Los restaurantes ante el apagón: “Fiamos para poder vender, pero vamos a tirar mucha comida”

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El apagón que afectó a media Europa durante horas paralizó casi todos los servicios. En Pozuelo de Alarcón, cerca de la redacción de El Confidencial, los restaurantes trataron de resistir la falta de electricidad. Ante la imposibilidad de calentar la comida al momento de servirla, algunos optaron por vender más productos “al tiempo” (a temperatura ambiente).

“Estamos sirviendo los menús como podemos”, declaró a este diario alrededor de las 4:00pm de este lunes Celso Fernández, el encargado de El Asturiano, ubicado en la Avenida de Europa. “Nosotros teníamos los platos medio preparados y, aunque hemos seguido vendiendo, vamos a tirar comida. Estamos hablando de mucho dinero. Si la electricidad volviera hoy mismo por la noche, podríamos perder entre 3.000 y 4.000 euros. Los clientes están contentos porque todavía podemos atenderlos un poco”.

El ambiente se mantenía tranquilo en este bar-restaurante con terraza, pero el murmullo giraba en torno a la falta de electricidad y sus consecuencias. Todos miraban constantemente el reloj y revisaban de un pestañazo el móvil en busca de la internet que no tenían.

En un local de Healthy Poke, ubicado justo enfrente, los clientes se aglomeraban en la oscuridad para intentar comer productos que dentro de poco dejarían de estar “frescos”. Todos los que estaban en ese sitio tenían efectivo para pagar, pues era imposible que les cobraran con tarjeta.

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“Ni siquiera puedo cobrar con bizum porque la gente no tiene cómo hacerlos”, explica el administrador del sitio, David Rubio. “Por suerte medimos muy bien lo que se va a vender cada día y no creo que tengamos que tirar mucha comida por falta de refrigeración. Si esto dura más de 24 horas sí contemplamos perder alimentos que no aguantarían. Espero que no dure tanto, porque a nivel europeo tiene que haber un intento de recuperar esto relativamente rápido”.

Rubio tiene experiencia con la falta de electricidad porque tiempo atrás sufrió un corte de 10 días en su negocio, hecho que le obligó a planificarse para ser más eficiente: “A todos nos ha pillado de sorpresa, pero al menos tengo una idea de qué hacer. Las autoridades tienen que lograr algo pronto porque esta situación implica una pérdida muy grande para todos, desde los comercios hasta los proveedores. Cada minuto que pasa es una pérdida económica bastante grande”.

Otros restaurantes, por contar con una clientela mucho más habitual, se decantan por fiar sus productos para no dejar de vender. El Easylunch, ubicado justo debajo de El Confidencial, es visitado principalmente por los trabajadores de las empresas vecinas, y su equipo piensa explotar ese contexto para mantener la actividad, al menos durante el día de hoy.

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“Como la gente no puede pagarme con tarjeta, lo que hemos hecho es apuntar sus nombres y lo que nos deben para que paguen cuando puedan”, señala el encargado, Miguel Ángel Gómez, sin dejar de mirar la nevera expositora por la posibilidad de perder cientos de euros solo en helados. “Para nosotros es muy difícil lidiar con una situación así, perderemos mucha comida y productos congelados. Lo peor es que, aunque no lo he contactado aún, supongo que el seguro no cubrirá nada. Los helados habrá que tirarlos, y el resto intentaré entregarlo a algún banco de alimentos para salvar algo antes de que sea muy tarde”.

Los apagones se han convertido en una constante en países latinoamericanos como Cuba o Ecuador, con deficientes sistemas de generación de electricidad que no son capaces de satisfacer la demanda. Félix S. Pilay Toala, un reconocido analista económico ecuatoriano, aseguraba en una columna de la prensa local que la afectación de las actividades operacionales de los negocios por la interrupción del servicio eléctrico, hace que disminuyan "significativamente" sus ingresos. "La pérdida de productos perecederos agrava la situación económica de los comerciantes y esto se traduce en escasez de productos, disminución del consumo y, por ende, en un freno al crecimiento económico", concluía Pilay.

El resto de consecuencias dentro del sector hostelero puede ser muy variado, ya que dependen también de cuánto se hayan visto afectados los proveedores de productos o hasta los mismos clientes. Los turistas, por ejemplo, seguramente la tuvieron más difícil para moverse y consumir en ciudades como Madrid durante la tarde de hoy, debido a la paralización de casi todo el transporte público.