Las izquierdas después del caso Monedero
Las acusaciones contra una de las figuras emblemáticas de Podemos han recrudecido la lucha en las izquierdas, aunque hay confianza en que la hoja de ruta de la reunión no cambie. Sin embargo, los problemas acabarán estallando
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Juan Carlos Monedero dejó ayer un mensaje en redes sociales con el que insiste en un marco que su partido lleva tiempo repitiendo: “Sueñan algunos con que la izquierda se pelee y divida. Esa no es mi tarea. Llevo 12 años luchando por un frente amplio con Podemos, como principal fuerza de ese espacio, como nave nodriza. Claro que tenemos diferencias. Normal. Pero lo relevante es parar a los locos, al fascismo y a la guerra”.
No es una mera declaración exculpatoria, sino un reflejo de la situación política de lo que ocurre a la izquierda del PSOE. Las acusaciones contra el profesor de la Complutense, surgidas de unos audios en el que se hablaba de terceras personas, y la ausencia de pruebas sobre lo que se afirmaba, permitió a Podemos interpretar la noticia como un mero intento de dañar a su partido justo en las vísperas del 8-M. Es parte de una tensión fratricida en las izquierdas que, lejos de haber menguado con el paso del tiempo, vive periodos de recrudecimiento.
Que la tensión va en serio lo sabemos por Canal Red, que publicó ayer un artículo señalando a eldiario.es por haber ocultado los acosos del entonces periodista a sueldo de la publicación, Peio Riaño. Era la respuesta a la presión que estaban sufriendo: les acusaban de no haber apartado a Monedero cuando ya sabían de su comportamiento con las mujeres. La contestación no se dirigió tanto hacia el medio que había publicado los audios, ABC, sino contra el espacio político que entendían que estaba instigando la máquina del fango contra Podemos.
El caso Monedero ha sido entendido en Podemos como otro más de los ataques que desde la izquierda, en sentido amplio, se están realizando contra su formación, no solo para debilitar su posición actual y su crecimiento en las encuestas, sino para supeditar su programa y su partido a una visión mucho más amable; "es el intento de acabar con una izquierda transformadora". Vienen tiempos duros, y no es posible adoptar posiciones blandas, como las de Sumar. Esta dificultad es más complicada de solventar de lo que parece.
Sueñan algunos con que la izquierda se pelee y divida. Esa no es mi tarea. Llevo 12 años luchando por un frente amplio con Podemos, como principal fuerza de ese espacio, como nave nodriza. Claro que tenemos diferencias. Normal. Pero lo relevante es parar a los locos, al fascismo…
— Juan Carlos Monedero (@MonederoJC) February 28, 2025
Desde el otro lado de la izquierda, la reacción del partido de Iglesias es vista como una excusa cuyo propósito es alinear a los suyos sin fisuras. Es otra fase más de la pelea continua que se da en ese espacio político, pero que pasará; porque, al final, todos tendrán que llegar a un acuerdo para ir juntos.
La pelea por el liderazgo
El fondo del asunto, como de costumbre, es si va a existir un espacio común a la izquierda del PSOE en términos electorales, quién lo va a liderar y cuál va a ser el reparto de fuerzas dentro de él. Es más una cuestión de supervivencia que de política.
Hasta ahora, Podemos ha estado marcando el territorio desde una postura de hostilidad controlada con el gobierno, distanciándose de él en muchas ocasiones en el discurso y votando a favor de sus medidas. Iglesias y los suyos han transmitido repetidamente que este gobierno durará poco, que hay que prepararse para unas elecciones que no tardarán demasiado, ya que el equilibrio en el que se mueve Moncloa no se puede sostener mucho tiempo.
Maíllo señaló en su intervención el hecho definitivo que cohesionará el espacio: la gran fuerza de la extrema derecha
En el otro lado está Sumar, que ha mantenido una posición más cercana y más alineada con Sánchez. Dado que iba perdiendo intención de voto en las encuestas, ha optado por una confrontación visible en asuntos concretos, sin abandonar el carácter de socio del ejecutivo. Era el momento de marcar posición.
Esta semana, Antonio Maíllo intervenía en un acto de su partido en Madrid, en Ciudad Lineal, con el que intentaba reforzar la postura con la que llegó a la coordinación general de IU: es necesario ir coaligados a las próximas elecciones. En su intervención señaló algo en lo que insistía Monedero y que parece empujar definitivamente hacia la futura cohesión del espacio: la gran fuerza de la extrema derecha.
El tiempo y la extrema derecha todo lo curan
En las elecciones alemanas hubo un giro significativo, en la medida en que las opciones de izquierda se recompusieron alrededor de Die Linke, que llevaba un par de años de declive electoral notable, y quedó fuera del parlamento Sahra Wagenknecht (por un margen escasísimo, de hecho están recopilando irregularidades del proceso electoral). Influyeron dos aspectos en esa recuperación: la elevada participación y el sentido de urgencia que se había instalado en Alemania, especialmente después de que Elon Musk irrumpiera en campaña a favor de AfD. En ese contexto, los jóvenes han sido una fuerza importante para la izquierda.
