La pieza que puede quebrar la coalición de izquierdas
La crisis que parece haber esquivado el Gobierno con la cancelación del contrato con la empresa israelí es solo el comienzo. Algo ha cambiado en la izquierda y las tensiones regresarán
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El gobierno de coalición ha evitado un problema serio con la cancelación del contrato firmado con una empresa israelí. De haber seguido adelante con la adquisición tampoco resultaba esperable una ruptura, porque Sumar parece necesitar más al PSOE que al revés, pero eso no significa que los problemas no sigan ahí. El camino emprendido por Podemos y su negativa a incrementar el gasto en defensa, así como a aprobar unos presupuestos que lo contemplen, ha abierto una puerta que va a resultar difícil cerrar.
Al tirar de la cuerda de la guerra, Podemos ha desplazado a su espectro político hacia un nuevo lugar. Como no forma parte del gobierno, ocupa un espacio al margen que le permite confrontar dialécticamente con Díaz y con el PSOE y dibujar una posición propia. Los de Iglesias quieren asumir el papel de la izquierda verdadera frente a los grupos que componen Sumar, que representarían a un progresismo domesticado. Ese tirón brusco ha obligado a IU a reaccionar y al grupo de Díaz a adoptar un perfil políticamente más hostil con algunas decisiones de Sánchez, aunque solo sea para no perder espacio.
La guerra ha brindado a Podemos la oportunidad de regresar a viejas posiciones de la izquierda, como el antibelicismo y el antiamericanismo
Asuntos como las guerras de Ucrania y de Gaza, y en especial la exigencia de EEUU para que gastemos más en la OTAN, han brindado la oportunidad a Podemos de regresar a viejas posiciones de la izquierda, como el antibelicismo y el antiamericanismo. Las formaciones que componen Sumar no pueden seguir a los de Iglesias por ese camino, ya que algunas de ellas apoyan el gasto en defensa, aunque preferirían que se destinase a empresas europeas, y otras no se pueden significar radicalmente en contra al formar parte de la coalición.
Marcar la posición
El planteamiento de Podemos ha generado ondas sísmicas en la izquierda del PSOE y ha dado comienzo a una competición por liderar ese espacio a la que le queda mucho camino. IU está destinada a jugar un papel relevante en ella, en especial por el lugar intermedio que ocupa.
Los de Maíllo no pueden regalar a Podemos el espacio de la izquierda más combativa, y menos después del crowdfunding. En esta minicrisis, ya han mostrado su determinación a la hora de marcar terreno con un asunto tan sensible como la guerra de Gaza. El líder de IU y Enrique Santiago han adoptado un papel protagonista y han presionado a Sumar y al PSOE de una manera muy expresa. Es un paso adelante que su militancia llevaba tiempo esperando.
El plan de Sumar pasa por apuntalar la acción de sus ministros y por realizar una tarea legislativa que les aporte capital electoral
Tampoco IU puede dejar que Iglesias acapare toda la atención en un asunto, como la OTAN, en la que el PCE ha tenido tanta presencia. La antipatía hacia el imperio americano es una señal distintiva de Izquierda Unida, y sería raro que dejara que otra fuerza ocupase un terreno que le es propio. Sin embargo, la razón principal por la que IU puede jugar un papel importante va más allá de lo ideológico.
Podemos ha demostrado que fuera del gobierno se manejan mejor las bazas políticas, y que adoptar una actitud poco complaciente con la coalición ofrece réditos. Sumar está preso de esa dinámica por su debilidad interna y por la indefinición de su fórmula. Tanto en las elecciones anteriores como de cara a las próximas ha necesitado y necesita de lo mismo: tiempo. Debe reconstruirse a partir de una coalición de partidos regionales y del papel que juegue el núcleo cercano a Yolanda Díaz. Su plan pasa por apuntalar la acción de sus ministros y por realizar una tarea legislativa frecuente que les aporte visibilidad, de modo que, cuando toque acudir a elecciones, puedan ofrecer a los votantes una hoja de servicios que avale las candidaturas y al espacio mismo. Por eso, en plena crisis de la adquisición de balas, Díaz anunció que la semana que viene se aprobará la reducción de la jornada laboral.
El factor decisivo
La estrategia de Sumar requiere tiempo, cercanía con el PSOE que les permita aprobar proyectos y mantener vivo el gobierno de coalición . Las necesidades de Izquierda Unida pueden ser otras, ya que su situación no encaja bien con el proyecto Sumar, en la medida en que solo cuentan con un ministerio de segundo rango con el que pueden brillar poco y tampoco pueden permitir que Podemos ocupe el espacio de la izquierda tradicional.
La amenaza de salirse de la coalición, que se ha puesto encima de la mesa estos días, puede ser una carta que se haga valer en el futuro. La dirección del partido y la ministra Rego tienen relaciones aceptables, pero no son de la misma cuerda política, lo que ayuda a la hora de realizar sacrificios en los cargos.
Si los tiempos cambian y las exigencias europeas no circulan por un camino aceptable, los incentivos para dejar la coalición serán mayores
Los incentivos para una salida futura de IU del gobierno ya están presentes: permanecer en Sumar les lleva a ser una fuerza menor dentro del espacio de la coalición y a estar demasiado presos de los acuerdos, mientras que fuera podrían articular mejor su espacio y ejercer de freno de Podemos. Esa posición les aportaría, además, flexibilidad a la hora de articular pactos futuros y un mayor poder de exigencia dentro de las alianzas.
Sin embargo, de fondo hay un factor que será decisivo. Existe la sensación entre buena parte de las izquierdas de que, a partir del año próximo, el gobierno va a tener que tomar decisiones difíciles que no van a resultar especialmente populares entre sus votantes. Si los tiempos cambian y las exigencias europeas no circulan por un camino aceptable, los incentivos para dar un paso al lado y abandonar la coalición serán mayores. En especial, a medida que se acerquen las elecciones.
No obstante, la dificultad mayor para las izquierdas no reside en cómo maniobrar para recomponer el espacio o cómo actuar para tener más influencia en él, sino en la pérdida de aceptación social que se refleja en las actuales encuestas. Hay un porcentaje de electores en la izquierda que nunca introducirán una papeleta del PSOE en las urnas, pero eso es poco por sí mismo, y más aún si se reparte entre diferentes partidos. Su tarea debería ser la de ganar votantes, pero eso requiere de una actividad mucho más estratégica que táctica: tienen que resituarse en un mundo postneoliberal al que no le han cogido el pulso aún. Por eso la guerra y la extrema derecha continúan siendo sus principales banderas.
El gobierno de coalición ha evitado un problema serio con la cancelación del contrato firmado con una empresa israelí. De haber seguido adelante con la adquisición tampoco resultaba esperable una ruptura, porque Sumar parece necesitar más al PSOE que al revés, pero eso no significa que los problemas no sigan ahí. El camino emprendido por Podemos y su negativa a incrementar el gasto en defensa, así como a aprobar unos presupuestos que lo contemplen, ha abierto una puerta que va a resultar difícil cerrar.