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Después del populismo, ¿hay democracia? Sánchez como modelo de la antipolítica
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Después del populismo, ¿hay democracia? Sánchez como modelo de la antipolítica

Una decena de expertos españoles advierte en un libro académico de las tentaciones iliberales y señala al presidente del Gobierno como la representación española de una tendencia universal de sustitución de la democracia liberal por un pospopulismo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez abandona el hemiciclo tras una sesión de control al Gobierno. (EFE/Mariscal)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez abandona el hemiciclo tras una sesión de control al Gobierno. (EFE/Mariscal)
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La democracia liberal está en crisis, y España no es una excepción. Es más, en algún asunto es un caso paradigmático de contaminación antipolítica: el proceso independentista catalán. Pero eso no es todo, ni siquiera es lo más importante. En todo Occidente existe un alarmante y acelerado proceso basado en tres amenazas: al pluralismo, a la separación de poderes y a la libertad de expresión. ¿Verdad que las tres riman demasiado con la ejecutoria en el Gobierno de Pedro Sánchez, especialmente en la actual legislatura?

Este es el argumento central que plantea en su introducción ' La democracia después del populismo' (Tecnos, 2025), una obra coral de una decena de politólogos, filósofos, economistas, sociólogos y juristas que unen sus voces para elogiar la democracia liberal. Una defensa rocosa desde la Academia para dotar de argumentos a quienes en 2025 siguen creyendo en la alternancia, en la verdad, en la política como punto de encuentro. El contexto es internacional: surgen líderes mesiánicos, llegan las soluciones simplistas, prolifera la desinformación y prosperan las distintas formas de mentira. En definitiva: irrumpe el populismo, que tiene distintos rostros y ocupa espacios en ambos extremos ideológicos. La pregunta final es inevitable: y después de todo eso, ¿hay democracia?

En este libro el adjetivo “académico” no es sinónimo de "teórico", porque los profesores coordinados por Javier Redondo y María Inés Fernández Peychaux ponen nombres y apellidos, especialmente cuando hablan de España. Y el nombre más repetido es Pedro Sánchez, presidente del Gobierno desde hace 2.500 días. El problema, argumentan, es que “para Sánchez la verdad es lo que termina por suceder”, llámese amnistía, 'lawfare' o revisión de la Transición política.

Foto: Pablo Iglesias durante la presentación de su libro. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)

Los autores sostienen que lo que distingue un modelo democrático es la defensa del individuo frente a las arbitrariedades. Sin embargo, está surgiendo una suerte de “absolutismo democrático” apoyado en líderes carismáticos para quienes la separación de poderes ha de supeditarse a la regla de la mayoría (la mitad más uno). Y eso, trasladado al aquí y ahora español, son los jueces acusados de hacer 'lawfare', los medios de comunicación actuando como “máquinas del fango” o una oposición que, haga lo que haga, actúa desde el otro lado del “muro” democrático. ¿No dedicó Pedro Sánchez más de media hora de su discurso de investidura a levantar un muro contra la oposición? ¿No volvió de sus cinco días de retiro anunciando un plan frente a los medios? ¿No atacan sus ministros, y él mismo, día sí y día también a los jueces? Sí, concluyen los profesores: las amenazas comunes de esta dinámica populista y autoritaria que se extiende por Occidente son, precisamente, el pluralismo, la separación de poderes y la libertad de expresión.

Populismo bueno, populismo malo

Los autores desmontan desde las primeras páginas la idea de que hay un populismo “bueno” y uno “malo”, como ha tratado de imponer una corriente académica que ha hecho fortuna en la opinión pública: los movimientos de izquierdas como los que surgieron en España (Podemos), Italia (Cinco Estrellas) y Grecia (Syriza) son aceptables en la medida que abanderan la justicia social, cuando no son más que una reconfiguración del marxismo que agrede el concepto de democracia representativa: “No es casualidad”, dicen los autores, “que el rearme del posmarxismo coincida con la publicación de distintos trabajos sobre democracia directa, asamblearia o deliberativa”. ¿Cómo no recordar aquel grito coreado en la Puerta del Sol en mayo de 2011: “Lo llaman democracia y no lo es”, cantaban en las plazas mientras en las académicas se dotaba de cuerpo doctrinal el ataque a la democracia representativa.

