Los socios dejan solo a Sánchez con su política de Defensa y exigen votar en el Congreso
El jefe del Ejecutivo no logra disolver el rechazo de sus aliados, ni siquiera el de Sumar, a la escalada de la inversión militar. Moncloa deja sin ningún protagonismo al líder del PP, que se rebela contra el "ninguneo" del PSOE
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El Gobierno no logra contener el descontento de sus socios con el aumento del gasto en defensa y la promesa de Pedro Sánchez a Bruselas de acelerar para llegar al 2% del PIB antes de 2029. Ni el compromiso de que no habrá recortes sociales; ni la nueva realidad geopolítica que ha supuesto el segundo mandato de Donald Trump; ni la evidencia de que Europa debe responsabilizarse a partir de ahora de su propia seguridad consiguen vencer el rechazo de los partidos del arco progresista —con una arraigada genética antibelicista— a una escalada de la inversión militar.
El jefe del Ejecutivo ha convocado este jueves en la Moncloa a todos los portavoces de los grupos parlamentarios, a excepción de Vox, para "reflexionar" sobre la nueva política europea de defensa y las opciones de financiación, la situación de Ucrania y un posible acuerdo de paz con Rusia. Pero salvo que exhiba un milagroso poder de convencimiento, el presidente del Gobierno se topará con la oposición de muchos de sus aliados parlamentarios como ERC, Podemos o Bildu, que en las últimas horas han dejado muy claro que no quieren más gasto en defensa.
La posición más difícil es la de Yolanda Díaz, jefa de Sumar, el socio minoritario del Ejecutivo, que carece de margen para oponerse porque la política exterior es una competencia de Sánchez y debe gestionar la negativa de los partidos que conforman su plataforma a que suba la compra de armas. A falta de la postura que adopten Junts y PNV, la mayoría parlamentaria se muestra en este asunto totalmente fracturada. Esto no impedirá a Sánchez cumplir su objetivo pero es un ejemplo más del complicado andamiaje que sostiene la legislatura.
Ni siquiera la promesa de que la subida del gasto militar no se votará en el Congreso, como ha ocurrido hasta ahora, ha conseguido actuar de disolvente de este malestar. La comparecencia ayer del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, supuso un prólogo de lo que se vivirá hoy en la Moncloa. Agustín Santos, portavoz de Sumar en este debate y diplomático, sostuvo que el rearme europeo que propone Ursula Von der Leyen y que España apoya en el corto plazo de cuatro años, significará "inflación, crisis económica, recesión y un recorte inevitable del gasto social, por mucho que se proponga comunitarizar la deuda". Una conclusión que hacia, a pesar de que Sánchez ha garantizado que no se tocarán las partidas sociales.
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Aunque en función de quién se pronuncie en Sumar las posiciones se exacerban o se atemperan, el rechazo de ERC, Bildu y Podemos es frontal, hasta el punto de que el portavoz republicano, Gabriel Rufián, considera que el Ejecutivo sí debería favorecer que la decisión de elevar la inversión se vote en la Cámara. En los últimos años, la tónica para esquivar al Congreso ha sido diseñar planes especiales de defensa, que quedan fuera del techo de gasto, o autorizaciones millonarias de crédito que se aprueban en el Consejo de Ministros.
A Sumar, como le sucedió la pasada legislatura a Unidas Podemos, esta fórmula le permite mantener un discurso propio pero también en esto hay discrepancias internas. El coordinador general de IU, Antonio Maíllo, defendió ayer que el asunto tiene la "suficiente trascendencia" como para que se vote en las Cortes. Y Podemos ha avanzado que presentará una iniciativa parlamentaria en la Cámara para obligar al Gobierno a que el incremento del gasto militar se deba votar.
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La discusión en la UE sobre la nueva política de defensa propiciará que por primera vez la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, acuda a la Moncloa, tras el proceso de normalización de la izquierda abertzale de los últimos años que el PSOE impulsó para contar con su apoyo. Sánchez y Aizpurua ya se han reunido en otras ocasiones, pero hasta ahora siempre ha sido en el Congreso. Por decisión del presidente, Vox se ha quedado fuera de la ronda. Ni siquiera han sido invitados y, según Santiago Abascal, tampoco habrían acudido.
El Ejecutivo ha querido dejar sin ningún protagonismo al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que contará con el mismo tiempo que el resto de grupos minoritarios: 30 minutos escasos. Esta estrategia de diluir al principal partido de la oposición ya era una práctica habitual en los tiempos de Pablo Casado. Pero ahora llama más la atención, porque la inversión en defensa trasciende las cuitas nacionales, y populares y socialistas están de acuerdo en Europa.
Este miércoles sin ir más lejos, los eurodiputados de PP y PSOE unieron sus votos en Estrasburgo para aprobar una resolución a favor del plan de rearme de la Unión Europea para garantizar su propia seguridad, y que condena las amenazas de Trump y sus movimientos respecto a la invasión rusa de Ucrania. Destacó el rechazo de Vox al texto, que manifestó su rechazo junto a otros socios parlamentarios de Sánchez, lo que ahonda en la fractura entre el PSOE y sus aliados respecto a la posición internacional de España.
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El PP repudia la adhesión inquebrantable de Vox al presidente de Estados Unidos pese a sus ataques al corazón de a UE, pero tampoco comparte que Sánchez excluya a Abascal de la ronda de contactos de este jueves y no a otros partidos de su arco parlamentario que también se oponen a la estrategia de defensa comunitaria. Recuerdan en este punto que Podemos, por ejemplo, ha elevado el órdago y exige incluso la salida de España de la OTAN. Pese a los difíciles mimbres sobre los que se asienta la entrevista con Sánchez, Feijóo comprometió su asistencia "por sentido de Estado", aunque con la desconfianza situada en su cota máxima.
El líder del PP irá al choque. Génova no ha facilitado el guion que seguirá Alberto Núñez Feijóo ni las exigencias que le planteará al presidente del Gobierno, porque considera la cita un "paripé" y un "ninguneo" al jefe de la oposición, con el que, hasta la fecha, se ha negado a compartir detalles sobre la delicada situación exterior. El único planteamiento, compartido con algunos socios del Ejecutivo, es que cualquier compromiso de España respecto al conflicto abierto con Rusia se vote en el Congreso de los Diputados. Pero recelan de las "trampas" de Sánchez, y asumen, con resignación, que éste tratará de legislar "a espaldas del legislativo".
El Gobierno no logra contener el descontento de sus socios con el aumento del gasto en defensa y la promesa de Pedro Sánchez a Bruselas de acelerar para llegar al 2% del PIB antes de 2029. Ni el compromiso de que no habrá recortes sociales; ni la nueva realidad geopolítica que ha supuesto el segundo mandato de Donald Trump; ni la evidencia de que Europa debe responsabilizarse a partir de ahora de su propia seguridad consiguen vencer el rechazo de los partidos del arco progresista —con una arraigada genética antibelicista— a una escalada de la inversión militar.