Caballos vestidos con obras de arte: la histórica fiesta que este rincón de Murcia celebra desde hace siglos

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Cada primavera, la Región de Murcia acoge una de las manifestaciones culturales más singulares del país. Esta celebración, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, combina historia, leyenda, arte textil y pasión ecuestre en una serie de actos que atraen a miles de visitantes. Los primeros días de mayo, las calles de un rincón emblemático volverán a llenarse de música, color y tradición en honor de una reliquia profundamente venerada.

Hablamos de la ciudad de Caravaca de la Cruz, que se prepara para vivir su esperada Fiesta de los Caballos del Vino. Durante varios días, los protagonistas absolutos son los caballos, enjaezados con soberbios mantos bordados en seda y oro, que recorren el centro histórico acompañados de sus correspondientes caballistas. Esta tradición, cuyo origen se remonta a una leyenda medieval vinculada a la defensa templaria de la ciudad, combina elementos religiosos, históricos y festivos que forman parte del alma caravaqueña.

Según la tradición oral, el origen de los Caballos del Vino se remonta al siglo XIII, cuando Caravaca estaba sitiada por tropas del Reino de Granada. La falta de agua y la mala calidad de la existente provocaron una epidemia dentro de las murallas. Para salvar a la población, los caballeros templarios lograron atravesar las líneas enemigas y regresar con pellejos llenos de vino, transportados a lomos de sus caballos. El vino, bendecido posteriormente, sirvió para curar a los enfermos, y desde entonces se celebra esta gesta como símbolo de fe y salvación.

Antes de los días grandes, las celebraciones comienzan con uno de los actos más queridos: la Noche de las Migas. La noche del 30 de abril, vecinos y peñas caballistas se reúnen para preparar migas tradicionales en las calles y locales, en un ambiente de convivencia y música de charanga. Esta noche representa un auténtico preludio de la fiesta, donde la gastronomía, la amistad y la identidad local se funden en torno a uno de los platos más emblemáticos de la región.

La carrera hacia el castillo y el arte del enjaezamiento

El 1 de mayo tiene lugar el Concurso de Caballos a Pelo, una jornada donde los animales se presentan sin sus lujosos mantos, destacando la nobleza y preparación de cada ejemplar. Sin embargo, el momento más esperado llega el 2 de mayo, con la carrera en la cuesta del castillo. Tras los pasacalles de las peñas caballistas y sus caballos durante la mañana, a partir de las 14:00 horas los caballos, flanqueados por cuatro caballistas y ya vistiendo sus preciosos mantos, ascienden a toda velocidad los 80 metros de pendiente mientras son animados por una multitud entregada. La coordinación entre los mozos y el animal es esencial: si uno de ellos cae o suelta las asas, la carrera queda invalidada.

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Más allá de la velocidad, los mantos bordados son auténticas obras de arte reconocidas internacionalmente. Cada diseño, trabajado durante meses o incluso años, plasma motivos religiosos, históricos y artísticos que reflejan la esencia de Caravaca. Las técnicas de bordado, transmitidas de generación en generación, son motivo de orgullo y objeto de concurso en el que se premia la originalidad, el detalle y la belleza de los enjaezamientos.

La fiesta de los Caballos del Vino representa mucho más que una tradición local: es una expresión viva de camaradería, solidaridad y patrimonio compartido. Con cada edición, Caravaca de la Cruz reafirma su compromiso con una herencia cultural única que continúa deslumbrando tanto a quienes la conocen de siempre como a quienes la descubren por primera vez. Podéis consultar todos los detalles en el programa oficial, a través de este enlace.