La sangría demográfica llega a los colegios: más de 250 cierres y 500.000 niños menos
Los datos del Ministerio de Educación reflejan ya el impacto de la caída de la natalidad en España, aunque no afecta por igual a todas las provincias
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Las aulas de Moldavia estaban cada vez más vacías cuando Maia Sandu asumió la cartera de educación del país en 2012. Quien ahora es la presidenta de la república exsoviética, se propuso tomar medidas frente a la sangría demográfica modernizando el sistema educativo, que se encontraba anquilosado y dominado por el fraude. Entre otras reformas, durante su mandato, se redujo el número de escuelas, principalmente en zonas rurales, con el objetivo de optimizar los recursos. Al final, Sandu logró adaptar el sistema educativo a la realidad demográfica del país mejorando la eficiencia y la calidad del mismo. En parte, el reconocimiento de esta labor aupó a Sandu a la presidencia pocos años más tarde.
España se enfrenta hoy a un reto similar. La caída sostenida de la natalidad está vaciando lentamente colegios e institutos. En la última década, el número de estudiantes matriculados en el segundo ciclo de educación infantil y en educación primaria ha pasado de 4,29 a 3,86 millones de alumnos, un 10,2% menos, según datos del Ministerio de Educación.
“El alumnado de infantil y primaria lleva cayendo casi de forma ininterrumpida desde hace algo más de una década, lo que contrasta con el récord histórico de población que registra España”, afirma Ismael Sanz, profesor de la URJC e investigador en Funcas. Una investigación de EsadeEcPol sitúa en 2013 el hito de ser el año con mayor población estudiantil. Pero desde entonces, ha habido menos niños año tras año y las previsiones apuntan que la tendencia se prolongará hasta mediados de la próxima década, cuando el ritmo de caída frenará para estabilizarse, pero no para volver a máximos.
¿Dónde se produce esta caída? Los datos de Educación muestran que la pérdida de alumnos es más intensa en el segundo ciclo de educación infantil, donde el alumnado de entre tres y seis años se ha reducido un 23,2% entre los cursos 2013-2014 y 2023-2024, con alrededor de 333.800 estudiantes menos. Las aulas de los cursos de primero a sexto de primaria también han perdido 105.101 alumnos (-3,7%) en apenas una década.
Una realidad distinta en cada provincia
Aunque el país pierde alumnos de forma generalizada en esas primeras etapas educativas, existen contrastes en función del territorio. En las provincias de Las Palmas, Jaén y Cádiz, el número de matrículas se ha reducido más de un 20% en solo diez años. Almería, en cambio, rompe la tendencia: es la única provincia donde el número de niños del segundo ciclo de infantil y primaria ha aumentado ligeramente desde el curso 2013-14, con un crecimiento del 1,4%.
Este repunte, en un contexto de descenso generalizado, se explica por su demografía. Almería es la provincia con mayor natalidad del país, con 8,72 nacimientos por cada 1.000 habitantes; y la que tiene la población más joven: 41,16 años frente a los 44,37 de media. A esto se suman los flujos de inmigración que recibe: el 22,6% de sus habitantes son extranjeros.
Sanz se muestra optimista en que, de cara al futuro, la pérdida de alumnos quizá sea menos intensa de lo que se prevé: "Si parte de los 1,5 millones de inmigrantes que han llegado desde 2022 a España se establecen y forman familias, es probable que la natalidad deje de bajar en los próximos años", apunta. Por su parte, Jorge Galindo, director adjunto de EsadeEcPol, recuerda que, como sucedió con la llegada de más inmigrantes en la etapa del boom inmobiliario, aunque hubo algún ajuste, la demografía “no se dio la vuelta”.
De momento, para este curso, la publicación Datos y Cifras. Curso escolar 2024-25 del Ministerio de Educación ya anticipa una nueva caída en el alumnado de segundo ciclo de infantil y de primaria. Pero la novedad es que, por primera vez desde el curso 2010-2011, también se espera un descenso en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), que pierde 10.811 estudiantes, un 0,5% menos que en el curso 2023-24.
