Mutilación genital en las puertas de tu casa: unas 15.000 niñas en España están en riesgo
La mutilación genital femenina es la extirpación total o parcial de los genitales externos de la mujer. Se estima que más de 230 millones de niñas y mujeres lo han sufrido en todo el mundo
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Los padres de Aïssatou (nombre ficticio) migraron a España. Mientras, la pequeña se quedó al cuidado de su tía y su abuela en Senegal. Lo que ni ella ni sus progenitores sabían es que esa decisión iba a marcar para siempre sus vidas, ya que Aïssatou fue víctima de mutilación genital femenina, una práctica que se realizó sin el consentimiento de sus padres.
La menor se reunió con sus padres en España en 2021, y fue un año después cuando, en una visita al médico, los sanitarios descubrieron la cicatriz de la menor y activaron el protocolo correspondiente.
Aïssatou es solo una de las más de 230 millones de niñas y mujeres que han sufrido algún tipo de mutilación genital femenina (MGF, en adelante), según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque el dato es una mera estimación ante la dificultad de contabilizarlo.
A pesar de que se asocia sobre todo a países de África y Oriente Medio, también está presente en Europa, donde el Parlamento Europeo estima que más de 600.000 mujeres en la UE viven con las consecuencias de la ablación y 180.000 niñas están en riesgo.
En Europa se cree que más de 600.000 mujeres en la UE viven con las consecuencias de la ablación y 180.000 niñas están en riesgo
Por su parte, en España, se calcula que unas 15.000 niñas de entre 0 y 14 años están en riesgo de sufrir MGF. Esta estimación, recogida en el último informe publicado por la Delegación contra la Violencia de Género en 2020, se calcula con los datos migratorios de familias provenientes de países donde esta práctica es habitual, como Somalia, Guinea o Yibuti, los países con la tasa más alta. A pesar de la gran cantidad de niñas en riesgo, aún no se ha denunciado oficialmente ningún caso de esta práctica ilegal recogida en el Código Penal.
Un tema tabú
La MGF continúa siendo un tema tabú y desconocido para la mayoría de la población, tanto en las zonas de origen como en Occidente. Consiste en la extirpación total o parcial de los genitales externos de la mujer u otras lesiones en los órganos genitales femeninos con fines no médicos, según recoge la OMS, por lo que constituye una vulneración de los derechos humanos y una forma de violencia de género.
“Los contextos son muy diferentes, según las distintas culturas, y pueden tener un origen religioso, de costumbres o tradiciones ancestrales, pero siempre constituye una agresión muy grave contra la salud sexual de las mujeres”, explica Victoria Rico, responsable de calidad de programas y financiación internacional en Save the Children España.
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Ligado al aspecto cultural, la identidad y la moralidad tienen un papel importante, ya que persiste la creencia de que la mutilación garantiza la pureza y la aceptación social. De hecho, tal y como cuentan a El Confidencial desde Amref Salud África, en muchas ocasiones es un requisito para el matrimonio, lo que refuerza la desigualdad de género y el matrimonio infantil.
Cabe señalar que las causas no son homogéneas, sino que depende de las comunidades. En algunas de Kenia y Tanzania, por ejemplo, es una forma de reflejar el paso de la niñez a la vida adulta, lo que es celebrado a través de los denominados "ritos de paso" (ceremonias con regalos, ofrendas, fiesta…). "A veces es la única manera que tienen de poder integrarse, poder tener un matrimonio que les asegure la supervivencia, social y económica, o simplemente para perpetuar esa posición de poder hacia la mujer", afirma María Boente, coordinadora de la Fundación Kirira.
"A las familias les resulta difícil abandonar la práctica sin el apoyo del resto de la comunidad", coinciden desde Amref. Y es que, si una familia decide no practicarlo, se podría enfrentar al destierro y aislamiento. “Muchas veces se olvidan de todas las mujeres que lo han rechazado, las otras víctimas, las olvidadas, que también son supervivientes", asegura Hodan Sulaman, mediadora intercultural de Médicos del Mundo, una organización que centra su labor contra la MGF en España.
También tiene una relación directa con la vulnerabilidad, ya que, asegura, las comunidades más pobres, con menos acceso a la educación, son quienes más lo sufren. "Cuando hay alternativas económicas, sociales o habitacionales, la MGF pasa a un segundo plano", relata. Es por ello por lo que la educación y la sensibilización son las armas más poderosas para erradicar esta práctica. "También hay muchos mitos, mentiras y medias verdades. Por ejemplo, algunos creen que sirve para prevenir enfermedades", dicen desde Fundación Kirira.