¿Y el populismo de derechas?: “En este libro no compartimos la visión de muchos de los más -o no tanto- reputados politólogos del momento, que creen que la extrema derecha, nueva derecha, derecha alternativa o derecha radical representa un peligro mayor que la extrema izquierda, nueva izquierda, izquierda alternativa o izquierda radical. Consideramos que España es probablemente el ejemplo más claro de deterioro institucional provocado por la contaminación populista de izquierda. Prueba de ello es que el PSOE ha asumido e interiorizado en su último Congreso Federal, celebrado en noviembre de 2024, que sufre un acoso y político, mediático y judicial”.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)

Presente, pasado y futuro

Esa antipolítica proyecta su lógica narrativa hacia el pasado, el presente y el futuro. Hacia el pasado mediante las leyes de la memoria, lo que en España significa resucitar a Franco e vincular a los adversarios políticos con la dictadura para, así, deslegitimarlos como alternativa. Hacia el presente, erigiéndose como víctimas de un asedio constante, que en España es “político, mediático y judicial”: “Bajo este prisma”, se explica en la introducción del libro, “cobra sentido que Pedro Sánchez defendiera que su investidura constituía un ‘muro’ contra la derecha y la ‘ultraderecha’”. ¿Y hacia el futuro?: “La culminación de la antipolítica es la construcción de una moralidad excluyente (…) que eleva la disputa a buenos y malos”.

Un ejemplo: si usted es “antisanchista”, ¿no ha sentido alguna vez la sensación de que es capaz de aguantarlo todo con tal de seguir en la Moncloa? Eso es porque el principio de alternancia está en cuestión y la sensación de irreversibilidad ha penetrado en la conciencia colectiva y está dando lugar a algo que es el principio de las dictaduras: “el agonismo”.

Otro ejemplo: ¿se siente usted cada vez más enfrascado en una comunidad de información en la que cada vez escucha más lo que usted desea escuchar? Esta “burbuja de alienación” viene desde el surgimiento de los medios de comunicación de masas medio siglo atrás, pero con las nuevas tecnologías y las redes se está acrecentando: “la customización de la información crea comunidades digitales endogámicas que fomentan la polarización en entornos que no construyen canales de comunicación, debate o deliberación con opiniones diferentes”. Por eso se dice tanto que la política, en 2025, es relato, es narrativa. ¿Verdad que usted también lo ha escuchado?

Foto: Manifestantes en el 15-M en Madrid. (EFE/Kiko Huesca)

En definitiva, la desafección democrática se ancla en una sociedad escéptica que no cree que las instituciones, especialmente los partidos políticos, sean capaces de dar respuesta a las demandas insatisfechas. Y si esto es una amenaza general, lo es aún más en los jóvenes, donde crece exponencialmente el apoyo explícito de prácticas y regímenes autoritarios.

Sobre todo esto escriben los profesores Álvarez Tardío, Baiget Pons, De la Quintana, Elía Mañú, Guivernau, Portero, Rivero, Serra y Veira Ramos, coordinados por Redondo y Fernández Peychaux, que en suma advierten de que la democracia liberal necesita recuperar su autoestima. Por eso han publicado este libro, para dotar de argumentos a quienes están dispuestos a dar la batalla contra la antipolítica. Porque España, dicen los profesores, está ya en la fase de pospopulismo. Y lo peor de todo, sostienen Redondo y Peychaux, es que los enemigos de la democracia todo lo hacen, lo justifican y lo proclaman, precisamente, en nombre de la democracia.

La democracia liberal está en crisis, y España no es una excepción. Es más, en algún asunto es un caso paradigmático de contaminación antipolítica: el proceso independentista catalán. Pero eso no es todo, ni siquiera es lo más importante. En todo Occidente existe un alarmante y acelerado proceso basado en tres amenazas: al pluralismo, a la separación de poderes y a la libertad de expresión. ¿Verdad que las tres riman demasiado con la ejecutoria en el Gobierno de Pedro Sánchez, especialmente en la actual legislatura?

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