Religión y voto: la brecha que el PSOE debe reducir si quiere ganar otras elecciones
El voto religioso es un elemento de polarización política cada vez mayor. Analizamos su evolución y cómo influye en España
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La reciente aparición del secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, con una cruz de ceniza en la frente durante su intervención en Fox News, fue un potente símbolo sobre el peso que la religiosidad sigue teniendo en la política de algunos países. España no es ajena a esta influencia: aunque la secularización ha avanzado en las últimas décadas, los datos y estudios disponibles apuntan a una relación directa entre religiosidad y sentido del voto en el panorama político nacional.
Los datos del CIS revelan que la población que se declara católica en España – practicante o no– ha caído de manera considerable en los últimos años, pasando de un 88,8% en 1985 a un 52,4% este 2025. Los católicos aventajan en solo nueve puntos al grupo que integran agnósticos, ateos y no creyentes (43,4%). Asimismo, un 2,7% de los encuestados se declaran creyentes de otras religiones.
“Con la secularización de las sociedades, muchas personas ya no asisten a misa, pero mantienen creencias acordes con su fe, reflejando posturas más conservadoras sobre temas como los derechos de los homosexuales o el aborto. En España, los creyentes suelen mostrar mayor tolerancia en estas cuestiones, aunque la religión aún ejerce una influencia significativa y el conflicto religioso sigue siendo relevante”, sostiene Javier Lorente, profesor de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).
María Martín, directora de comunicación de GAD3, considera que el votante católico ha ido virando en los últimos años hasta llegar a identificarse con el bloque de derechas. “En España, el voto se ha ido alineando cada vez más con el grado de práctica religiosa. Felipe González obtuvo el voto de la mayoría de los católicos, y la mayoría de ellos han pasado a votar opciones conservadoras. Es un fenómeno similar al que ha ocurrido en Estados Unidos, donde la minoría católica ha pasado de votar demócrata en 2020 a republicano en 2024”.
El voto religioso, una realidad
En una España en la que solo hubiera católicos practicantes, el Partido Popular habría arrasado en las últimas elecciones generales con casi el 40% de los votos sobre el total del censo electoral. Así se extrae del barómetro postelectoral de 2023, que muestra la máxima distancia entre partidos de derecha e izquierda cuando se analizan las creencias de los votantes.
Los datos demuestran que los populares y las formaciones de derecha son la opción predilecta de los que se declaran católicos practicantes. Por su parte, PP y PSOE están más igualados entre los no practicantes mientras que los socialistas ganan entre los agnósticos y entre los ateos ganan los partidos más a la izquierda.
¿Cuándo volvió el voto religioso en España? “Desde la Transición hasta la entrada en el siglo XXI, los líderes políticos españoles buscaron mecanismos para evitar el conflicto religioso, ya que eran conscientes de la lejanía de sus posturas en asuntos como el divorcio o el aborto”, explica José Ramón Montero, catedrático emérito de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.
Montero defiende que el cambio de tercio llegó con el segundo mandato de Aznar, cuando “el Gobierno del PP se aproximó a la Iglesia católica al otorgarle diversas concesiones, sin llegar a restringir el aborto. La aprobación del matrimonio gay y la ampliación del aborto promovida por el Gobierno Zapatero llevó a la Conferencia Episcopal Española a romper la regla, hasta entonces sagrada, de no interferir en procesos electorales”, señala, en alusión al posicionamiento del órgano de los obispos antes de las elecciones generales de 2008.
"En el contexto actual de alta polarización y escaso diálogo entre partidos, la importancia del voto religioso es alta"
Guillermo Cordero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y actual asesor del Gabinete de Presidencia del Gobierno, afirma en su tesis doctoral que “el enfrentamiento político y social en torno a temas como la educación religiosa o el matrimonio entre personas del mismo sexo” hizo que la religiosidad fuera en 2008 “un factor decisivo en el comportamiento electoral de los ciudadanos de centro-derecha, entre los cuales los religiosos siguieron votando mayoritariamente al PP, mientras que los no creyentes lo hicieron en mucha menor medida para decantarse por el PSOE”.
“Esta dinámica se ha mantenido hasta ahora: en el contexto actual, de alta polarización y democracia de trincheras, donde la colaboración y diálogo entre partidos es escaso, la importancia del voto religioso es alta”, expone Montero.
Los datos del CIS revelan que los católicos practicantes tienden a situarse ideológicamente más a la derecha que otros grupos. En una escala del 1 al 10, donde el 1 representa la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha, los católicos practicantes se sitúan en el 6,09, frente al 4,74 de la media de los entrevistados por el organismo público entre 2019 y 2025.
Por su parte, los ateos y agnósticos se ubican claramente a la izquierda del espectro político, con un 3,4 y un 3,9 de media en esta escala.
“En España, la relación entre la Iglesia y el Estado ha sido uno de los principales focos de conflicto político. Esto se traduce en una izquierda muy anticlerical -no antirreligiosa- y una derecha muy vinculada a los intereses de la Iglesia católica”, sostiene Lorente, que considera que “en la década de los 70, los temas religiosos los agitaba la derecha y en la actualidad lo hace la izquierda. El PSOE moviliza el Concordato cada vez que tiene un problema” para movilizar a su electorado.
Martín (GAD3) incide en que, a diferencia de España, el votante católico es hoy más transversal ideológicamente en países como Italia o Francia. “Los partidos de izquierda de estos países han cuidado más al votante católico. La socialdemocracia española se nutría antes de este votante, pero el PSOE lo ha expulsado. Ha habido políticas de los Gobiernos de Zapatero y Sánchez que han hecho que viren. En comunidades como Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, la izquierda pierde fuerza por la identificación religiosa de estos votantes, que han dejado de identificarse con el PSOE”.
