El PP, dispuesto a negociar los cambios de Ayuso para evitar una fractura en el congreso nacional
El PP de Madrid plantea ajustes en el nuevo modelo de elección para garantizar que los compromisarios no corrigen el voto de la militancia. La cúpula quiere una discusión discreta con el fin de no desviar la atención del Gobierno
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Debate, sí. Pero sin que las disputas sobre el rumbo del PP lleguen a la superficie. Alberto Núñez Feijóo quiere que el congreso nacional de julio ratifique una imagen de "unidad" y "solidez" interna sin precedentes. El momento político así se lo exige. La sensación de derrumbe en el Gobierno por el escándalo de corrupción que ha estallado en el corazón del Partido Socialista convierte en prioritaria la norma de no desviar el foco de "lo importante". Las batallas intestinas en el seno de la formación conservadora han pasado, por ahora, casi inadvertidas por los serios apuros en los que se encuentra Sánchez. Pero aún falta por ultimar importantes flecos.
La discusión más sensible del cónclave nacional del PP es el debate sobre el sistema de primarias por el choque de modelos de Feijóo —que defendía devolver todo el peso a los compromisarios— y Ayuso —que pide una voz clara de los militantes— ante la elección del futuro sucesor o sucesora del mandatario gallego. El líder popular optó por intentar evitar el choque al alumbrar una fórmula híbrida en la que los afiliados eligen provincia a provincia a los miles de compromisarios que les representarán en el congreso, con la diferencia de que todos esos delegados deben vincularse previamente a una u otra candidatura.
En Génova se felicitaban de haber logrado ahormar un sistema "representativo" en el que también se respetaba la voz de los militantes, tal y como exigía Isabel Díaz Ayuso, aunque sin restar poder a los compromisarios. Pero el PP de Madrid sigue planteando ajustes al texto que, previsiblemente, tomarán forma a través de enmiendas. El plazo finaliza este miércoles. Fuentes autorizadas dan por hecho que Ayuso planteará algunos cambios al sistema y trasladan que "la voluntad de los ponentes es negociar y llegar a acuerdos" de forma discreta para evitar llegar al congreso del 4, 5 y 6 de julio con heridas abiertas. "Debemos ir todos a una", se conjuran en la cúpula.
Este lunes, durante una entrevista en EsRadio, Feijóo sacó pecho de la nueva ponencia de estatutos. "No hay modelo más representativo que el que se ha puesto encima de la mesa", aseguró. Y aunque insistió en que es un sistema "que tiene muchísimas más garantías que cualquier otro", abrió también la puerta a incorporar modificaciones antes de su votación final. "Es un texto correcto, pero que se puede mejorar o implementar lo que fuere", apuntó. Desde el equipo encargado de la ponencia estatutaria ratifican esa mano tendida. El documento, admiten, "se puede afinar".
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La principal queja que exhiben en la organización madrileña es la falta de garantías de que los compromisarios respeten el veredicto de la militancia en la votación final, y el temor a que pueda producirse un escenario similar al de 2018, en el que la alianza entre Casado y Cospedal terminó frustrando la victoria de Soraya Sáenz de Santamaría, a la que las bases eligieron como sucesora.
La vía a explorar pasaría por implementar de algún modo en el redactado que los compromisarios que resulten elegidos en las provincias y que estaban previamente adscritos a uno u otro candidato a la presidencia nacional no cambien de voto en la fase final, una circunstancia que no es fácil de controlar porque el voto es secreto.
Otro factor que genera recelos, y no sólo en la organización madrileña, es que la ponencia elaborada por el equipo designado por Alberto Núñez Feijóo permita pasar a la fase final a más de dos candidatos, una opción que facilitaría que se produjesen alianzas a posteriori y se corrigiese la postura expresada en las urnas por la militancia. "Ha cambiado su plan inicial para contentar a Ayuso, pero al final se ha liado más. Lo que pasó con Pablo Casado puede volver a suceder", aportan voces críticas.
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En el texto final hay otros factores ambiguos, como lo referido a los criterios de reparto de compromisarios con los que cuenta cada provincia y, por tanto, el número de potenciales electores que tendría cada territorio de cara al congreso nacional. El documento sólo establece que los delegados "serán distribuidos" por la Junta Directiva o por la Comisión Organizadora "atendiendo a niveles de afiliación, al menos en un 75%, y al porcentaje de votos obtenido en las elecciones generales inmediatamente anteriores al congreso nacional y elecciones autonómicas inmediatamente anteriores para el resto de congresos, como máximo en un 25%".
La intención de todas las partes es que en el tiempo que queda de aquí al cónclave nacional se puedan negociar posibles modificaciones y evitar que queden enmiendas vivas, especialmente de parte de Ayuso y del PP de Madrid, que terminen removiendo las aguas. La tesis es que el choque de criterios no escale y opaque la frágil posición en la que se encuentra Sánchez. Esta situación cuenta con un precedente. En 2017, Cristina Cifuentes terminó retirando su enmienda a favor de la consigna "un militante, un voto" tras alcanzar un acuerdo con la cúpula nacional de Mariano Rajoy. Éste accedió a mantener esa fórmula de primarias puras en los cónclaves regionales y provinciales, pero no en el nacional.
El expresidente del Gobierno instauró entonces el sistema de doble vuelta, con voto directo de primarias y compromisarios, que es el que ahora se planea desmantelar por una fórmula "intermedia" en la que, en realidad, el aparato sigue teniendo mucho control. Más allá del melón estatutario, en Génova también anticipan posibles enmiendas a la ponencia política, también procedentes del PP de Madrid, que por ahora guarda silencio sobre esta cuestión. El nuevo ideario del PP aborda asuntos delicados como la inmigración, el debate lingüístico o la relación con Vox, pero obvia otros temas espinosos pendientes, como la definición ante el aborto o la eutanasia.
Debate, sí. Pero sin que las disputas sobre el rumbo del PP lleguen a la superficie. Alberto Núñez Feijóo quiere que el congreso nacional de julio ratifique una imagen de "unidad" y "solidez" interna sin precedentes. El momento político así se lo exige. La sensación de derrumbe en el Gobierno por el escándalo de corrupción que ha estallado en el corazón del Partido Socialista convierte en prioritaria la norma de no desviar el foco de "lo importante". Las batallas intestinas en el seno de la formación conservadora han pasado, por ahora, casi inadvertidas por los serios apuros en los que se encuentra Sánchez. Pero aún falta por ultimar importantes flecos.