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Un año de la última mutación de Sánchez: aislado, débil e incapaz de someter a jueces y medios
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CARTA A LA CIUDADANÍA

Un año de la última mutación de Sánchez: aislado, débil e incapaz de someter a jueces y medios

El 24 de abril de 2024, el jefe del Ejecutivo se dio cinco días para reflexionar sobre si merecía la pena seguir en La Moncloa: decidió quedarse y arremeter sin éxito contra los dos espacios de poder que representan la resistencia democrática

Foto: Reacción de la prensa internacional. (EC)
Reacción de la prensa internacional. (EC)
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"No sabemos nada. Yo no sé nada, ni lo sabemos ninguno". Son palabras de un ministro importante del Gobierno de Pedro Sánchez durante los cinco días de reflexión que el presidente del Gobierno se dio a sí mismo hoy hace un año. Con aquella pausa temporal, Pedro Sánchez envió un mensaje de consumo interno que ha contribuido a consolidar su bunkerización en la Moncloa y que su entorno político más cercano entendió como un mensaje contundente: el único núcleo duro es su esposa, Begoña Gómez, y por eso la decisión de dirigirse por carta a los españoles fue impactante para ese equipo de confianza: María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar Puente, Óscar López no sabían nada.

Son él y su mujer”, decía entonces ese mismo ministro, expectante ante la incertidumbre generada por un movimiento inédito en un gobernante en una democracia europea en el siglo XXI: cancelar su agenda y retirarse cinco días a decidir su futuro. Sólo habían transcurrido 160 días de su investidura como presidente, poco más de cinco meses. Poco tiempo, pero en el que se había producido un hecho relevante: las investigaciones periodísticas y judiciales sobre las actividades empresariales y las relaciones profesionales de su esposa. Y Sánchez confesó sin rubor en su carta a la ciudadanía que es "un hombre profundamente enamorado de su mujer".

Finalmente, el presidente compareció tras cinco días en los que no hubo una sola filtración. Era un lunes por la mañana en medio de gran expectación mediática y en un ambiente de confusión general acelerado por la decisión de acudir previamente al palacio de la Zarzuela, lo que desató las especulaciones. Sin embargo, el presidente decidió continuar en la Moncloa y escuchar los gritos de un partido demasiado débil que ese fin de semana se movilizó para convencerle al grito de "Pedro, quédate", gritaron, tuitearon, corearon centenares de dirigentes y miles de militantes pensando que su líder necesitaba calor social para salir de una crisis personal. Pero si era eso o una estrategia política, un año después nadie lo ha explicado.

Un punto y aparte

Y el nuevo Sánchez compareció con gesto desafiante: "He decidido seguir y esta decisión no es un punto y seguido, es un punto y aparte. Se lo garantizo". Con esta frase el presidente del Gobierno daba comienzo a una nueva etapa en su trayectoria política: el muro que levantó en la sesión de investidura debía ser más alto, pero no reconoció que era para protegerse a sí mismo y a su Gobierno, sino "por la regeneración pendiente de nuestra democracia". Una versión actual del "la democracia soy yo". Así comenzó una nueva etapa en la que Sánchez llevó los señalamientos al Poder Judicial, los ataques a los medios, la colonización de instituciones y la entrada en empresas públicas a extremos desconocidos desde la Transición política.

Foto: El presidente de la Junta de Castilla La Mancha Emiliano García Page. (EFE/Fernando Villar)

A lo largo del año siguiente son incontables los ataques de miembros socialistas del Gobierno a los jueces que instruyen causas que afectan al Gobierno, con especial atención a Juan Carlos Peinado por el caso Begoña; a Ángel Hurtado por la causa contra el fiscal general, Álvaro García Ortiz; a la juez Beatriz Biedma por el procedimiento sobre su hermano David; y, por encima de todo, a las Salas II y III del Tribunal Supremo, auténticos diques de contención frente a los abusos del Ejecutivo.

Pero eso no es todo: la nueva estrategia diseñada por Sánchez aceptó pactar con el PP la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con el objetivo de conseguir renovar la presidencia de ambas salas del Alto Tribunal para situar a magistrados afines. En todos los casos, el resultado ha sido un sonoro fracaso: los jueces de instrucción siguen avanzando; su mujer, su hermano y "su" fiscal general siguen investigados y en peor situación que hace un año; y la presidenta del CGPJ, Isabel Perelló, no se pliega a las presiones que le llegan desde la Moncloa, lo que mantiene al nuevo CGPJ fragmentado entre conservadores y progresistas y a los puestos más relevantes de la Judicatura en situación de interinidad.