La reunión en la izquierda se producirá porque "el escenario va a estar por encima de las ambiciones de los dirigentes"
Conviene ir juntos, no solo por necesidad electoral, sino porque el momento es muy peligroso; las izquierdas se están diluyendo en Europa y las derechas emergen como gran fuerza. Además, el giro favorable de las tecnológicas hacia las fuerzas rupturistas ha encendido las luces de emergencia, ya que los enemigos se multiplican. En ese entorno cada vez más asediado, habría que tomar nota de la experiencia alemana, y entender que la capacidad de recomposición de Die Linke ha pasado por la unidad, por la apuesta por los valores progresistas y por impulsar el crecimiento electoral a partir de los jóvenes, y especialmente de las mujeres jóvenes. La convicción de varios dirigentes del espacio es que ese conjunto de factores llevará a que la reunión electoral se produzca: "El escenario va a estar por encima de las ambiciones de los dirigentes".
Hay un elemento que concede una tregua y que favorece esa posibilidad. 2025 no será un año electoral, en principio, lo que dará tiempo no tanto a cerrar heridas, lo que es imposible, sino a crear las condiciones de la reunión. En ese tiempo, cada partido marcará su línea, ofrecerá una posición propia que le sirva para cobrar peso y finalmente tendrán lugar las negociaciones para ver cómo se conforma la nueva alianza. Si todo sigue el guion marcado, las elecciones andaluzas de 2026 servirán para trazar las bases de esa reunión, como espera la IU de Maíllo, y a partir de ahí las piezas se irán asentando.
La única complicación es la habitual: "Los carriles tacticistas, la necesidad de supervivencia y la pelea por saber quién dirige el espacio"
Además, en el espacio existe la convicción de que las diferencias programáticas distan mucho de ser insalvables, ya que los puntos de conexión son mucho mayores. El 29 y 30 de marzo habrá una asamblea del Movimiento Sumar y el 11 y 12 de abril se celebrará la de Podemos. En ellas se podrá comprobar el grado de divergencia entre ambas formaciones.
Si el contexto obliga a una reacción unitaria, y puede haber coincidencia en las ideas, la única complicación es la habitual: "Los carriles tacticistas, la necesidad de supervivencia y la pelea por saber quién dirige quién dirige el espacio". Las cuestiones internas son las que deben limarse durante el tiempo que viene para dejar paso al frente amplio.
Sentarse a esperar que las derechas fracasen
La hoja de ruta de la reunión tiene una condición de posibilidad, que no haya adelantos electorales. Pero el gobierno se mueve entre la precariedad de los equilibrios diarios para que no se caiga ninguna pieza de la coalición y las afirmaciones contundentes de que la legislatura durará hasta el final. Y eso significa que todo es posible. Podemos está apostando por que el proceso electoral se acelerará.
En las distintas formaciones que componen el grupo parlamentario de Sumar la visión es distinta, porque haya o no presupuestos, las condiciones para que el gobierno continúe están dadas: "Estamos en un momento de expansión económica, lo que hace posible vivir sin presupuestos". Pero las incertidumbres que aparecen en el horizonte son de gran calado. El golpe en la mesa que ha dado Trump al orden internacional cambiará muchas cosas. Entre ellas, obligará a una reacción de la UE, en el sentido que sea, lo que puede dar más fuerza al gobierno de Sánchez o restársela.
Esa incertidumbre también golpea a la izquierda del partido socialista, ya que unos creen que el tiempo está de su parte, y otros creen que ya no lo hay. Les puede ocurrir igual que en la anterior legislatura, que tuvieron que construir la alianza electoral a toda prisa y entre convulsiones.
Las peleas por liderar provocarán que sus posiciones ideológica no sean encajables. Ahora es personal, mañana será político
Pero, más allá de ese aspecto, que es relevante, está la coyuntura, que ayuda muy poco. La seguridad en que las piezas acaben recolocándose con el tiempo suena a 2023, cuando todo se aceleró de repente y dejó a las izquierdas descuadradas. Pero lo más importante es que este es un momento de transformación ideológica. El mundo está cambiando y lo hará más deprisa a partir de ahora. El tablero político está modificándose sustancialmente. En ese contexto, las izquierdas, en general, están desorientadas, porque no saben bien cómo actuar para encontrar un lugar en el nuevo escenario. Su táctica parece consistir en continuar haciendo lo mismo y sentarse a esperar que los programas de las derechas extremistas fracasen por sí mismos; los demócratas estadounidenses son el mejor ejemplo.
Mientras tanto, continúan anclados en el marco de costumbre, el de hacerse el máximo hueco posible dentro de su espacio, aunque este sea cada vez más estrecho. Están mirando hacia dentro permanentemente. Están poniendo el sentido de la urgencia en lo organizativo y en el crecimiento de las derechas, pero no en su readaptación ideológica al nuevo mapa político. No les vale ni a ellos ni al PSOE para conservar el gobierno. Y justo eso será lo que les rompa, porque las peleas por cobrar ventaja en su espacio provocarán un alejamiento ideológico en tiempos de cambio que harán difícilmente encajables sus posiciones. Ahora es personal, mañana será político. Eso es lo que se apunta ya en la izquierda tras el caso Monedero.
Juan Carlos Monedero dejó ayer un mensaje en redes sociales con el que insiste en un marco que su partido lleva tiempo repitiendo: “Sueñan algunos con que la izquierda se pelee y divida. Esa no es mi tarea. Llevo 12 años luchando por un frente amplio con Podemos, como principal fuerza de ese espacio, como nave nodriza. Claro que tenemos diferencias. Normal. Pero lo relevante es parar a los locos, al fascismo y a la guerra”.