Los mismos recursos para menos alumnos
Ante este panorama, Lucas Gortazar y Jorge Galindo, plantean en su análisis para EsadeEcPol una pregunta clave: ¿qué hacemos con el extra de recursos? Los analistas parten de la premisa de que, mientras que cada vez hay menos niños, es probable que la inversión en educación se mantenga estable. “Vamos a tener un extra por alumno y tenemos que decidir qué hacemos con él, cómo lo distribuimos”, reflexiona Galindo.
En 2020, España fue el quinto país de la Unión Europea en gasto medio por alumno/a en relación al PIB por habitante (29,3%), situándose por encima de la media de la OCDE (27,4%) y de la UE (26,7%). En 2021, el gasto por alumno en educación infantil ascendió a 5.851 euros, un 23,3% más que en 2011 (4.744 euros), mientras que en educación primaria alcanzó los 6.013 euros, un 17% más que una década antes (5.141 euros), según el Sistema Estatal de Indicadores de la Educación.
"A veces la gente piensa que se va a cerrar el colegio de una aldea remota en los Picos de Europa, y no tiene por qué ser así"
Para los autores, hay dos opciones: seguir con la inercia y mantener el mapa educativo actual tal y como está mientras los recursos lo permiten, o plantear alternativas, a su juicio, mejores. “Hay que anticiparse, asumir que esto va a suceder, y tomar decisiones ex-ante”, defiende Galindo, que argumenta que esto podría tener algún coste político y que por tanto “no viene bien anticiparlo”, pero “al final del camino te lo vas a encontrar y va a ser peor”, sostiene.
Sanz considera que “la disminución en el número de matriculados puede mejorar la calidad de la educación”, ya que puede facilitar la reducción de la ratio de alumnos por aula, sobre todo en los niveles iniciales, en los que se crean brechas de desempeño educativo que se evidencian en etapas posteriores. Esto permitiría atender mejor las necesidades individuales de los estudiantes o implementar programas innovadores para fomentar el aprendizaje activo, beneficiando especialmente a los centros que concentran más alumnado vulnerable o con necesidades educativas especiales.
Con los datos disponibles, es posible hacer un análisis pormenorizado, colegio por colegio y a nivel de municipio o de barrio, para ver en qué lugares hacen falta más recursos y en cuáles no tanto. Sobre esto, Galindo destaca la importancia de distinguir entre las zonas en las que eliminar disponibilidad de centros puede suponer un problema grave de acceso, en el caso de zonas muy aisladas, y otras donde no habría tanto problema de aislamiento y pueden aunarse esfuerzos, esto es, aquellas con demografía adversa pero no remotas.
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“Muchas veces, cuando hablamos de esto, la gente piensa que se va a cerrar el colegio de una aldea remota en los Picos de Europa, y no tiene por qué ser así. Hay dos dimensiones: la demografía y el acceso. Y el acceso a veces te aconseja mantener abierto un centro. La decisión es más compleja”, matiza.
Una vez que se determina de dónde se pueden extraer más recursos, se puede definir a dónde entran. En su artículo, los autores proponen varias ideas entre las que destacan, además de reducir ratios alumno/profesor en las aulas más presionadas, ampliar el tiempo en la escuela y los refuerzos allá donde sea necesario.
“Hablamos tanto de jornadas que no sean matutinas únicamente, que la evidencia dice que es mejor para las madres (afecta en mayor medida a las mujeres) y para los hijos, como de tutorías de refuerzo”, explica. Otras propuestas incluyen mejorar las condiciones laborales de los docentes a cambio de una mayor profesionalización del sector que incluya un sistema efectivo de evaluación docente.
Más cierres en la pública
Mientras tanto, después de diez años perdiendo estudiantes, no se ha definido una estrategia común a futuro para equilibrar el sistema y hacer frente al reto demográfico. De hecho, la situación es diferente no solo según el territorio, sino también en función de si se trata de centros públicos, concertados o privados. En general, en este último ámbito, la pérdida de alumnos está siendo más suave: mientras que las aulas de colegios públicos han perdido un 10,5% de niños de segundo ciclo de infantil y primaria, las de los privados han visto una caída del 5,6%.
