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Sánchez vende una supuesta 'excepción ibérica' en la OTAN con un truco retórico
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Sánchez vende una supuesta 'excepción ibérica' en la OTAN con un truco retórico

No existe ningún pacto que exima a España de elevar su inversión militar al nuevo umbral del 5% aprobado por la OTAN. Otra cosa es que el gobierno español no vaya a cumplir, asumiendo el riesgo diplomático para el país

Foto: Pedro Sánchez con Mark Rutte. (Moncloa/Fernando Calvo)
Pedro Sánchez con Mark Rutte. (Moncloa/Fernando Calvo)
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La supuesta excepción ibérica que está intentando vender el presidente Pedro Sánchez de que el país no tendrá que gastar el 5% del PIB en defensa es, en realidad, un truco retórico. No existe ningún pacto que exima a España de elevar su inversión militar, la más baja de los 32 aliados con un 1,28% en 2024, al nuevo objetivo aprobado por la OTAN el domingo (a la espera de ser refrendado por los líderes en la cumbre de La Haya de esta semana). Otra cosa es que el gobierno español no vaya a cumplir, como tampoco lo hizo con el anterior umbral del 2%. A cuenta y riesgo del crédito diplomático y geopolítico del país.

Cercado por los casos de corrupción doméstica, el líder socialista ha querido anotarse un triunfo internacional. Sánchez aseguró el domingo que su reciente carta al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, surtió el efecto deseado y España se verá exenta de la meta común de gasto. En su misiva calificó la propuesta del 5% de "imposible" y "contraproducente", y pedía "flexibilidad" a los aliados.

"Nosotros entendemos la dificultad del contexto geopolítico, respetamos el deseo de otros países, pero nosotros no vamos a hacerlo", explicó el jefe del Ejecutivo en una sala de prensa sin periodistas, sin debate parlamentario, ni aviso a la oposición. "Cada país tendrá que invertir más o menos de su PIB. Esa asimetría es normal. Existen diferencias muy importantes entre unos y otros", agregó el mandatario, que fijó en el 2,1% del PIB el nivel a alcanzar por el país (que es el objetivo de 2014, ahora considerado obsoleto).

Los diplomáticos de la OTAN superaron el potencial veto de España con un pequeño ajuste en la fórmula de compromiso de gasto en la declaración final de la cumbre, cambiando el texto original de "nosotros nos comprometemos" a "los aliados se comprometen". El Gobierno de Sánchez ha decidido interpretar de algún modo esta enmienda como una suerte de carta blanca para incumplir el acuerdo. Pero la Alianza no funciona así. No contempla excepciones, solo consensos. Sánchez llama asimetría a lo que son socios morosos.

"Si en un club los socios consensúan un aumento de la cuota y uno de ellos no está de acuerdo, cuando el reglamento te impide echarle, la única salida es decirle 'Ok, haz lo que te dé la gana. Pero no será gratis", apunta Francisco J. Girao, director del área defensa de la consultora Atrevia. "El problema para los intereses de los españoles es que no es solo la OTAN. La Alianza y Bruselas están de acuerdo en la necesidad del aumento. La España del futuro inmediato se puede olvidar de pintar nada en ningún asunto que se decida fuera de nuestras fronteras. Y no hablo solo de Defensa. Tenemos un problema que va a durar años", agregó.

El presidente español también aludió a la respuesta por escrito que le dio el jefe de la Alianza como muestra de esa negociación bilateral. Pero tampoco hay nada en ese texto que respalde esa teórica salvedad española. “A la luz de su carta, confirmo que el acuerdo en la próxima cumbre de la OTAN le dará a España la flexibilidad para determinar su propio camino soberano para alcanzar el Objetivo de Capacidades y los recursos anuales necesarios como parte del PIB”, le contestó el neerlandés Rutte.

Es decir: igual que los demás socios. Cada uno tiene esa "flexibilidad" para elegir su ruta hacia el objetivo; pero el objetivo es el mismo para todos: el 3,5% del PIB en defensa y un 1,5% adicional en materia de seguridad para 2035.

"Según la carta de Rutte enseñada por Sánchez (en supuesto zasca a Feijóo), se firma el debate de meses: el compromiso 3,5% (defensa) +1,5% (seguridad). No hay novedad. Sánchez ha contado otra historia en referencia a ese mismo documento", expuso Alberto Bueno, profesor de la Universidad de Granada y experto en seguridad y defensa, en redes sociales.

Expuesto a la ira Trump

Y el primer problema puede ser Donald Trump. España llega a la cumbre más existencial de la OTAN —que se celebrará en La Haya el 24 y 25 de junio— como el único socio que se niega públicamente a asumir el aumento del gasto como exige Washington. Por su parte, el líder estadounidense acudiría a la cita transatlántica (no está confirmado) en plena efervescencia belicista, tras ordenar este sábado el bombardeo de instalaciones nucleares iraníes para apoyar a los israelíes en su guerra contra Teherán.

La negativa de Sánchez a aumentar el gasto más allá del 2,1% (y sus críticas frontales a Israel) exponen a España a la ira de Trump y sus potenciales consecuencias. Quizás es incluso lo que busca el presidente, al que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, acusó de lanzar una "cortina de humo" para desviar la atención de los escándalos que cercan a la Moncloa.

"Propaganda al margen, lo que Sánchez acaba de decir es que va a comprometer el gasto militar para los próximos diez años, sin presupuestos y sin pasar por el Congreso. O sea, ha acordado que España pague, pero cuando él ya no esté. Patada para delante", aseguró el líder de los populares. A pesar de la trascendencia de un acuerdo que puede afectar a los presupuestos del Estado durante la próxima década, Sánchez no informó al principal partido de la oposición ni a los grupos parlamentarios.

