Seguro que no lo sabías: la primera mujer española nominada al Nobel de Literatura fue cántabra y este fue el pueblo que le vio crecer
Poeta, dramaturga y novelista compulsiva, su legado ha quedado relegado al olvido, a pesar de haber sido propuesta al Nobel hasta en nueve ocasiones, respaldada por destacados nominadores como Jacinto Benavente y Santiago Ramón y Cajal
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Hay mujeres que marcan el curso de la historia. Una en particular, nacida el 15 de abril de 1869 en Santander (Cantabria), estuvo a punto de encumbrarse al pódium de los literatos ganadores de un Premio Nobel, una de las máximas distinciones en el campo de las ciencias y las letras. Fue la primera mujer española en ser nominada. Comités de diferentes países formados por intelectuales como Jacinto Benavente o Santiago Ramón y Cajal la propusieron hasta en nueve ocasiones con el fin de reconocer la excelencia de una de las figuras literarias más prolíficas de España a comienzos del siglo XX.
Sin embargo, el premio de la Academia sueca se le resistió. A esta lista de olvidados se suman Franz Kafka, Mahatma Ghandi, Miguel Delibes o la economista Joan Robinson. Fue una de las figuras más destacadas en los circuitos literarios de la época, una España algo convulsa tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898. Su primer poema Azul, escrito en la revista El Atlántico con solo 19 años bajo el seudónimo Ana Coe Schnip, fue el primer eslabón de una carrera literaria que le daría su mayor alegría con la novela La esfinge maragata (1917), con la que logró el Premio Fastenrath, otorgado por la Real Academia Española, siendo la primera escritora en alcanzar tal reconocimiento.
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Con trece años, Concha Espina se mudó al pueblo de Mazcuerras junto a su abuela materna. Durante esa etapa, la poesía se convirtió en su mejor aliada, dejando como legado tres poemarios: Mis flores (1904), Entre la noche y el mar (1933) y La segunda mies (1943). La escritora santanderina vivió también en Madrid y Cabezón de la Sal y experimentó un éxito destacado al publicar su primera novela, La niña de Luzmela, que fue llevada al cine por Ricardo Gascón.
La escritora española que rozó el Nobel
Concha Espina fue vicepresidenta de la Hispanic Society of America, un museo gratuito y biblioteca de investigación para el estudio de las artes y cultura de España, Portugal, Iberoamérica y Filipinas, con sede en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, pese a ser reconocida en pequeñas dosis a lo largo de los años, la escritora se encontró con muchas puertas cerradas, como la de la Real Academia Española, que rechazó su entrada, al igual que la de Emilia Pardo Bazán, que en su día desató también la polémica. Los datos son verdaderamente alarmantes: solo 11 mujeres han sido académicas de la RAE desde su fundación.
Mazcuerras pertenece a la comarca del Saja-Nansa, un pueblo rural de Cantabria con una larga tradición en el cultivo de flores. El Palacio de las Magnolias, propiedad del indiano Pedro Fernández Campa, donde vivieron Concha Espina y Josefina Aldecoa es una de las paradas obligadas de la bautizada como "La aldea de las Casonas". También merece una visita el palacio de los Gutiérrez y Mier y la casona del barrio de Pobladura o la casa-torre de Hoyos en Villanueva de la Peña.
Uno de los principales atractivos turísticos del municipio es su rica gastronomía local, que ofrece una amplia variedad de productos autóctonos. Entre los platos que destacan como señas de identidad del valle se encuentra el cocido montañés, un puchero tradicional elaborado con ingredientes locales: alubia pequeña blanca, patata, berza y diferentes partes de la matanza del cerdo. Este sabroso plato de cuchara es un verdadero símbolo de la zona.
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Otra joya de la gastronomía local es la carne de vaca tudanca, famosa por su calidad. El chuletón, ya sea a la piedra o a la parrilla, es el plato más reconocido, resaltando el sabor excepcional de esta raza autóctona de Cantabria. Completa esta rica oferta gastronómica una selección de estofados de caza, con guisos de venado y jabalí, además de la fresca trucha del río Saja. Para endulzar la experiencia, los postres locales incluyen deliciosos quesos de vaca y oveja, así como el famoso hojaldre, que invitan a disfrutar aún más de la riqueza culinaria de la región.
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