Feijóo apela al "centro reformista" de Aznar para volver a llevar al PP a los 10 millones de votos
El líder del PP no menciona a Sánchez en un discurso contundente centrado en desplegar su "manual de decencia" para un futuro Gobierno. Promete un "cambio de raíz" para "reconstruir España" y no negociar con "su unidad"
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Alberto Núñez Feijóo renovará este mismo sábado su mandato al frente del partido ante un PP completamente pacificado por un objetivo común: derribar a Pedro Sánchez. Pero en su último discurso como candidato —mañana clausurará el congreso junto a Isabel Díaz Ayuso—, el líder popular no quiso hacer mención alguna al presidente del Gobierno ni a la delicada situación interna por la que atraviesa el Partido Socialista. Esta decisión esconde un mensaje: que Feijóo quiere enseñar a Sánchez la puerta de salida. Y exhibir que el "sanchismo" forma parte del pasado, mientras él mira al futuro.
Ante un plenario completamente entregado —y mutando el estribillo de Los Ramones de 'Hey Ho Let's Go' a 'Feij-joo, Let's Go'— Feijóo desplegó su "decálogo" político, las líneas maestras sobre las que sostener un futuro mandato al frente del Gobierno, un escenario que ven cada vez más cerca. El entusiasmo se ha instalado en las filas de los conservadores ante el incendio de Ferraz, y algunos apuntan ya que el cambio podría llegar antes de lo previsto. Pero el líder del PP pidió calma para no cometer los errores de precipitación que frustraron la última vez su llegada a la Moncloa: "Esto no acaba hoy. Acabará cuando acabe el recuento electoral".
El líder del PP dejó claro que llevará hasta las últimas consecuencias su apuesta por "la centralidad política". Y quiso reiterar que esta visión no es incompatible con "la ideología" o "los principios". Feijóo recogió el guante que le lanzó ayer el expresidente José María Aznar, al que mencionó en varias ocasiones durante su intervención, y que le recomendó construir una "mayoría nacional a izquierdas y derechas". Si llega al Gobierno, dijo, acuñará el "centro reformista" que caracterizó precisamente al aznarismo, porque desde ahí "llegan las respuestas más efectivas y más justas".
Es la fórmula con la que cree que conseguirá volver a llevar al PP "a los 10 millones de votos", es decir, dos millones más de los que logró en las elecciones generales del 23-J. El centro-reformismo, insistió, es "la casa común de democristianos, liberales y conservadores", la clave para unificar tanto al partido como a los votantes de centro y derecha en torno a un mismo proyecto. "La centralidad no es una renuncia, es un compromiso con el sentido común y una aspiración de la que no desisto", zanjó.
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Al menos en este congreso, Feijóo ha logrado ensamblar las dos almas del partido, una 'foto de unidad' que volvieron a representar ayer José María Aznar y Mariano Rajoy, y que hoy también han acompañado al mandatario popular. El cónclave se ha desarrollado sin estridencias, sin choques y sin ruido, pese a las diferencias de criterio en multitud de cuestiones, en gran parte por el delicado momento político por el que atraviesa el Gobierno y la negativa compartida de desviar el foco "de lo importante". Todos los barones del PP y todos sus predecesores en el cargo —con la excepción de Pablo Casado— han cerrado filas con Feijóo.
"El PP no es una secta", ahondó el dirigente popular, que celebró las distintas melodías que suenan en la formación. "En nuestro partido los acentos ni restan ni rompen. Suman y construyen", anotó. El líder del PP quiso destacar la anómala tranquilidad interna que se respira en el partido. Y no hay precedentes recientes. "Hace tres años celebramos un congreso muy distinto. La principal diferencia es que entonces el reto era interno. Y hoy el reto es nacional", apuntó Feijóo, en alusión al congreso que le encumbró en Sevilla hace tres años tras la caída de Pablo Casado.
El presidente del PP pidió "libertad" a los suyos para ejecutar su proyecto cuando se abran las urnas. "Voy a cometer errores, pero yo no soy ni seré nunca como Sánchez. Pero además quiero un partido que tampoco me lo consienta. Si hago lo que hace él, echadme del partido", lanzó, rotundo, al final de su intervención, un compromiso que también llevaba un mensaje explícito a la ciudadanía, "a la que yo sí puedo mirar a los ojos".
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El gallego también tuvo un guiño con los sectores que recelan de los pactos con el independentismo, en el que se encuentran puntales como Isabel Díaz Ayuso o Alejandro Fernández. El PP, dijo, "no negocia, ni negociará con la unión entre españoles". "A mentiras, cesiones, maniobras, propaganda y a enfrentar a los españoles, que ganen ellos. A valores, a convicciones, a proyecto, a servicio y a democracia, les vamos a arrasar", espetó. "Por encima de mi partido pondré siempre a mi país", prometió. "Solo los delincuentes temen a la Justicia, la desprestigian y la amordazan".
Hubo un momento en que Feijóo consiguió poner en pie al plenario. Ocurrió cuando resaltó el respeto a "la dignidad de los compañeros que enterramos, pero también a los que sobrevivieron y conviven con las secuelas", una dignidad, subrayó, "que estamos obligados a imitar" frente a "los insultos, las amenazas y las presiones". El líder del PP no solo recordó a Miguel Ángel Blanco o Gregorio Ordóñez, sino a todos "los que cayeron bajo las balas de ETA", también los que llevaban las siglas del PSOE. "Todos los muertos por el terrorismo son nuestros muertos".
En suma, el líder del PP esbozó un "cambio de raíz" en el país y no solo "un cambio de siglas en la Moncloa" en un discurso en el que se le vio especialmente crecido, contundente. La crisis por la que atraviesa el PSOE incentiva una euforia aún contenida en las filas populares, donde aguardan a que se abran cuanto antes las urnas. "Siempre he sido un presidente libre. No vamos a ser nunca el partido que nuestros adversarios quieren que seamos. Conmigo España no está ni estará en venta, me cueste lo que me cueste. Pero ese es nuestro mandato: no vender nuestro país".
Alberto Núñez Feijóo renovará este mismo sábado su mandato al frente del partido ante un PP completamente pacificado por un objetivo común: derribar a Pedro Sánchez. Pero en su último discurso como candidato —mañana clausurará el congreso junto a Isabel Díaz Ayuso—, el líder popular no quiso hacer mención alguna al presidente del Gobierno ni a la delicada situación interna por la que atraviesa el Partido Socialista. Esta decisión esconde un mensaje: que Feijóo quiere enseñar a Sánchez la puerta de salida. Y exhibir que el "sanchismo" forma parte del pasado, mientras él mira al futuro.