Absuelto un acusado de violar con sumisión química a una mujer que conoció en una web de citas
Los jueces creen que ella sufrió una "crisis de pánico" al sentirse abandonada por el hombre, que se marchó rápido de la casa de ella. Destacan además que la denunciante recibía tratamiento psicológico
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La Audiencia Provincial de Madrid ha absuelto a un joven que se enfrentaba a una pena de hasta ocho años de cárcel por aprovecharse de la vulnerabilidad de una mujer para mantener relaciones sexuales con ella. Se conocieron en una web de citas y ella comenzó a sentirse mal tras tomar dos copas de vino y sospecha que le echó algo en la bebida. Los jueces descartan, tras los análisis médicos, que hubiera sumisión química y apuntan a un ataque de "pánico" de la mujer por su comportamiento y porque el hombre se marchó rápido de su casa y se sintió abandonada. La resolución judicial, además, enmarca los hechos en el tratamiento psicológico que seguía la mujer, de 40 años de edad.
Según la sentencia a la que tenido acceso El Confidencial, los jueces dan “verosimilitud a la hipótesis de la defensa, según la cual, la denunciante experimentó una crisis de pánico desencadenada por el comportamiento del acusado tras los hechos —yéndose prácticamente de modo inmediato de la casa tras la relación sexual— y el suyo propio”. Creen que eso pudo activar “un angustioso sentimiento de abandono y un desmoronamiento de la autoestima, reacción enmarcada en los problemas previos de ansiedad que habían dado lugar al tratamiento psicológico que seguía la denunciante”.
Los hechos se remontan al año 2019. Ambos se conocieron por una web de citas llamada Bumble y quedaron para verse en persona en la céntrica Plaza de la Luna de Madrid. Quedaron a las 21.30 y estuvieron conversando en los bares de la zona hasta las doce de la noche. Durante ese tiempo, según el relato de hechos probados de la sentencia, ella apenas tomó dos copas de vino blanco. El tenía 27 años en el momento de los hechos.
Después de ese rato, los dos se dirigieron hasta la casa de ella y en el interior, concretamente en la cama del dormitorio, mantuvieron relaciones sexuales. En el acto sexual se usó un consolador que ella tenía guardado en una mesilla situada al lado de la cama. La sentencia admite que en el curso de la relación sexual, ella sufrió un pequeño hematoma en la muñeca. Eso es todo lo que consideran probado los dos jueces y una jueza que componen la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Madrid.
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Durante el juicio escucharon los testimonios confrontados de los dos protagonistas y de sus respectivos entornos. También se analizó el informe toxicológico de la Policía Científica, un informe biológico, las conclusiones de dos psicólogas del Instituto de Medicina Legal y varios informes de parte. En la sala también se escucharon varios audios del acusado; una conversación mantenida con un amigo suyo y los mensajes de voz que él le mandó a ella a la mañana siguiente de los hechos, preguntando si se había levantado bien o con "resaquita".
Los dos implicados coinciden en que mantuvieron relaciones sexuales, pero como es habitual en los casos de presunta sumisión química, él alega que fueron consentidas y ella no. La mujer defiende que estaba en un estado de aturdimiento y semiinconsciencia, detalla que comenzó a sentirse extraña después de la segunda copa de vino. Relata calor, mareos e incapacidad para seguir el hilo de la conversación. Explica que era la primera vez que le pasaba algo así después de tomar solo dos copas de vino.
En ese estado, cuenta que le dijo a su acompañante que se marchaba a casa y que recuerda poco del trayecto, de apenas un centenar de metros. Daba tumbos y veía borroso. Dice que el acusado se ofreció a acompañarla a casa dado su estado, pero que nunca le llegó a invitar a entrar en su casa expresamente. A pesar de ello, siempre según la versión de la mujer, cuando salió del baño contiguo a su habitación, él la estaba esperando y en ese momento la desnudó.
"Deseaba morir"
Ella describe su estado como sedada, no podía ver, pero sí escuchar. Narra que su cuerpo no le respondía. Recuerda vagamente que él le pidió un preservativo, pero no sabe si se lo llegó a dar. También dice que en un momento en el que le estaba penetrando se cayó al suelo y el joven la agarró de las muñecas y le impulsó hacia arriba. Afirma que era “como una muñeca de trapo” y su “único deseo” era “morir”.
