Sánchez y la incógnita Voldemort: ¿21 páginas para revolucionar la defensa nacional?
"Y el gran problema es que este plan de defensa, ni despeja esa incógnita ni propone una alternativa. Porque no está pensado para defender al país, sino la coalición de Sánchez y sus votos"
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F5d6%2F09a%2F078%2F5d609a078156934a88af74a332c68186.jpg)
El plan de Pedro Sánchez para revolucionar la defensa nacional rumbo al 2% tiene 21 páginas con las que quiere justificar un desembolso adicional de 10.400 millones de euros para este 2025. Casi 500 millones de euros la página. Si la comparecencia del presidente el martes fue recibida con escepticismo, la publicación al día siguiente del documento oficial ha generado una profunda decepción. No contenta a la tropa, no entusiasma a la industria y espanta a los expertos. Criticado al unísono por sus aliados en el gobierno y sus adversarios en la oposición. Motivos no faltan.
La estrategia de defensa del Gobierno menciona la palabra guerra en una sola ocasión (y era para referirse a guerra electrónica) y apenas cita tres veces la inteligencia artificial; las tres como parte de la manida seguidilla de tecnologías disruptivas. La mayoría de los "instrumentos de defensa y disuasión" (es decir, las armas que Sánchez se niega a mentar) son proyectos que ya estaban en curso o modernizaciones/actualizaciones de sistemas existentes. No incluye ni un solo párrafo sobre drones.
"Ambiguo y poco fiable", resume el profesor Antonio Fonfría, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense y uno de los principales expertos nacionales en economía de la defensa.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F436%2Ffb6%2F4b5%2F436fb64b561286bcbec1b28485ab19d5.jpg)
No es una valoración severa o excéntrica. Está en línea con los militares (en activo y retirados) de diverso rango y diferentes Ejércitos, fuentes de la industria y observadores del sector con los que ha conversado El Confidencial estos días para radiografiar el mayor esfuerzo financiero de la democracia para renovar el poder armado español. La mayoría coincide en las grandes dudas que genera este plan. Excepto en una. La incógnita que puede cambiarlo todo: ¿qué va a hacer Sánchez con el caza Voldemort?
¿Llegaremos al 2% este año?
La primera gran objeción supone una enmienda a la totalidad del proyecto. La mayoría de los consultados considera que la meta de gastar más de 10.400 millones de euros en poco más de ocho meses para cumplir con el (ya casi caduco) umbral de inversión en defensa de la OTAN (el 2% del PIB) es, directamente, inviable.
"Es imposible gastarse ese monto de aquí a diciembre. Ni de broma. Si solo utilizan la ley de contratos del sector público, necesitan más tiempo. El Ministerio de Defensa no tiene capacidad de gestionar ese dinero con los recursos que tiene. Recursos humanos, fundamentalmente", explica Fonfría. "Por eso me parece relevante que Sánchez dijera explícitamente en su comparecencia que el Gobierno tiene la voluntad de hacer ese gasto. Otra cosa es que tenga la capacidad".
No se trata solo de inyectar dinero en el sector, insisten los expertos, sino la eficiencia y ejecución de esos fondos. En 2024, el Ministerio de Defensa dejó sin ejecutar hasta 1.648 millones del presupuesto disponible tras las modificaciones a las cuentas prorrogadas de 2023. Es decir, el Gobierno asignó 15.582 millones al Ministerio de Defensa en 2024, pero logró gastar 13.935 (la mayor brecha desde 2015). Una clara señal de que existe un recalentamiento administrativo y burocrático que es difícil de resolver a corto plazo.
¿Colará en la OTAN?
Existe la sensación generalizada de que la urgencia por presentar un plan que, al menos sobre el papel, ponga a España rumbo al 2% es un imperativo diplomático para Sánchez. Según las estimaciones de 2024, Madrid es uno de los nueve morosos de la Alianza y el socio que menos gasta proporcionalmente de toda la organización (un 1,28%), por detrás de Eslovenia, Luxemburgo o Bélgica.
En la cumbre OTAN de La Haya a finales de junio hay mucho en juego y el presidente necesita ganar tiempo ante la presión aliada. Fuentes de la Moncloa insisten en que todos los epígrafes del plan están ajustados y pactados con la propia OTAN. Pero, de nuevo, muchos lo ponen en duda.
"Las cuestiones ciberseguridad llaman la atención porque, con los criterios actuales, la OTAN no las va a aceptar. Hay partidas en ese epígrafe que no creo que sean computables como gasto en defensa. Y tampoco va a entusiasmar en la Unión Europea, porque muchas de las capacidades del plan no tienen que ver con las prioridades de Bruselas", advierte Fonfría.