"Máquinas del fango"

El ataque a la prensa también empezó en esa comparecencia. Bautizó a los medios díscolos como "máquinas del fango" o "seudomedios" y anunció medidas legislativas que aún tardarían unos meses en llegar, y que implicarían a medio Gobierno: reformas de los delitos sobre la libertad de expresión, encargó a la CNMC para que tutele el registro de medios para saber quiénes los controlan y cómo se financian, establecimiento de "límites" a la publicidad institucional y un organismo interministerial que cada tres meses se reuniría para repasar las informaciones publicadas por los medios. Sin embargo, como con el Poder Judicial, la estrategia tampoco ha sido exitosa, pues los escándalos que afectan al Gobierno se siguen copando las portadas, telediarios, boletines y programas de análisis político.

Es más, en este último año se ha podido constatar otro problema: cuando Sánchez compareció en el Congreso en noviembre de 2023 tras recibir el encargo del Rey de que buscara apoyos para formar Gobierno, Sánchez dijo que no sólo pediría el voto para la investidura, sino para la gobernabilidad. Lo primero lo consiguió, pero lo segundo no, como ha demostrado la incapacidad del Gobierno para presentar los Presupuestos Generales del Estado (PGE), lo que llevó al nuevo Pedro Sánchez a sumar a sus ataques al Poder Judicial y al llamado cuarto poder un nuevo desprecio democrático: "Gobernaré con o sin el concurso del Legislativo", dijo en rueda de prensa a finales de agosto consciente de que sus socios (Junts y Podemos principalmente, pero también ERC y el PNV) habían emprendido un camino de difícil retorno de alejamiento del Gobierno.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la comparecencia donde anunció su continuidad como Presidente del Gobierno. (Europa Press/Moncloa)

Transcurrido un año desde la publicación de la carta a la ciudadanía, Pedro Sánchez es un presidente aislado, que ha perdido el control del Parlamento, agresivo con el Poder Judicial y los medios de comunicación y que busca ganar cotas de poder en el ámbito empresarial. Así se entiende la destitución al presidente de Telefónica, José María Álvarez Pallete: lo llamó a Moncloa un sábado previo a la cumbre de Davos, lo recibió uno de sus subordinados y se le comunicó una decisión totalmente inesperada, en lo que el sector empresarial entendió como un mensaje a navegantes: "Nos acaba de decir 'aquí mando yo', comentaban importantes empresarios españoles en la cumbre empresarial por antonomasia.

"Free Begoña"

En lo que sí ha cosechado un indudable éxito es en el cierre de filas en el ala socialista de su Gobierno y en el PSOE. Por eso decidió adelantar el congreso federal del partido, un cónclave de victimización y culto al líder en el que se consagró el zapaterismo como guía y la kirchnerización como modelo. En aquel fin de semana de diciembre, la militancia se impuso a los cargos medios y se vendieron pulseras con el lema "free Begoña". A pesar de estar formalmente investigada judicialmente, la mujer del presidente hasta se dio un baño de masas entre gritos de adhesión. ¿Cabe mayor muestra de culto al líder que aplaudir a la mujer del jefe a pesar de que está siendo investigada?

Ése es el mejor reflejo de un Gobierno y un partido en el que nadie se atreve a plantar batalla. El poder de Sánchez es, por tanto, absoluto y en el día de hoy nadie se atreve a levantarle la voz, no vaya a ser que vuelva a retirarse a reflexionar. "Es el presidente más atacado de la democracia", dicen en su Ejecutivo, convencidos de que ninguno de sus antecesores sufrió "una campaña de acoso tan brutal desde las derechas mediáticas, políticas y judiciales".

Y así se gestó la última mutación de un presidente que no ha cesado de cambiar: en 2014, cuando concurrió por primera vez a las primarias del PSOE -contra Eduardo Madina- hablaba de sí mismo como el representante del “ala liberal del partido” y se presentaba en sociedad bajo una inmensa bandera de España y de la mano de su esposa. Once años después de aquello, Pedro Sánchez se ha convertido en un líder camaleónico, preso de su hemeroteca y capaz de mutar una y mil veces con tal de permanecer en el poder: un animal político con dejes pospopulistas que el 29 de abril de 2024 no dudó en erigirse como el único defensor de la democracia. Como los buenos populistas. Eso sí, siempre de la mano de Begoña Gómez.

"No sabemos nada. Yo no sé nada, ni lo sabemos ninguno". Son palabras de un ministro importante del Gobierno de Pedro Sánchez durante los cinco días de reflexión que el presidente del Gobierno se dio a sí mismo hoy hace un año. Con aquella pausa temporal, Pedro Sánchez envió un mensaje de consumo interno que ha contribuido a consolidar su bunkerización en la Moncloa y que su entorno político más cercano entendió como un mensaje contundente: el único núcleo duro es su esposa, Begoña Gómez, y por eso la decisión de dirigirse por carta a los españoles fue impactante para ese equipo de confianza: María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar Puente, Óscar López no sabían nada.

Pedro Sánchez Begoña Gómez María Jesús Montero Félix Bolaños CGPJ
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