"Violencia extrema" por un puñado de euros (y droga): a Felipe lo mataron su exnovia y cuatro amiguetes

A Felipe García lo mataron a golpes en su propia casa “con violencia extrema”. Tenía 61 años, vivía en Haro (La Rioja) un pueblo vitivinícola de 11.000 vecinos que rara vez se desayuna con un suceso tan sangriento como este.

Fue un crimen premeditado y planificado al milímetro por personas de su entorno, hasta el punto de que lo hicieron coincidir con las fiestas patronales de la Virgen de la Vega para pasar desapercibidos entre el bullicio y la verbena.

En el ajo, estaban su expareja y otras cuatro personas “de su círculo cercano”. ¿El móvil? Dinero y drogas. La víctima, conocida en su pueblo como Felipe, El Caganidos, se dedicaba supuestamente al menudeo de estupefacientes y durante cinco años fue novio de una de las mujeres implicadas.

La Guardia Civil ha dedicado cinco meses en desentrañar la madeja de un asesinato perpetrado el 7 de septiembre del 2024 en el que estaban implicadas dos mujeres y tres varones de 39 a 44 años, de origen rumano y del mismo núcleo familiar.

Un clan coordinado para matar

Víctima y verdugos se conocían porque vivían en la misma localidad. Aun así, los agresores cubrieron su rostro con pasamontañas para evitar que los reconociese al abordarlo en el rellano de su casa.

Lo habían estado espiando durante horas y se repartieron las tareas para ejecutar el crimen y tratar de borrar cualquier prueba que los incriminase. Los investigadores dan por probado que los cinco participaron “de forma directa o indirecta” en el asesinato de un hombre al que todos conocían bien y que atacaron con "frialdad y brutalidad", explicó este miércoles Miguel Ángel Sáez, portavoz de la Guardia Civil en La Rioja.

Emboscaron a Felipe en el portal de su casa de madrugada. Le quitaron las llaves, lo arrastraron al interior de la vivienda donde lo inmovilizaron y lo golpearon hasta terminar con su vida mientras lo conminaron a que les revelase dónde tenía oculto el dinero. El botín fue exiguo: había "muy poco" efectivo y poca droga, en realidad. Pagó con su vida con "una violencia extrema". "También se llevaron pruebas para dificultar la investigación, pero no lo han conseguido", destacó el portavoz.

Un registro con armas y canes

A lo largo de estos últimos meses, los investigadores fueron afinando sus pesquisas contra el clan familiar en la reconstrucción del asesinato a partir de los restos de sangre que encontraron en las escaleras y pasamanos del portal junto, al menos, a una colilla, hasta sumar la evidencias que necesitaron para detenerlos a todos.

El arresto se produjo el pasado 17 de febrero en Haro con un despliegue espectacular de efectivos armados (Grupo de Acción Rápida) y perros de rastreo especializados en estupefacientes y armas. Los canes participaron del registro en la vivienda y olisquearon la ropa de los incriminados en un operativo que llamaron “Terén”, instruido desde el juzgado número dos de Haro.

Los tres hombres ya ingresaron en prisión provincial como autores materiales, mientras que las dos mujeres están en libertad con cargos, sin pasaporte y con la obligación de comparecer cada 15 días en sede judicial. A los cinco se les imputan los delitos de asesinato, robo con violencia y pertenencia a grupo criminal.