El PP ve difícil parar el Gibraltarazo, pero dará la batalla en el Congreso y en Europa
Más allá de la oposición en el Congreso y el Senado, es en el Parlamento Europeo donde el Partido Popular puede escenificar su oposición al acuerdo, pero eso implica atraer a los tres grupos a su derecha y enfrentarse a la Comisión Europea
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En el PP hay un enfado triple con el Gobierno por el acuerdo con Reino Unido sobre Gibraltar. En primer lugar, porque consideran que una negociación sobre una cuestión de política exterior que lleva encallada 300 años debería haberse abordado con un mandato del Parlamento; en segundo lugar, porque entienden que un acuerdo de este calado no puede anunciarse a través de redes sociales y sin informar al principal partido de la oposición; y en tercer lugar, porque consideran "impresentable" que la única comunicación del Gobierno haya sido con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, "que por supuesto llamó inmediatamente a Feijoó", y no con el líder de la oposición.
Por eso, y porque es una cuestión "de soberanía", en la calle Génova están dispuestos a dar la batalla política tanto en el Congreso como en el Parlamento Europeo para frenar el acuerdo, dado que entienden que "Sánchez resuelve los problemas cediendo, ya sea Cataluña, el Sahara o, ahora, Gibraltar". No obstante, y a la espera de conocer los detalles técnicos del acuerdo, en el PP son conscientes de que parar el acuerdo vaya a ser "una tarea fácil". La principal dificultad está en que "lo que interesa a la Comisión Europea es llegar a un acuerdo con Reino Unido sobre el último fleco del Brexit, y si el Estado miembro afectado, en este caso España, está de acuerdo, ¿por qué le va a parecer mal a Bruselas?".
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, explicó en la tarde de ayer que "he hablado, por supuesto, con el presidente del Gobierno, que ha seguido minuto a minuto durante todo este tiempo la negociación; también con el presidente de la Junta de Andalucía, a quien también he trasladado esta información, y con la vicepresidenta primera del Gobierno que ha sido una persona fundamental para alcanzar este acuerdo". Esto significa, a ojos del PP, que el Gobierno ha querido excluir al líder del PP e incorporar a la ecuación a la líder del PSOE en Andalucía, lo que en su opinión es un intento "chusco y partidista" de minimizar a Feijóo y de dar protagonismo a María Jesús Montero, "que no tiene vela en este entierro".
"Hasta donde yo sé, la política exterior no la fijan las autonomías", aseguran con enfado en el PP, " salvo que normalicemos que tenga que ser el Gobierno andaluz quien informe al Partido Popular de toda España de lo que va a pasar en nuestro país".
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La principal expectativa del PP en este momento está en que aún no se conocen los detalles técnicos del acuerdo, y eso genera muchas dudas y muchas incertidumbres. El primero es que en el acuerdo no se habla de soberanía: "El momento era ahora, el Gobierno de España tenía una oportunidad histórica, la mejor palanca de la historia, y la han desperdiciado diciendo que Gibraltar es el último muro, y no la última colonia, de Europa". Las preguntas son muchas: la cuestión militar, el aeropuerto, la cuestión fiscal o las permanentes vulneraciones de las aguas territoriales españolas. En todo caso, la estrategia negociadora desde que comenzó el Brexit, cuando el PP estaba en el Gobierno, siempre consistió en ofrecer la "cosoberanía" como mejor camino para el encaje del Peñón, aunque el ministerio de Asuntos Exteriores siempre subrayó que no lo convertirían en un escollo para el acuerdo. Esa política se mantuvo con los siguientes ministros de Asuntos Exteriores.
A favor del acuerdo juega, y en el PP son conscientes, el hecho de que consolide un modelo que da una solución en el corto plazo a los trabajadores del Campo de Gibraltar que dependen del Peñón, preocupados por su futuro inmediato; y, a la vez, permita continuar a las empresas que se benefician de la situación fiscal de Gibraltar.
Más allá de la oposición en el Congreso y el Senado, donde el PP dará la batalla política frontalmente, lo más probable es que sea en el Parlamento Europeo donde mejor puede escenificar su oposición al acuerdo si, como previsiblemente ocurrirá y como así lo creen diversas fuentes, la Eurocámara tiene que ratificar el pacto, como ocurrió en 2020 con el acuerdo general del Brexit. En principio los Tratados apuntan a que la institución tendría que dar luz verde a un acuerdo de este estilo, por lo que los populares españoles pueden movilizar a sus socios para oponerse al acuerdo cerrado por el Gobierno. En todo caso la maniobra es extraordinariamente compleja por varios motivos.