Además, las consecuencias de esta pérdida de alumnos en términos de cierres de colegios o de grupos tampoco son equitativas. El número de clases en los centros públicos ha caído un 3,5% mientras que han aumentado las de los privados, y algo similar ocurre con el número de colegios. Esta tendencia, sin embargo, no es igual en todos los territorios. En Aragón, Asturias, Castilla y León, Extremadura, Murcia o Madrid, hay menos niños en los colegios privados que hace diez años, aunque, paradójicamente, salvo en Aragón, hay más centros privados ahora que entonces.
“El descenso de la natalidad es una excusa para disminuir la oferta en la enseñanza pública en favor de la concertada”, denuncia Carmen Cussó, maestra jubilada y representante de CCOO en el consejo escolar municipal de Aranjuez.
Héctor Adsuar, secretario de Enseñanza Pública no universitaria del mismo sindicato, denuncia que la educación pública concentra la mayoría de supresiones de unidades frente a la concertada, pese a que ambas pierden alumnado en proporciones similares. “Se están protegiendo intereses privados en lugar de reforzar el sistema público”, afirma.
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Además, recuerda que los centros públicos acogen al 74,7% de los niños de segundo ciclo de infantil y primaria con necesidades educativas especiales. Para revertir las supresiones y garantizar una atención adecuada, CCOO propone que estos estudiantes computen el doble en el cálculo de ratios de alumnos por clase.
Uno de los centros afectados por los cierres es el CEIP Reina Sofía de Antequera (Málaga). La Junta de Andalucía ha anunciado la eliminación para el curso 2025-26 de una de las dos líneas del Programa de Transición a la Vida Adulta y Laboral (PTVAL), formación dirigida a jóvenes de entre 16 y 21 años con necesidades educativas especiales para facilitar su autonomía personal, social y laboral.
“Nos dicen que no hay demanda de matrículas, pero no es verdad: están desmantelando algo que lleva 20 años funcionando y que ha dado respuesta a nuestros hijos”, asegura Fátima García, portavoz de la comunidad educativa del centro. García considera que esta decisión es “un ataque a la diversidad que contribuye a la desesperación de los padres, que estamos desamparados por la administración” y promete que seguirán movilizándose hasta que se revierta el cierre.
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En Andalucía, según los datos del Ministerio, el ajuste de unidades escolares ha recaído casi por completo sobre la red pública. Desde 2014, los colegios públicos han perdido un 9,5% de sus grupos, casi tres veces más que la media nacional (-3,5%). La enseñanza concertada ha recortado un 1,2% de sus unidades, y en la privada han crecido un 43,8%. La evolución del alumnado refleja la misma tendencia de subidas y bajadas, aunque los porcentajes no van en paralelo: la escuela pública ha perdido el 15,8% de sus estudiantes, el doble que la concertada (-7,6%), mientras la privada ha ganado un 1,2%. “Andalucía va con retraso, pero está en la pendiente de progresión más acelerada en el proceso de privatización educativa”, lamenta Adsuar.
Para Galindo y Gortazar, la falta de planificación puede desencadenar “políticas educativas más agresivas y drásticas, recortes innecesarios y una mala planificación que puede lastrar la calidad y equidad del sistema”. La caída demográfica comenzó hace años y seguirá impactando en el sistema al menos una década más, según las proyecciones de población. “En resumen, es mejor salir de la inacción y aprovechar la oportunidad en vez de reaccionar tarde”, zanjan los investigadores.
Las aulas de Moldavia estaban cada vez más vacías cuando Maia Sandu asumió la cartera de educación del país en 2012. Quien ahora es la presidenta de la república exsoviética, se propuso tomar medidas frente a la sangría demográfica modernizando el sistema educativo, que se encontraba anquilosado y dominado por el fraude. Entre otras reformas, durante su mandato, se redujo el número de escuelas, principalmente en zonas rurales, con el objetivo de optimizar los recursos. Al final, Sandu logró adaptar el sistema educativo a la realidad demográfica del país mejorando la eficiencia y la calidad del mismo. En parte, el reconocimiento de esta labor aupó a Sandu a la presidencia pocos años más tarde.