Los helados más originales de Asturias que están disponibles durante todo el año: hay delicias de té matcha y Seta Shiitake
Helados artesanales que no siguen las modas, sabores que sorprenden por su originalidad y un concepto que rompe con todo lo establecido
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Helados artesanales, sabores sorprendentes y una filosofía que desafía la estacionalidad: así es Cremela, una de las heladerías más innovadoras de Asturias, con locales en Gijón, Avilés, Cangas de Onís, Ribadesella y Villaviciosa. Su propuesta rompe moldes y conquista tanto a chefs como a amantes del buen helado.
Lejos de las vitrinas tradicionales y de los sabores de siempre, Cremela ha sabido construir una marca con identidad propia. Detrás de este proyecto se encuentra José Manuel Martínez Salas, pastelero y heladero con una sólida trayectoria gastronómica. Su idea inicial fue crear postres personalizados para restaurantes, pero el sueño tomó forma definitiva con la apertura de su primer local a pie de calle en Cangas de Onís, donde cada tarrina se convierte en una experiencia sensorial.
Lo que distingue a Cremela no es solo la calidad de sus materias primas —seleccionadas de forma personal—, sino también su capacidad para sorprender con sabores poco habituales. El helado de té matcha con pomelo, torrija o el de Seta Shiitake conviven en la carta con otros más clásicos como leche merengada, yogur de granja con Amarena, sorbete de mango con fruta de la pasión o chocolate 80%. Y todos ellos se mantienen disponibles durante todo el año, gracias a una apuesta clara por la desestacionalización del producto.
Los sabores más orginales del obrador
Además de su carta cambiante y elaborada en su propio obrador, Cremela ofrece un servicio exclusivo de helados personalizados para eventos, restaurantes o incluso para aquellos que deseen conmemorar un momento especial con un sabor hecho a medida. Como afirma Salas, su objetivo no es ser el mejor helado del mundo, sino "el más honesto y sincero", donde cada ingrediente cuente de verdad.
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Cremela conserva sus 28 sabores bajo el sistema tradicional de pozzetti, que mantiene el producto en óptimas condiciones y aporta un toque de misterio a cada servicio. Cada tapa de acero inoxidable esconde una creación diferente, desde los clásicos hasta los más insólitos. Esta apuesta estética y funcional contribuye a realzar la experiencia de quien se atreve a descubrirlos.
Esta presentación, poco habitual, preserva la calidad del producto y convierte la elección en un juego sensorial para el cliente, especialmente cuando se topa con sabores tan inesperados como té matcha con pomelo, queso Gamoneu con miel y nueces o sorbete de fresas y rosas. Todas las recetas están elaboradas sin aromas añadidos y con producto fresco.
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Heladería, obrador, marca gastronómica y laboratorio creativo, Cremela se ha convertido en todo un referente en la región. Y aunque su origen está vinculado al Hotel La Cepada y al restaurante El Cenador de los Canónigos, su presencia actual va mucho más allá, con una clientela fiel que valora la autenticidad, la originalidad y el mimo con el que se elabora cada sabor.
Una de las claves del éxito de Cremela reside en su capacidad para combinar tradición pastelera y técnica heladera con un enfoque profundamente gastronómico. José Salas, formado con referentes como Angelo Corvitto o Giacomo Schiavon, ha sabido trasladar al mundo del helado la precisión de la alta cocina, logrando que cada sabor cuente una historia. Esta visión ha despertado el interés de chefs reconocidos, como Nacho Manzano, que ya incluyen sus creaciones en menús y caterings de autor.
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