El principal es que alcanzar la mayoría suficiente es muy difícil. El Partido Popular Europeo (PPE) en bloque debería votar en contra y sumar a los ultraconservadores de los Conservadores y Reformistas (ECR), la familia política de la primera ministra italiana Georgia Meloni, y a los dos bloques de extrema derecha, los Patriotas por Europa (PfE), donde se encuadra Vox y otras formaciones como las del primer ministro húngaro Viktor Orbán y la líder de extrema derecha francesa Marine Le Pen, y también con los Soberanistas (ESN), el grupo del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD).
Esta es la conocida como “mayoría alternativa”, con la que el PPE amenaza en algunas ocasiones a sus socios de centro-izquierda y liberales, aunque muy pocas veces ha decidido utilizarla, ya que deteriora enormemente las relaciones con sus socios preferentes, los Socialistas y Demócratas (S&D) y los liberales de Renew Europe (RE). Además, está la cuestión de que dentro del PPE hay delegaciones con partidos en el Gobierno que no tienen ninguna intención de dañar al Ejecutivo británico ni al español, como por ejemplo son los democristianos alemanes (CDU).
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Sin embargo, el PP español ha demostrado en esta misma legislatura que está dispuesto a correr riesgos para poner en aprietos al Gobierno español. Durante las audiencias a los nuevos comisarios, la delegación popular española, junto con Manfred Weber, líder del grupo en la Eurocámara, amenazaron con tumbar a Teresa Ribera como candidata a ser vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea a cargo de Transición y Competencia. A pesar de que en Génova sabían que las opciones de que la operación saliera adelante eran prácticamente nulas, porque equivaldría a una guerra de venganzas que se cobraría la cabeza de varios candidatos a comisarios de todos los partidos políticos y que podría incluso acabar en el rechazo a la Comisión Europea de Ursula von der Leyen en el voto final, la delegación española mantuvo el pulso hasta el final.
El Consejo de la Unión Europea, que también debe dar su visto bueno al acuerdo, es arena de otro costal. Aquí están representados los Gobiernos de los Veintisiete, y el margen de maniobra del PP español es todavía menor. Esta es una institución en la que, aunque los Estados miembros se arrancan los ojos periódicamente, hay una especie de pacto de caballeros, que se traduce en “perro no come perro”. Salvo que los intereses de dos Estados miembros sean contrarios por cuestiones que les afectan directamente, el resto de socios tienden a no poner palos en las ruedas en casos como este.
"Paraísos fiscales"
El PP puede obtener una victoria parcial en otro asunto. La Comisión Europea propuso esta misma semana sacar a Gibraltar, además de a otros socios terceros como Panamá, Senegal o Emiratos Árabes Unidos, de su “lista gris” de jurisdicciones no cooperativas en materia fiscal. Estar en esta lista representa que las entidades que formen parte del marco de la lucha contra el blanqueo de capitales deben “aplicar una vigilancia reforzada en las transacciones con estos países”.
El Peñón saldrá de la lista salvo que el Parlamento Europeo, tras su examen, exprese una objeción en el plazo de un mes, que puede prorrogarse otro mes más. Los populares españoles han señalado que su intención es conseguir que Gibraltar salga de la lista. En 2024 la Eurocámara ya rechazó la exclusión de la Roca. "Existen pruebas importantes y recientes que sugieren que los Emiratos Árabes Unidos, Gibraltar y Panamá carecen de esfuerzos para abordar o incluso facilitar la elusión de las sanciones impuestas a Rusia”, subrayó entonces la institución.
En el PP hay un enfado triple con el Gobierno por el acuerdo con Reino Unido sobre Gibraltar. En primer lugar, porque consideran que una negociación sobre una cuestión de política exterior que lleva encallada 300 años debería haberse abordado con un mandato del Parlamento; en segundo lugar, porque entienden que un acuerdo de este calado no puede anunciarse a través de redes sociales y sin informar al principal partido de la oposición; y en tercer lugar, porque consideran "impresentable" que la única comunicación del Gobierno haya sido con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, "que por supuesto llamó inmediatamente a Feijoó", y no con el líder de la oposición.