Torrijas: el dulce típico de Semana Santa... pero en esta región de España se toman en Navidad

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Cuando llega la Semana Santa, las cocinas españolas se llenan de aromas dulces y especiados. Uno de los protagonistas indiscutibles de estas fechas es la torrija, ese bocado de pan empapado en leche, pasado por huevo y frito en aceite que, desde hace siglos, endulza los días de Cuaresma. Este dulce de aprovechamiento, nacido para reutilizar el pan duro, se ha convertido en símbolo gastronómico de la Pascua, especialmente en hogares donde la tradición se mezcla con el placer de cocinar.

La receta clásica de torrijas varía poco de norte a sur, aunque cada familia tiene sus secretos. Primero se infusiona la leche con cáscara de limón y canela. Luego se empapa el pan —mejor si es del día anterior y de miga compacta—, se pasa por huevo batido y se fríe hasta dorar. Finalmente, se espolvorea con azúcar o se baña en miel. El resultado es un postre jugoso, calórico y delicioso, que ha resistido el paso del tiempo y que también guarda una historia curiosa: en sus orígenes, se ofrecía a mujeres que acababan de dar a luz como alimento reconstituyente.

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El Confidencial

Aunque se suele asociar a la Semana Santa, las torrijas no tienen un único calendario. En una zona concreta de España, se preparan también durante la Navidad, donde reciben el nombre de 'tostadas' y forman parte del recetario festivo de invierno. Esta costumbre, que solo se da en Cantabria y que rompe con el patrón general del resto del país, se ha convertido en una seña de identidad gastronómica para muchas familias de esta comunidad autónoma.

La tierra donde las torrijas se toman en diciembre

En Cantabria, las torrijas no esperan a la Semana Santa. Aquí, el calendario les da un giro y se cuelan en las mesas navideñas bajo el nombre de 'tostadas'. Se sirven como desayuno, postre o merienda durante las fiestas de diciembre, especialmente el día de Navidad y Año Nuevo, y muchas veces van acompañadas de una copita de anís. Esta tradición, muy arraigada en la región, se transmite de generación en generación como parte de las costumbres familiares.

Aunque no hay un origen exacto documentado, la primera pista sobre estas 'tostadas de Navidad' aparece en 1864, en la obra Escenas Montañesas del escritor cántabro José María de Pereda. En uno de sus capítulos, describe cómo una familia prepara este dulce durante la cena de Nochebuena. El texto deja claro que ya entonces se elaboraban con azúcar y se consideraban un manjar típico de la época, lo que convierte esta receta en una tradición centenaria dentro de la región.

Aunque los ingredientes pueden variar, en Cantabria mantienen viva esta tradición dulce que ellos celebran en Navidad

Hoy, las tostadas cántabras han evolucionado sin perder su esencia. Algunas se elaboran con pan especial enriquecido con mantequilla, otras se remojan en leche —producto abundante en esta zona ganadera— y también las hay que optan por el vino blanco como alternativa. Todas se rebozan en huevo, se fríen y se espolvorean con azúcar y canela. Aunque los ingredientes pueden variar, lo que permanece es el cariño con el que se preparan, manteniendo viva una tradición dulce que en Cantabria se celebra… en Navidad.