Pero en el proceso, Sánchez también se arriesga a alienar a los aliados europeos que buscan apaciguar al magnate republicano, en un contexto inédito de tensión y desconfianza entre Washington y Europa.

El presidente estadounidense volvió a amenazar hace pocos días con abandonar la Alianza Atlántica si no obtiene un "trato justo" en el que el peso de la defensa colectiva no recaiga, como hasta ahora, de forma "desproporcionada" sobre Washington. Desde La Haya, fuentes familiarizadas con el asunto creen que la posición del estadounidense es muy volátil e incluso dudan de que Trump aterrice mañana en Países Bajos para la cumbre.

Entre los países aliados se valora positivamente el hecho de que haya un acuerdo después de cuatro días de incertidumbre que han tenido a los embajadores de los países de la OTAN acreditados en Madrid "muy preocupados" y trabajando contrarreloj para tratar de averiguar si Sánchez estaba dispuesto a llevar su órdago hasta el final. La sensación, tal y como confirman a este periódico media docena de embajadores europeos, es que la carta del pasado miércoles en la que Sánchez amenazaba con vetar el acuerdo en la cumbre de mañana tenía como objetivo desviar la atención "de sus problemas en política interna".

"Todavía estamos valorando el contenido de acuerdo que se ha hecho. Positivo es que se llegó a un acuerdo, pero parece injusto que un país no tenga que llegar a una meta que tienen otros", explica un embajador europeo en Madrid, que insiste en que "todos los aliados entienden que la postura de Sánchez es más bien para el consumo interno".

Mejor OTAN que 'koldos'

El regreso de Trump a la Casa Blanca está resquebrajando el orden estratégico que Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, impuso desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Lo que durante décadas fueron alianzas sólidas y previsibles se han puesto en duda, cuestionando los cimientos mismos sobre los que se edificó la OTAN. Algunos temen que la Casa Blanca pueda abandonar a Europa a su suerte en plena confrontación con Rusia en Ucrania. La volátil personalidad del líder del mundo libre puede hacer de esta cuestión algo personal.

Ya se vio en la cumbre de la OTAN del año 2019, cuando Trump, en su primer mandato, dio un ‘portazo’ diplomático a los aliados, marchándose anticipadamente del encuentro tras cancelar la rueda de prensa final que tenía programada. ¿El motivo? La difusión de un vídeo en el que el ex primer ministro canadiense, Justin Trudeau, parecía criticar, junto con otros líderes, el comportamiento del republicano durante la cumbre.

Desde entonces, Trump no dejó pasar la oportunidad para cargar contra el canadiense, al que acusó de tener "dos caras" y le reprochó su escasa contribución al presupuesto común de la OTAN. Seis años después, el panorama geopolítico —e incluso el futuro de la Alianza— difiere sustancialmente de lo que fue cuando estaba herida "de muerte cerebral", tal y como llegó a calificarla el primer ministro francés, Emmanuel Macron. Las prioridades de Trump, sin embargo, se mantienen intactas.

Foto: El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, informa a los medios antes de la reunión de ministros de Defensa. (EFE/Olivier Matthys)

El tiempo corre. Gran parte de los países de la Alianza (aunque no todos) han ejecutado una carrera casi récord siguiendo las pautas establecidas por Estados Unidos. Pero también como principal consecuencia de la invasión a gran escala de Rusia en Ucrania, que ya ha cumplido más de tres años y que sigue suponiendo una de las principales amenazas de la seguridad europea. Polonia lidera el ranking, con el 4,12% seguido de Estonia con un 3, 43% y de Letonia 3,15%. Madrid, sin embargo, se ha perfilado como un muro de contención inamovible y, tras el pacto alcanzado con Rutte, todo apunta a que así se mantendrá.

En este sentido, el plan inicial de Rutte no ha surtido el efecto deseado en la hoja de ruta del socialista. Su idea es que, en un plazo de siete años (2032), todos los países aliados consigan alcanzar el 5%. Trump se quedaría satisfecho, pero hay una pequeña ‘trampa’ en el plan que haría que todo ese dinero no vaya solo al armamento. De ese 5, un 1,5% podría ir destinado a la seguridad territorial y a la infraestructura de transporte, incluyendo aquí ferrocarriles y carreteras en una partida de gastos "relacionados con Defensa". El resto, el 3,5% se tendría que destinar por completo a gasto militar.

Las inversiones, sin embargo, siguen siendo enormes. Para parte de los aliados, es casi inasumible poder destinar tantos recursos, sobre todo para los países europeos del sur que siguen manteniendo altos niveles de deuda. En el caso español esto se acrecienta. Sumido en una crisis política por los casos de corrupción en el partido y dos años sin presupuestos, su supervivencia en el poder depende directamente de sus socios parlamentarios, que se oponen firmemente al aumento "exorbitado" del gasto militar. El presidente necesita ganar tiempo a la espera de que cambie el ciclo informativo.

"(Sánchez) hace esto para ver si mañana (los periódicos) abrís con eso y no con los Koldos", ironiza en privado un observador del ecosistema de seguridad y defensa.

La supuesta excepción ibérica que está intentando vender el presidente Pedro Sánchez de que el país no tendrá que gastar el 5% del PIB en defensa es, en realidad, un truco retórico. No existe ningún pacto que exima a España de elevar su inversión militar, la más baja de los 32 aliados con un 1,28% en 2024, al nuevo objetivo aprobado por la OTAN el domingo (a la espera de ser refrendado por los líderes en la cumbre de La Haya de esta semana). Otra cosa es que el gobierno español no vaya a cumplir, como tampoco lo hizo con el anterior umbral del 2%. A cuenta y riesgo del crédito diplomático y geopolítico del país.

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