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Este trabajo no solo se hace en los lugares de origen, y Koumba y Hodan son la prueba de ello. Ambas son mediadoras interculturales en diferentes organizaciones. Se encargan de acompañar, ayudar y asesorar a mujeres que han sufrido MGF en el pasado o que están en riesgo. Coinciden en que lo primero es saber cuáles son sus necesidades inmediatas, ya que puede ser comida o ropa. "Luego ellas son las que se van abriendo más si quieren, cuando ya hay una relación de confianza. Cada una tiene su proceso", explica Hodan. Koumba coincide en esto, reseñando que el acompañamiento y seguimiento es primordial.
De las infecciones al trauma
La MGF, que puede ser de varios tipos, mutila de por vida el cuerpo de las mujeres, pudiendo ocasionar consecuencias graves de salud, tanto durante la operación como en la cicatrización y desarrollo, según explica Save the Children.
Algunas de las consecuencias son infecciones, hemorragias, inflamación, problemas urinarios o de cicatrización o incluso la muerte. A largo plazo también se pueden desarrollar problemas vaginales, menstruales o sexuales, necesidad de nuevas intervenciones quirúrgicas… "También hay consecuencias psicológicas, aunque es un tema bastante tabú en África. Pueden desarrollar trauma, estrés postraumático… Hay muchas secuelas", precisa Sulaman.
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Asimismo, Amref destaca los efectos sociales, ya que puede limitar el acceso a la educación y las oportunidades de desarrollo de las niñas, debido a que en muchas ocasiones esta práctica alimenta el matrimonio infantil.
Una mirada al futuro y la erradicación
A pesar de que en muchos países esta práctica es ilegal, esto no evita que se siga realizando en la clandestinidad. Por eso, las organizaciones apuntan que las medidas legales no son suficientes ante algo tan arraigado y con tanta importancia en algunas comunidades, y ponen el foco en la educación. "Es importante empezar por personas que ejercen influencia, como líderes comunitarios o religiosos, jóvenes activistas…", dice Koumba, mediadora intercultural de UNAF.
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— Salud Sexual UNAF (@saludsexcultura) February 6, 2025
La #MutilaciónGenitalFemenina sigue ocurriendo en España, y muchas supervivientes siguen sin la protección que necesitan. Las leyes actuales son insuficientes.
⚠️ Es momento de exigir cambios reales. pic.twitter.com/K29gXqI9DJ
Pero, cuando es una forma de supervivencia, los conocimientos y la educación no son suficientes, por lo que es necesario que haya alternativas. Por ejemplo, con los "ritos de paso alternativos". Es decir, seguir celebrando el paso de la niñez a la vida adulta pero sin la mutilación, respetando sus tradiciones y adaptándolas. También buscando alternativas económicas y laborales para las circuncidadoras. Así lo recuerda Koumba, que viajó en verano al Congo y se reunió con una circundidadora, quien admitió que si tuviera una alternativa laboral, dejaría de practicar la mutilación.
Aquí, la labor de las mediadoras es fundamental, ya que permiten establecer vínculos con mujeres que han sufrido MGF o población en riesgo y permiten abordar un enfoque integral y transversal: desde las necesidades inmediatas al apoyo psicosocial. "Hay que seguir trabajando con la comunidad y dar validez al trabajo comunitario, desde el respeto a la cultura, desde las raíces, sin estigmatizar ni caer en estereotipos", apunta Sulaman.
Las entidades rechazan que se ponga el foco solo en una parte y abogan por la concienciación también en España, en centros educativos, sanitarios y creando protocolos. "La mutilación no es solo un tema de inmigrantes. Es un tema de salud pública, de violencia de género, que nos afecta a todas. Además, no podemos seguir pensando que ocurre lejos o a ‘otras’, porque también pasa a niñas que son españolas", puntualiza Nerea Sancho, coordinadora del área Culturas, Género y Sexualidades de UNAF.
Los padres de Aïssatou (nombre ficticio) migraron a España. Mientras, la pequeña se quedó al cuidado de su tía y su abuela en Senegal. Lo que ni ella ni sus progenitores sabían es que esa decisión iba a marcar para siempre sus vidas, ya que Aïssatou fue víctima de mutilación genital femenina, una práctica que se realizó sin el consentimiento de sus padres.