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Conde-Pumpido: la semana más larga, la humillación más dolorosa
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Conde-Pumpido: la semana más larga, la humillación más dolorosa

En ambientes judiciales no se entiende la última maniobra de un jurista experimentado que ha quedado retratado por letrados del TC, por la comunidad jurídica y por el propio pleno del tribunal

Foto: El presidente del TC en los Desayunos del Ateneo. (EFE/Daniel González)
El presidente del TC en los Desayunos del Ateneo. (EFE/Daniel González)
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Cuando finaliza la semana más larga de Cándido Conde-Pumpido una pregunta circula en ámbitos judiciales: ¿qué le llevó a tratar de frenar la idea de la Audiencia Provincial de Sevilla de preguntar a la Justicia europea si debía obedecer una sentencia del Tribunal Constitucional? ¿Por qué quiso impedirlo a toda costa? ¿Fue un pecado de soberbia de un jurista con una dilatada trayectoria al que desafía una instancia inferior o detrás de esa intentona finalmente fallida había una estrategia?

Lo cierto es que esta semana empezó pronto para Conde-Pumpido. Fue el lunes a primera hora, en un acto mediático que gana pulso en las mañanas de la villa y corte: los desayunos del Ateneo. No es habitual ver al presidente del Tribunal Constitucional en un formato abierto a preguntas de los periodistas, por lo que el evento generó expectación y Pumpido se vio rodeado por una parte importante del tribunal que preside —conservadores y progresistas—. Bajo los retratos de los presidentes de una institución cultural, madrileña y bicentenaria, no decepcionó y dio titulares. El problema es que en su intento de mostrarse humilde trasladó debilidad y precipitación.

Es evidente que a Pumpido le había sentado muy mal la decisión que una semana atrás había tomado la Audiencia de Sevilla: preguntar a la justicia europea sobre la sentencia del Tribunal Constitucional que les obliga a reescribir la sentencia del caso ERE. Por eso quiso impedir que tal cosa sucediera, y así se lo planteó al resto de miembros del Constitucional. Los emplazó a un “debate jurídico” para estudiar las posibilidades que tienen los juzgados españoles de cuestionar sus sentencias ante la justicia europea.

En los días previos al acto del Ateneo, hasta cinco informes internos descartaban tal posibilidad. El primero, del letrado del magistrado conservador César Tolosa. Los tres siguientes, de juristas a petición del presidente. El último, del letrado del conservador Mario Macías. Todos coincidían, con mayor o menor extensión o contundencia, en que las pretensiones del presidente no tenían lugar. Es más: destacados catedráticos y abogados escribieron tribunas en los medios de comunicación tanto generalistas, como especializados, despreciando tal posibilidad.

"Lamentablemente, se ha trasladado a un juicio paralelo, porque una cosa es la actividad interna y otra los juicios paralelos en redes y medios"

Y llegó el citado desayuno en el que Cándido Conde-Pumpido reculó: “En ningún caso la queremos anular”, dijo sobre la idea de la Audiencia de Sevilla. Y se justificó: “La novedad es que la cuestión prejudicial en 40 años nunca se había presentado al final del proceso. Yo planteé el debate como una cuestión interna del TC”. Y una cosa más, que reveló desesperación y otro punto de soberbia: “Lamentablemente, se ha trasladado a un juicio paralelo, porque una cosa es la actividad interna y otra los juicios paralelos en redes y medios”.

Esta parte de su intervención es importante: “La crítica jurídica es bien recibida”, lo que es lo mismo que decir que el escrutinio de la opinión pública no tiene lugar. Es más, denunció presiones de “fuerzas o corrientes de opinión muy poderosas, que representan a un poder político, mediático, económico o de otra índole”.

Martes 8 de abril. Llega el debate jurídico en el pleno del TC. Pumpido intenta convencer al Pleno de que no hay ninguna maniobra para detener las consultas a Europa a posteriori y busca una solución de consenso, pero se encuentra con la cruda realidad, especialmente frontal desde los magistrados conservadores. El salvavidas no llega. El Pleno está más dividido que nunca y ni siquiera puede pactarse una conclusión conjunta sobre la “reflexión” que quería abrir el presidente. El varapalo se ha completado.

Las intenciones

Relatados los hechos, volvamos a la pregunta inicial: ¿qué es lo que movió a Cándido Conde-Pumpido a querer frenar a la Audiencia de Sevilla? Por cierto, es relevante tener en cuenta que este no es el único caso, hay una sentencia similar que afecta al Tribunal Superior de Justicia de Madrid sobre las VTC: el TC indicó en diciembre que deberían reescribir la sentencia. Así que no es un caso, sino dos, los que han hecho desencarrilar al presidente del TC.

Intencionado o no, lo cierto es que si Cándido Conde-Pumpido se hubiese salido con la suya se habría establecido un antecedente: si ningún tribunal español puede acudir a la Justicia europea después de que el TC dicte una sentencia, ¿podría hacerlo el Tribunal Supremo después de la resolución sobre la Ley de Amnistía? Habría sido una jugada maestra para amordazar al Alto Tribunal, principal obstáculo para la aplicación de la amnistía a los líderes del procés, llámese Carles Puigdemont, a la espera de juicio, u Oriol Junqueras, inhabilitado hasta 2031. O, quizás, algo peor: habría propiciado un choque de trenes de imprevisibles consecuencias entre el Constitucional y el Supremo.

Foto: El presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido. (Eduardo Parra/Europa Press)

Cuentan que en el Tribunal Supremo de Estados Unidos se dice que sus magistrados no hablan los últimos porque son los más listos, sino que son los más listos porque hablan los últimos. Al final, la última batalla de Pumpido perseguía garantizarse hablar el último y no poder ser cuestionado por otras instancias españolas, ya sean el Supremo, los tribunales autonómicos o las audiencias provinciales. Ya lo dice el refranero: quien ríe el último, ríe mejor.

Los partidarios de Pumpido le defienden asegurando que la derecha judicial “tiene detrás un ejército político, judicial y mediático, mientras que Cándido sólo cuenta con el ejército de Pancho Villa”, y que aun así “resiste”. Pero lo cierto es que, victimismos aparte, este episodio ha sido una dolorosa derrota en términos de prestigio jurídico, y eso es especialmente doloroso para un reputado jurista de 75 años.

Cuando finaliza la semana más larga de Cándido Conde-Pumpido una pregunta circula en ámbitos judiciales: ¿qué le llevó a tratar de frenar la idea de la Audiencia Provincial de Sevilla de preguntar a la Justicia europea si debía obedecer una sentencia del Tribunal Constitucional? ¿Por qué quiso impedirlo a toda costa? ¿Fue un pecado de soberbia de un jurista con una dilatada trayectoria al que desafía una instancia inferior o detrás de esa intentona finalmente fallida había una estrategia?

Cándido Conde-Pumpido
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