Feijóo resiste a la presión y descarta abordar la salida de Mazón en el corto plazo
Génova opta por la prudencia pese a la tensión interna, y no prevé apresurar una decisión. Distintos sectores del PP piden al presidente acelerar el relevo por los errores del líder valenciano y el temor a que afecte a las siglas
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Los que conocen a Alberto Núñez Feijóo saben que no es un líder que tome decisiones en caliente. Y esa será la máxima que opere en la delicadísima situación a la que se enfrenta Carlos Mazón. Los continuos giros en su relato sobre las horas más críticas del 29 de octubre han caído como un jarro de agua fría en la dirección nacional del PP, que desde hace meses rema a contracorriente para diluir el desgaste de su presidente autonómico y enfriar la decisión sobre su relevo. El malestar se ha disparado en amplias capas del partido, y ha contagiado también al núcleo duro de Feijóo. Pero Génova no prevé forzar su salida, al menos no de forma inmediata.
En las semanas posteriores a la catástrofe, el líder del PP apaciguó la presión interna con el compromiso de ligar el futuro político de Mazón al "éxito" de la reconstrucción. Su continuidad seguía en el aire. "Ya no caben más equivocaciones", le advirtió. Pero a estas alturas, y sobre todo tras los vaivenes de los últimos días, en el partido ven muy complicado que Mazón tenga oportunidad alguna de redimirse. El debate interno está en cuándo promover su salida y en cómo ejecutarla para provocar el menor daño posible a las siglas, tanto en la Comunidad Valenciana como a nivel nacional.
Feijóo no es ajeno a la presión interna y externa, y a las voces que, a diferentes niveles del partido, le piden apresurar la decisión. Pero en Génova optan por la prudencia. "No hay que precipitarse", reflexionan fuentes cercanas al líder popular, que empujan por esperar al momento oportuno. Creen que forzar ahora un relevo lastraría su relato sobre la responsabilidad del Gobierno en la DANA y daría la razón al PSOE. Hay otros condicionantes que pesan en la dirección nacional para levantar el pie del acelerador, como las dudas sobre el hipotético relevo de Mazón —que se niega categóricamente a dimitir—, el temor a una guerra interna en el PPCV y la incógnita de si Vox apoyaría en Las Cortes a otro candidato.
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Génova trata de guardar la calma pese a la olla a presión en la que se ha convertido el partido en los últimos días. Barones y dirigentes a todos los niveles, también en la cúpula nacional, creen que la situación de Mazón es insostenible y que su salida es cuestión de tiempo. En algunos sectores aventuran que el presidente valenciano "no llegará al verano". Otros tienen más prisa por el temor a que la crisis arrastre a las siglas del PP y termine pasando factura al propio Feijóo. "Dejar pasar los días no es la solución. Hay que coger ya el toro por los cuernos", claman.
Pero, salvo sorpresa, no habrá una decisión rápida. Fuentes oficiales del PP insisten en que "no hay novedades" respecto a la situación de Carlos Mazón, y tratan de rebajar la polémica bajo el argumento de que el presidente de la Generalitat no forma parte del Centro de Coordinación Operativa Integrado (CECOPI) y, por tanto, no tenía por qué estar allí. El pasado miércoles, el dirigente valenciano aclaró que no llegó al centro de L'Eliana hasta las 20:28h de la tarde del 29 de octubre, 17 minutos después del envío de la alerta a la población. Hace unos meses, la versión que ofreció su gabinete es que apareció "pasadas las 19h". La errática gestión del relato "ha sido la gota que ha colmado el vaso" para muchos en el PP.
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Feijóo tiene la llave, pero no planea mover ficha en el corto plazo. La dirección nacional tachó de "rotundamente falsa" una información de La Vanguardia que apuntaba a la posibilidad de poner en marcha una gestora de transición en el PPCV liderada por la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, e insiste en poner el foco sobre el Gobierno. Y el líder del PP guarda silencio a la espera de que pase el temporal. No ha tenido agenda pública precisamente desde el miércoles, cuando asistió a la sesión de control del Congreso.
La polémica sobre el nuevo relato de Mazón acababa de estallar, y los dirigentes del PP apenas se dejaron ver por el pasillo del hemiciclo. Pero sí que hubo algunas muestras de respaldo público, que vinieron del responsable de Economía, Juan Bravo; y el portavoz parlamentario y hombre de confianza de Feijóo, Miguel Tellado. "No vamos a entrar en polémicas estériles, porque la agenda de Mazón no resuelve ningún problema", afirmó. Entre los barones sigue sin haber señas públicas de apoyo.