Esta brecha se refleja en las creencias de los propios representantes políticos. En una encuesta realizada en 2022 entre los parlamentarios de las 19 cámaras autonómicas españolas, con la participación de tres de cada diez diputados, el 57% se declararon católicos, mientras que el 40% se identificaron como no creyentes. El estudio mostró que hay una mayor proporción de católicos entre los representantes de los partidos de derecha y de no creyentes en la izquierda.
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El 95% de los representantes de PP y Vox se identificaron como católicos, mientras que los no creyentes eran mayoría entre los parlamentarios de Unidas Podemos (90%) y el PSOE (60%). La contundencia de estos datos demuestra que las creencias religiosas de los parlamentarios tienden a ser más extremas que las de sus electores, que presentan una mayor diversidad en este campo.
Más con el PP que con Vox
Si bien el apoyo a Vox creció el 23-J entre el electorado católico, el partido presidido por Santiago Abascal aún sigue lejos de desplazar al PP como el partido de referencia de este grupo.
Vox ha logrado captar especialmente el voto de los jóvenes que, aunque provienen de un entorno católico, se han distanciado de la práctica religiosa. Estos votantes, hijos de la generación democristiana, han experimentado una transformación en su identidad política, moviéndose hacia un enfoque más nacionalista que religioso como factor de cohesión.
Los datos del CIS muestran que los populares obtienen en torno al 40% de apoyos entre los que asisten a misa todos los domingos o dos o tres veces al mes. Así, el PP es el partido predominante entre los practicantes que, a su vez, son mayoría entre la población de más edad.
El artículo La contraprogramación cultural de Vox: secularización, género y antifeminismo explica que esta formación “ha sido capaz de representar el catolicismo contemporáneo y la secularización de una parte de las bases sociales de la derecha española” aprovechando “la ambigüedad de algunos sectores moderados del PP hacia el feminismo, el aborto y el matrimonio gay” para atraer a un “electorado ortodoxo creyente y practicante”.
Aunque varios miembros de Vox exhiben abiertamente su catolicismo, el partido apela más a la identidad nacional y evita reproducir la clásica asociación entre extrema derecha y catolicismo ortodoxo.
“El electorado de los partidos de extrema derecha en Europa está en continua formación y crecimiento en los últimos años. Estos partidos optan por evitar exhibir símbolos religiosos y por dejar el asunto en un segundo plano para atraer a votantes laicos procedentes de la democracia cristiana o la socialdemocracia”, asegura Montero.
Un sondeo realizado por NC Report antes de las elecciones del 23-J señalaba a Vox como el partido que más utiliza la religión y la Iglesia como arma electoral (31,1%). Un 15,2% consideraba que ningún partido se aprovecha de esta cuestión para atraer el voto de los católicos, y un 11,5% apostaba por el PP. Un escalón por debajo se situaban PSOE (5,3%) y Sumar (2,9%).
¿Los obispos aún influyen?
“La Iglesia española siempre ha destacado en el campo europeo por su belicosidad o intervención muy directa ante las políticas de los gobiernos en temas de moralidad, educación o costumbres. Contrasta en este sentido con las Iglesias católicas de países como Bélgica, Alemania o Países Bajos, donde su actuación frente al matrimonio homosexual o la eutanasia ha sido sotto voce, sin intervenir abiertamente en contra”, afirma Montero.
Un ejemplo reciente ha sido el pronunciamiento de diversos obispos en torno a la amnistía y el conflicto catalán. También tuvo eco el posicionamiento previo a las elecciones generales de abril de 2019 del entonces arzobispo de Granada, Javier Martínez, al afirmar que votar a “cierta ‘derecha’ es votar a una cierta ‘izquierda’ hasta el punto de que esa ‘derecha’ parece a veces casi subvencionada", lo que se interpretó como una crítica a Vox.
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“A los pastores se les oye pero no se les escucha”, sostiene José-Leonardo Ruiz, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Sevilla. “Los católicos, en líneas generales, no siguen los consejos a la hora de votar que puede ejercer una autoridad eclesiástica en un momento determinado. Entre los católicos comprometidos es diferente, se lo piensan mucho al ejercer el sufragio.”
“El catolicismo nunca ha sido un factor decisivo a la hora de generar una mayoría significativa a favor de una opción política. De hecho, los intentos de promover un proyecto político para aglutinar a los católicos en España han sido un desastre. En Alemania, los católicos sabían que el partido que los representaba era, inicialmente, el Zentrum, y en la actualidad, la CDU/CSU. En España, los católicos siempre han estado muy fragmentados y divididos por cuestiones ideológicas. Hoy los hay integristas y de izquierdas, y acaban votando en función de su ideología y sus planteamientos económicos o culturales particulares”, señala Ruiz.
"A la mayoría de los españoles no les gusta que la Iglesia se pronuncie sobre temas políticos"
Montero también observa que la influencia de las consignas políticas de la jerarquía eclesiástica en España “es cada vez menor”. Así, aunque el voto católico sí se ha vuelto más conservador, este desplazamiento no se debe a que los creyentes atiendan más las consignas de la jerarquía eclesiástica.
“A la mayoría de los españoles, incluso a muchos conservadores, no les gustan los pronunciamientos de la Iglesia sobre temas políticos o gubernamentales. Solo a los que van a misa todos los domingos les parece bien que la Iglesia participe en la conversación política”, señala Montero.
La reciente aparición del secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, con una cruz de ceniza en la frente durante su intervención en Fox News, fue un potente símbolo sobre el peso que la religiosidad sigue teniendo en la política de algunos países. España no es ajena a esta influencia: aunque la secularización ha avanzado en las últimas décadas, los datos y estudios disponibles apuntan a una relación directa entre religiosidad y sentido del voto en el panorama político nacional.