¿Es sostenible?
Otro elemento que genera serias dudas es la sostenibilidad en el tiempo del plan. La composición no obedece a una reflexión estratégica que sirva para dotarnos de las Fuerzas Armadas que el país necesita, ni tampoco incluye ningún tipo de análisis económico sobre cómo sostener este esfuerzo en el tiempo. Las cifras de rédito industrial (el Plan tendrá un impacto estimado de 0,4 - 0,7% en el PIB en el corto plazo y creará más de 96.000 nuevos empleos directos e indirectos) no tienen soporte estadístico o metodológico alguno. La financiación, una amalgama de fuentes temporales, de fondos del covid, a partidas sin presupuestar de 2023 o "ahorros" de 2024.
"Está todo cogido con pinzas, con muchas cosas en el aire. No tenemos ni idea de cómo se ha calculado nada, ni una referencia. Como no hay presupuesto, al Gobierno le es más fácil mover fondos de un ministerio para otro, de una cartera a otra, de una partida a otra. Pero es jugar muy en el límite con lo que hay. Además, en algún momento tendrá que haber presupuestos y a ver cómo incorporas todo eso sin haber consultado con nadie", explica Fonfría.
Fuentes gubernamentales apuestan a que el año que viene, el Gobierno podrá negociar unos presupuestos y que las perspectivas económicas favorables permitirán cumplir con ese 2% (unos 34.000 millones de euros con el PIB actual) hasta 2029 sin problemas. Mientras tanto, ganan tiempo mientras se activan los planes europeos de defensa que puedan ayudar a financiar estos desembolsos.
"Eso ya es mucho suponer. Pero es que ni Sánchez ni nadie en el Gobierno mencionan que en dos meses, en la cumbre de La Haya, nos van a pedir subir el gasto muy por encima del 3%. Eso son más de 40.000 millones adicionales.
¿Quién sale ganando?
La recepción del plan en la industria ha sido mixta. Por un lado, son optimistas en que el plan (más allá de sus detalles) genere una inercia positiva en los próximos años. Sin embargo, existe el temor —dada la composición y urgencia de las partidas— de que el grueso de los fondos se concentren en las grandes empresas del sector, especialmente Indra y otras compañías con capital público, como Navantia, Airbus o Telefónica (que optan a unos potenciales 6.000 millones de todo el gasto extra).
"Apenas se mencionan a las startups y pequeñas empresas con la vaga promesa de que esto nos va a beneficiar. Pero no explica cómo. Se habla de innovación de forma etérea. Está muy centrado en ciberseguridad, comunicaciones, simuladores y radares, y algunas modernizaciones y compras de vehículos (aviones y buques), casi todos de uso dual. Esto es para las grandes", comenta, decepcionada, una fuente de una pyme de defensa.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ff87%2F2a4%2F7f4%2Ff872a47f4ee3d58f6c33f3efeb85dd6d.jpg)
Tampoco la lista de la compra ha deparado sorpresas o alegrías. A los 50 programas de modernización existentes se han agregado 31 nuevos, muchos con montos minúsculos. "Muchos elementos son reciclados. Por ejemplo, las subidas de salarios a las tropas ya se habían aprobado. También la mayoría programas de modernización de armas, la mayoría en agenda porque se planifican para varios años. Imagino que van es acelerar el proceso de pagos y abrir algunos más, pero nada muy relevante por lo que hemos visto", explica el profesor de la Complutense.
¿Y quién perdiendo?
La que se siente más perjudicada es la tropa. La gran mayoría de los 3.712 millones para el epígrafe Condiciones laborales, preparación y equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas van destinados a simuladores, equipos de entrenamiento y material variado que redundará en la industria. Apenas 679 millones están destinados a retribuciones (un plan ya anunciado y aprobado a principios de año), al que además suman la eventual incorporación de nuevos efectivos (que no está materializada).
Las asociaciones de militares profesionales ha expresado su disconformidad con este reparto. Critican no solo que el Gobierno dé por zanjada la discusión salarial, sino que no haya existido ningún tipo de debate sobre la reforma de la carrera militar.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8ad%2F631%2F0e9%2F8ad6310e9a1c83971e1d0f5057bf3116.jpg)
¿Qué es el caza Voldemort?
Para entender este último punto, se necesita un poco de contexto para los que no manejen con soltura los temas militares.
De la miríada de debates que hay en el ecosistema de la defensa nacional sobre el diseño de las Fuerzas Armadas, el más estratégico, complejo y caro hoy día es el que rodea al ala fija embarcada. Esto es, qué tipo de aeronaves podemos llevar en nuestros portaaviones. Actualmente, España cuenta con un solo navío de este tipo, el LDH Juan Carlos I, buque insignia de nuestra Armada. Su capacidad de transportar tropas, equipos y aeronaves dota a nuestros infantes de marina de proyección estratégica en cualquier teatro de operaciones anfibio. Pero no es un portaviones como tal.
