El PP ve imposible pactar un plan de rearme en España por la falta de gestos de Sánchez
El Gobierno apostará por la tecnología "híbrida" en su plan para la industria de defensa. Solo podría necesitar a los populares para aprobar generaciones de crédito si se ve obligado a atribuir gastos a nuevas partidas
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El primer gran debate en el Congreso sobre los nuevos desafíos en seguridad y defensa no sólo se saldó sin apenas novedades, sino que enturbió más, si cabe, la posibilidad de trazar un gran acuerdo entre los dos grandes partidos. Sánchez y Feijóo coinciden en el fondo —la necesidad de que España se rearme y acompasar esa inversión a las exigencias de la OTAN—, pero chocan por completo en las formas. La batalla doméstica y el profundo deterioro de la relación entre los dos líderes se impone, por ahora, a la búsqueda de cualquier consenso.
El líder del PP es proclive a un pacto de Estado condicionado y transparente, pero entiende que la puerta de Sánchez está completamente cerrada. La estrategia del presidente del Gobierno pasa por discurrir al margen del Congreso en los asuntos que no requieran de aval parlamentario. Y Feijóo no está dispuesto a firmar ninguna hoja en blanco. El jefe de la oposición no tenderá la mano al presidente del Gobierno si éste no emite antes algún gesto que demuestre su intención de hacerle partícipe de los nuevos y urgentes retos internacionales. Y, por supuesto, le tendrá enfrente si Sánchez persiste en su intención de "ningunear" al Parlamento sin presentar siquiera los Presupuestos Generales del Estado.
Hoy por hoy, las esperanzas en el PP de que España presente en Europa un plan de rearme pactado y acordado son "nulas". Y esa certeza, reforzada por las palabras gruesas con las que Sánchez replicó a Feijóo durante su comparecencia en el Congreso —con 44 minutos de reproches al líder de la oposición— genera cierta frustración en el partido. Los populares no quieren quedarse al margen de la confección de un plan que podría comprometer a España en las próximas décadas, pero creen que el gran "escollo", como retrató el propio Feijóo en la tribuna, es el presidente del Gobierno.
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"Usted tiene claro que el PP tiene que decir que sí a todo. Esto no funciona así. Yo no estoy a sus órdenes, sino al servicio de mi país", le espetó el líder popular, que aprovechó su intervención para exhibir los requisitos sobre los que sostiene cualquier acercamiento al Gobierno en materia de Defensa. Génova reclama, en primer lugar, que Sánchez presente un proyecto presupuestario en el que poner negro sobre blanco sus compromisos militares, tenga o no los apoyos para sacarlo adelante. Pero el Gobierno ya ha dejado claro que no lo hará, y apunta a las cuentas de 2026.
En el PP también vinculan cualquier respaldo futuro a que Sánchez informe debidamente al primer partido de la oposición y responda cuánto invertirá en Defensa —los populares son proclives a superar incluso el 3% del PIB— en qué plazo, cómo se financiará, qué mecanismos utilizará o si, por ejemplo, se va a acoger a la cláusula de escape de déficit que plantea la Comisión Europea. Un buen punto de partida, como planteó Feijóo este miércoles, sería que el Gobierno le dejara reunirse con el Jemad y los responsables de los tres ejércitos para conocer "el alcance" de la situación. Pero no hay agua en esa piscina. Desde el Ejecutivo, de hecho, responden con sorna a esta última petición: "¿Es una broma?".
La Moncloa no exhibe ninguna inquietud sobre la posibilidad de que en el futuro necesite el apoyo del PP. El presidente liquidó su comparecencia con el único avance de que el Gobierno va a elaborar un Plan Nacional para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y Defensa, con las necesidades de España en la fase de rearme abierta por la Comisión Europea. La intención del Ejecutivo es continuar con la apuesta en la tecnología "híbrida", que sirva para defensa pero también para otros fines, aunque desde el Ministerio matizan que "hoy en día toda la tecnología es dual".
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Su objetivo es trazar la ruta de un futuro relanzamiento de la industria española de defensa, con programas de colaboración público-privada, que favorezca la creación de nuevas empresas y el crecimiento de pymes y startups. El presidente aseguró que se pondrá en marcha "antes del verano", pero el Gobierno no aclara si se anticipará o no a la cumbre de la OTAN de junio que se celebra en La Haya (Países Bajos), donde se discutirá el cumplimiento del compromiso del 2% del PIB en gasto militar antes del 2029.
Para saber cómo se financiará y el decalaje anual, el Ejecutivo insiste en que la UE debe primero confirmar los instrumentos económicos, que pone a disposición de los Veintisiete. Pero la Moncloa ya avisa que no se someterá ni al debate ni a la votación del Congreso porque pertenece a la "iniciativa política" del Gobierno.
Sólo hay un escenario en el que el Ejecutivo necesita el aval de la Cámara: en el caso en que deba realizar generaciones de crédito, es decir, asignar un nuevo gasto a una partida presupuestaria nueva. Esto podría suceder si Hacienda decide hacer uso del recurso a deuda, que la UE plantea con la ruptura de las reglas fiscales. La intención, no obstante, es usar el dinero de partidas de Ministerios no ejecutadas y el que se puede ahorrar con una disminución de los intereses de la deuda para elevar el gasto militar.
El primer gran debate en el Congreso sobre los nuevos desafíos en seguridad y defensa no sólo se saldó sin apenas novedades, sino que enturbió más, si cabe, la posibilidad de trazar un gran acuerdo entre los dos grandes partidos. Sánchez y Feijóo coinciden en el fondo —la necesidad de que España se rearme y acompasar esa inversión a las exigencias de la OTAN—, pero chocan por completo en las formas. La batalla doméstica y el profundo deterioro de la relación entre los dos líderes se impone, por ahora, a la búsqueda de cualquier consenso.