capacidades de planificación y ejecución. ¿Imaginamos el impacto de algo así en Defensa? Creo, sinceramente, que mejor quitarnos de la mente el sesgo hollywoodiense de héroe o heroína que salvará al mundo a la hora de valorar el riesgo y la amenaza. Esto ya no va de individuos, sino de IA entrenadas para causar el mayor daño posible al enemigo.

P. ¿Qué va a cambiar respecto a la situación actual para nuestra seguridad?

R. Todo. El escenario es completamente diferente. Dependemos de la tecnología para la supervivencia. ¿Alguien se acuerda del nuestro Gran Apagón hace unos meses? Las estructuras de sensorización, cómputo y toma de decisión está mutando ya, desde hace años, hacia el uso intensivo de algorítmica avanzada en los procesos de decisión. Y ese escenario está evolucionando, con rapidez, hacia capacidades de planificación y toma de decisiones. Más aún en Defensa ¿Qué podría salir mal? Pero no nos equivoquemos, la base, lo esencial, siguen siendo las personas, que solo tienen un límite: su imaginación.

Para conversar con Enrique Ávila hay que dejar el móvil en una caja de seguridad y pasar por varios controles acompañado, en todo momento, por un uniformado. Desde que fue nombrado hace dos meses director del recién creado Centro de Referencia de Inteligencia Artificial del Estado Mayor de la Defensa, opera desde la base militar de Retamares, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde se concentran los principales estamentos de la defensa nacional, incluyendo el Mando Conjunto del Ciberespacio al que pertenece su grupo de trabajo.

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