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Feijóo ha vaciado su agenda para el fin de semana. El lunes asistirá al congreso de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), donde realizará una intervención. En su equipo avanzan que, salvo cambio de planes, no habrá rueda de prensa en Génova, como es habitual cada lunes tras la reunión del comité de dirección.
Movimiento en el PPCV
La incertidumbre y la presión política sobre Mazón tienen completamente agitados a los populares valencianos. Las familias se están reagrupando y preparándose para cualquier desenlace en un ambiente de cierta anarquía en el seno de una organización tradicionalmente vertical. El entorno directo de Mazón cierra filas y asume sin ambages el argumentario de la ausencia de información suficiente de los organismos estatales en la trágica jornada del 29 de octubre. Se interpreta el fuerte debate sobre su continuidad como una operación orquestada "por la izquierda" dirigida a descabalgar al PP del poder en la Comunidad Valenciana y de paso debilitar al PP de Feijóo.
Pero no pocos en el flanco de los conservadores levantinos observan la crisis con cierta distancia crítica por la gestión política de la guerra de relatos. La filtración de un audio manipulado, el hecho de que el barón popular no deje de referirse en sus propios discursos a aquella jornada —más allá de la presión mediática permanente— o la imagen difundida por la Generalitat llegando al Cecopi a las 20:28, muchas horas después de que fuese evidente la gravedad de lo que estaba ocurriendo, se consideran por numerosos cuadros del partido errores de calado en la comunicación política que ahondan la percepción de un líder sobrepasado.
Al igual que sucede en Génova, la estrategia oficial de la Generalitat es ganar tiempo e intentar que amaine la tormenta. Pero la causa judicial abierta, con el paseíllo de declaraciones y diligencias de la magistrada de Catarroja que va a conllevar, complica los planes. La convocatoria anticipada de elecciones autonómicas es un escenario que nadie pone encima de la mesa. Hay muchas miradas puestas en María José Catalá, la referencia más potente desde el punto de vista político para resolver un posible relevo ordenado, con permiso de Vox, si Mazón optase por dar un paso al lado.
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No son pocos los partidarios (y no partidarios) de Catalá que la ven como la salida natural a la crisis. El concejal y portavoz en el Ayuntamiento, Juan Carlos Caballero, sería su recambio municipal. Pero Catalá ha ordenado por ahora a los suyos no moverse y mantiene una posición de respaldo al president, que conserva también el apoyo y el control del partido en la provincia de Alicante, no sin problemas de sintonía con algunos cuadros de peso, como el alcalde de Alicante, Luis Barcala.
El nombre de la vicepresidenta y portavoz del Consell, Susana Camarero, también está sobre el tapete pese a estar significándose en la defensa cerrada de Mazón. Pero al igual que ocurre con el presidente de la Diputación, Vicente Mompó, no es diputada autonómica. No pueden concurrir a una investidura. Solo en caso de nuevas elecciones, alguno de los dos podría aspirar a la presidencia del Consell.
Y mientras tanto, sectores del partido ahora orillados, como toda la vieja guardia previa a la pérdida de poder de 2015, se están reagrupando alrededor del expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, que no deja de protagonizar encuentros con militantes mucho más concurridos de lo previsible. Organizados a través de grupos de WhatsApp, el de la provincia de Valencia suma ya más de 500 personas, bautizado con el nombre de "Paco Camps. Volveremos", toda una declaración de intenciones. Su intención es influir en un hipotético congreso regional del PPCV, todavía sin fecha, con el fin ser tenidos en cuenta y volver a ocupar espacios orgánicos e institucionales.
Los que conocen a Alberto Núñez Feijóo saben que no es un líder que tome decisiones en caliente. Y esa será la máxima que opere en la delicadísima situación a la que se enfrenta Carlos Mazón. Los continuos giros en su relato sobre las horas más críticas del 29 de octubre han caído como un jarro de agua fría en la dirección nacional del PP, que desde hace meses rema a contracorriente para diluir el desgaste de su presidente autonómico y enfriar la decisión sobre su relevo. El malestar se ha disparado en amplias capas del partido, y ha contagiado también al núcleo duro de Feijóo. Pero Génova no prevé forzar su salida, al menos no de forma inmediata.