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Gasto militar y la ruptura controlada de Podemos con Díaz y el PSOE: vienen nuevos tiempos
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Gasto militar y la ruptura controlada de Podemos con Díaz y el PSOE: vienen nuevos tiempos

El gasto en defensa es una oportunidad que los de Iglesias no han dejado pasar. De fondo está su convicción de que el Gobierno no resistirá y de que ha llegado el momento de las derechas

Foto: La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, saluda en La Moncloa al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Eduardo Parra)
La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, saluda en La Moncloa al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Eduardo Parra)
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El gasto en defensa refleja las contradicciones de la política española. La mayoría de los partidos del arco parlamentario, si gobernasen, impulsarian el gasto en defensa, y más en la medida en que las exigencias europeas empujan muy decididamente en esa dirección. Salvo Vox y Podemos, que se han señalado en contra, el resto de partidos no rechazan la inversión en seguridad. Sitúan sus objeciones en aspectos laterales, como la falta de información que les proporciona el presidente, la necesidad de que se vote en el Parlamento o la ausencia de daño sobre las partidas sociales, pero no plantean una refutación frontal sobre el gasto en sí.

La guerra de Ucrania está generando tensiones en los extremos. Por una parte, la posición de Vox produce en el PP la sensación de que pueden ganar espacio en su lucha por captar votantes de Abascal, lo que puede ocurrir en estos momentos, pero resulta impredecible a medio plazo. Lo más interesante ahora está en la izquierda, por las fracturas que está produciendo: ahonda en la existente entre Sumar y Podemos y obliga a equilibrios complicados dentro de la coalición de Yolanda Díaz.

IU no puede, por tradición, más que oponerse al gasto en defensa mientras la estructura de Sumar cercana a Díaz es partidaria de seguir la línea propuesta por Sánchez. La salvedad de que la inversión en seguridad no puede llevar al recorte en partidas sociales es la solución de compromiso a la que se ha llegado para que la coalición no viva tensiones mayores. Sánchez, que agradeció a Sumar, en su rueda de prensa del jueves, que haya respetado los compromisos contraídos con Europa, tuvo que echar una mano a los de Díaz para que la división no aumentase. Además, insistió en que el gasto no significará un ajuste en las partidas dedicadas a políticas sociales.

Un proyecto en crisis total

Ione Belarra compareció en Moncloa con una camiseta que llevaba impreso el lema no a la guerra. Advirtió de que estas políticas belicistas alimentan a la extrema derecha, e Iglesias lo repitió después con una formulación más agresiva: "Las estupideces de la progresía liberal son hoy una puerta abierta al fascismo”.

Echenique también participó en la discusión, pero puso el acento en un aspecto más complicado. Reprochó a Maíllo sus declaraciones contra Podemos, e Iglesias lo ratificó después, señalando que, si Garzón había defendido el envío de armas a Ucrania para no perjudicar a Díaz, Maíllo estaba haciendo lo mismo. Finalizaba su tuit deseando al líder de IU buena suerte.

La confrontación de Podemos con Sumar y el Gobierno era esperable, pero no tanto con IU

Esta discusión es cualitativamente superior. La confrontación de Podemos con Sumar y el gobierno era esperable, pero no tanto con IU. Maíllo es el dirigente que está abogando con insistencia por una recomposición futura de las izquierdas en una opción común. La idea consistía en ir limando animadversiones políticas y tejiendo redes de confianza que permitieran esa recomposición a medio plazo. IU había puesto esperanzas en que las autonómicas andaluzas, que junto con las de Castilla y León inaugurarán el nuevo ciclo electoral, sirvieran como primer puente para esa alianza futura. El paraguas lo pondría Sumar, llevase o no ese nombre, y la configuración final de esa coalición sería fruto de los pactos. Podemos no había mostrado demasiada simpatía por ese proyecto, pero Maíllo confiaba en que, a la hora de la verdad, los de Iglesias acabarían entendiendo que no quedaba más remedio que ir juntos por cuestiones de aritmética electoral.

La reunión de la izquierda en torno a Podemos

Nada de eso está ocurriendo. La distancia entre ambos grupos es aún mayor, y que Iglesias señale a Maíllo como mera parte de Sumar le niega capacidad de mediación. La visión que tienen en Podemos sobre la reunión de la izquierda en un solo grupo es otra: dado que una parte de Sumar es escasamente distinguible del Partido Socialista, el único grupo que puede liderar una opción de izquierdas es Podemos. Lo lógico sería que esa parte de Sumar fuera absorbida por el PSOE, y que Podemos se reuniera con otras partes de su espectro ideológico, entre ellas fuerzas de IU que han tenido siempre una visión antiOTAN.

Ninguna de las dos opciones tiene visos de realizarse, pero lo que demuestran ambas posiciones es que la separación es radical. Podemos y Sumar están en lugares muy diferentes en todos los sentidos, también en el ideológico, y parecen del todo irreconciliables. En otros instantes, y dado que los de Iglesias siempre se han movido en el tacticismo, podría esperarse que las grandes divergencias de hoy fueran mañana menores, y que conforme se acercasen las elecciones la posibilidad de reunión resultase más factible si los números cuadrasen.

Creen que es el momento de otra izquierda porque el Ejecutivo tiene difícil resistir y el horizonte PP-Vox se percibe con nitidez

Hoy es diferente por varios motivos. Podemos carece de incentivos para buscar una reunión con Sumar. Las encuestas le atribuyen el suficiente porcentaje para contar con representación parlamentaria, y muy probablemente superior a la que obtendría en el seno de una coalición. Dado que su estructura es mínima, no tiene necesidades de organización que no puedan solventarse con una pequeña representación en el Congreso. Además, su situación fuera del gobierno de coalición le permite marcar posición de forma sistemática, algo que Sumar tiene más complicado.

Pero la convicción mayor proviene tanto de la conciencia de la debilidad de sus adversarios como del momento político. Sumar carece de un liderazgo efectivo, tampoco se adivinan nuevas figuras que puedan cohesionar a la coalición y las diferencias internas le pueden pasar factura. En segunda instancia, vienen tiempos en los que las derechas tienen el viento a favor, el Ejecutivo tendrá difícil resistir y el horizonte de un gobierno PP-Vox se percibe con mucha nitidez. No es el momento de cerrar filas con el gobierno, sino de posicionarse en contra de la ultraderecha desde una posición de izquierdas claramente marcada que le permita canalizar a esos votantes que nunca apostarán por el PSOE. La guerra de Ucrania, el no a la OTAN y el gasto militar le permiten posicionarse en ese espacio con fuerza y lo están aprovechando, tanto para ocupar un espacio como para tensionar a sus rivales del mismo espectro político. El mapa político de las izquierdas está recomponiéndose, pero de una forma más tensa y fragmentada.

El gasto en defensa refleja las contradicciones de la política española. La mayoría de los partidos del arco parlamentario, si gobernasen, impulsarian el gasto en defensa, y más en la medida en que las exigencias europeas empujan muy decididamente en esa dirección. Salvo Vox y Podemos, que se han señalado en contra, el resto de partidos no rechazan la inversión en seguridad. Sitúan sus objeciones en aspectos laterales, como la falta de información que les proporciona el presidente, la necesidad de que se vote en el Parlamento o la ausencia de daño sobre las partidas sociales, pero no plantean una refutación frontal sobre el gasto en sí.

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