La penetración le produjo dolor, tampoco sabe cómo el acusado encontró el consolador. Antes de marcharse, ella le dijo que lo que había hecho era una violación, pero él se río y le contestó que le cobraría los servicios prestados. Minutos después de abandonar la casa, el acusado regresó para buscar sus llaves y le preguntó sobre la hora del Metro. Ella admite que le abrió la puerta, pero que no sabía que era él. Una vez se marchó de nuevo, la mujer no pudo dormir en toda la noche. Sentía taquicardias, ahogo, nervios y mareos de nuevo. A las 8 de la mañana vomitó y sentía sed, pero logró dormirse.
Se despertó a las 14.30 horas del día siguiente tras una llamada de su hermana. Tomó vitamina B12 y comenzó a recordar mejor todo lo sucedido. Seguía encontrándose mal, por lo que decidió llamar a una ambulancia. Ahí empezó a pensar que le podrían haber echado algo en su copa. En el hospital cuenta que ni siquiera se sostenía en la camilla y que fue el doctor quien le dijo que creía que había sido víctima de sumisión química.
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Para hacerle unas pruebas tenía que ir al hospital de La Paz, pero antes era necesario presentar una denuncia, por lo que acudió a la Comisaría. A los agentes les explicó la escena del dormitorio y les contó que no podía hablar, por lo que en ningún momento pudo decirle al hombre que parase, pero tampoco le dio su consentimiento. Él le dijo que tenía “risa de borracha” y se lo recordó en el audio que le mandó al día siguiente.
La versión de él difiere en la parte clave de los hechos. Añade que ya se habían besado en la zona de los bares, aunque confesó que fue en el tramo de la noche en el que ella ya se encontraba mal. Precisó que fue la mujer la que le propuso a él subir a su casa. En el ascensor, según dice, se volvieron a besar y se tocaron. También dice que al llegar ella le pidió que se duchara y le indicó dónde había preservativos porque él no llevaba al no tener previsto usarlos.
El acusado cuenta que fue ella la que le dijo dónde estaba el consolador y cómo usarlo. Coincide en que volvió a la casa a buscar sus llaves y que cuando ella le abrió tenía mala cara. Dijo que le dolía la tripa, pero, aun así, se despidieron con un beso. Niega que durante el acto sexual ella estuviera adormecida y que incluso le hizo una felación.
No hay rastro de Burundanga
“No consta acreditado que hubiese sido víctima de sumisión química, es decir, de la subrepticiamente provocada ingesta o inhalación de sustancias como la Escopolamina, conocida vulgarmente como 'Burundanga', para lograr anular o mermar gravemente su conciencia y su voluntad”, dice la sentencia. Se basa en los análisis de sangre y orina que se le tomaron a la mujer al día siguiente. “No hay rastro de drogas, de abuso de medicamentos o alcohol”, concluyen los jueces.
Saldada esta cuestión, la resolución se detiene a analizar si, aun así, él se aprovechó de un estado de vulnerabilidad. Comienza diciendo que dos copas de vino no explican “el estado calamitoso” de la mujer que le habría durado más de 14 horas: “No hay en rigor una respuesta a su causa”.
“Consideramos que de la prueba de cargo practicada no resulta acreditado, más allá de toda duda razonable, que el acusado sometiera a la denunciante a las relaciones sexuales declaradas probadas, aprovechándose de un estado de aturdimiento y semiinconsciencia que sufría. Consideramos que hay una duda razonable”, zanja el tribunal, que en consecuencia opta por absolver al acusado defendido por el despacho Ospina Abogados.
La Fiscalía pedía para el joven una pena de seis años de prisión, la prohibición de acercarse o comunicarse con la denunciante durante ocho años y una indemnización de 10.000 euros. La mujer, por medio de su abogado, elevó la petición de pena a ocho años de prisión, una década sin poder tener contacto con ella y una indemnización de 15.000 euros.
La Audiencia Provincial de Madrid ha absuelto a un joven que se enfrentaba a una pena de hasta ocho años de cárcel por aprovecharse de la vulnerabilidad de una mujer para mantener relaciones sexuales con ella. Se conocieron en una web de citas y ella comenzó a sentirse mal tras tomar dos copas de vino y sospecha que le echó algo en la bebida. Los jueces descartan, tras los análisis médicos, que hubiera sumisión química y apuntan a un ataque de "pánico" de la mujer por su comportamiento y porque el hombre se marchó rápido de su casa y se sintió abandonada. La resolución judicial, además, enmarca los hechos en el tratamiento psicológico que seguía la mujer, de 40 años de edad.