Las siglas significan landing helicopter dock, o pista de aterrizaje de helicópteros con muelle inundable; y solo puede operar sistemas de despegue y aterrizaje vertical, como los helicópteros de transporte pesado Chinook o los cazas Harrier (de los que la Armada tiene una docena operativos y un entrenador biplaza). ¿El problema? Que a los Harrier les quedan unos seis años útiles de vida y el fabricante (la estadounidense Boeing) los ha descontinuado. Sin esos aviones de ataque, en 2030, el Juan Carlos I se convertirá en un barco de transporte carísimo, sin capacidad para cumplir la misión para que fue construido. Y nuestras Fuerzas Armadas bajarán automáticamente de liga.
Aquí llega la incógnita. El único avión capaz de sustituirlos es el F-35, el caza de 5ª generación de la estadounidense Lockheed Martin. Este caza no solo tiene una versión navalizada (el F-35B, con capacidad de despegue vertical), sino que es el más avanzado del mundo y pondrían tanto a la Armada como al Ejército del Aire a un nivel superior. Pero esto supone un desembolso muy considerable (la mayor de todas las partidas militares del país) en un caza extranjero que, para más inri, estadounidense. Y con Trump en la Casa Blanca.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fc82%2F2cc%2F18a%2Fc822cc18aab722fd1bbb12a47cd71c60.jpg)
Su radioactividad política hace que Defensa y Moncloa guarden absoluto silencio sobre el tema y evitan mencionarlo, en público y en privado. Por eso, en cuarteles y despachos se refieren a él como el caza Voldemort que, como el villano de la saga Harry Potter, no debe ser nombrado.
¿Y qué va a pasar?
Las apuestas del sector en este aspecto están divididas. Están los que aseguran que el F-35 caerá por su propio peso estratégico. No solo encajan en los planes de la Armada y el Ejército del Aire, sino que incluso hay una partida presupuestaria de 2023 con más de 6.250 millones de euros reservada expresamente para la sustitución de los Harrier de la Armada y a una segunda fase de sustitución del resto de la flota de F-18 (38 ejemplares de EF-18M). Aunque todavía no se ha anunciado cuál, todos apuntan en una sola dirección.
"Cualquier otra alternativa sería más escandalosa. Además, si es inteligente, Sánchez se guardará los F-35 como palanca política para cuando le haga falta vender un gesto a la Casa Blanca. O si se ve muy apurado con gasto, podría acelerar todo con un solo programa. Al fin y al cabo, casi que es el principal avión europeo de combate. Tiene lógica militar, europea y aliada", apunta una fuente militar.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0cd%2F9ec%2F6d8%2F0cd9ec6d8fbb064dabfb23ce6ae86d13.jpg)
Otros son menos optimistas. Creen que el tono, el fondo y la retórica del presidente alejan la posibilidad de que se compre el F-35. Y fuentes del sector que conocen de primera mano la postura de Sánchez sobre este caza opinan que es muy difícil que cambie de opinión. Sobre la mesa, está la alternativa de dotar al Juan Carlos I con drones, una vía que está explorando Turquía (que compraron un LHD gemelo al de la Armada diseñado por Navantia). También la propia Navantia con Airbus, que han anunciado pruebas para embarcar el futuro dron de reconocimiento Sirtap. Pero los expertos avisan que ni será fácil, ni mucho menos lo mismo.
"Sánchez no va a ceder con Estados Unidos. Para él es algo personal. Así que elegirá cualquier opción que no sea el F-35, aunque eso sea a costa de condenar a nuestras Fuerzas Armadas a seguir siendo comparsa de otros poderes", comenta una fuente del sector que conoce la situación de cerca. "Y el gran problema es que este plan de defensa, ni aclara esta duda, ni propone otras posibilidades. Porque el plan no está pensado para defender al país, sino a la coalición del presidente y sus votos", concluye.
El plan de Pedro Sánchez para revolucionar la defensa nacional rumbo al 2% tiene 21 páginas con las que quiere justificar un desembolso adicional de 10.400 millones de euros para este 2025. Casi 500 millones de euros la página. Si la comparecencia del presidente el martes fue recibida con escepticismo, la publicación al día siguiente del documento oficial ha generado una profunda decepción. No contenta a la tropa, no entusiasma a la industria y espanta a los expertos. Criticado al unísono por sus aliados en el gobierno y sus adversarios en la oposición. Motivos no faltan.