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Las fragatas F-110 están cada vez más cerca (y eso significa que es hora de mirar al futuro)
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Refuerzo clave de la Armada

Las fragatas F-110 están cada vez más cerca (y eso significa que es hora de mirar al futuro)

Las fragatas F-110 están llamadas a incorporarse al catálogo de primera línea de Navantia, junto a otros productos estrella como los submarinos serie S-80

Foto: La ministra de defensa, Margarita Robles, visita el astillero de Navantia en Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)
La ministra de defensa, Margarita Robles, visita el astillero de Navantia en Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)
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Ahora mismo y junto con el programa de submarinos, las fragatas F-110 son el producto estrella de Navantia. El astillero español ha realizado un diseño de buque con tamaño contenido y buenas capacidades y, pese a algunos retrasos, ahora avanza a buen ritmo y muy pronto veremos la F-111 Bonifaz en el agua. El diseño no pinta nada mal, pero la realidad es que, desde el momento de su diseño hasta ahora, han cambiado mucho las circunstancias políticas, estratégicas y militares. Hoy es muy posible que hubiéramos preferido un buque con algunas diferencias.

Las nuevas fragatas son el refuerzo indispensable de la Armada para afrontar su futuro inmediato. En él se va a encontrar, primero con la baja de las F-80 de la clase Santa María, ya al final de su vida útil, muy baqueteadas y carentes de una adecuada modernización. Además, su esperada entrada en servicio va a tener que irse acompasando con la ansiada modernización de vida media o MLU de las fragatas F-100 de la clase Álvaro de Bazán. Una modernización que va a ser ambiciosa y profunda. Es una muy buena noticia, pero a la vez, por los tiempos de inmovilización y las bajas de las F-80, obligarán a hacer encaje de bolillos y pisar el acelerador todo lo que se pueda con las F-110.

El programa de las F-110 viene de lejos, lo normal en la mayoría de los programas de defensa, pero en este caso pilló una serie de años con crisis económicas, políticas e incluso pandemias que contribuyeron a un cierto retraso. Si bien las ideas sobre estos buques son de la primera década de 2000, no fue hasta bien entrada la segunda década que se empezó a materializar el proyecto. Al final, se terminó aprobando la construcción en 2019 y hasta 2022 no se inició el trabajo en la F-111.

Inicialmente, y esto es relevante, las intenciones eran desarrollar un buque que fuera algo así como una F-100 agrandada, lo que hubiera situado estos buques por encima de los destructores australianos de la clase Hobart diseñados por Navantia. Pero mientras que los Hobart, derivados de la F-105 Cristobal Colón, son buques antiaéreos, la Armada pidió un buque con elevadas capacidades antisubmarinas. Decisión que, si bien era casi de sentido común, fue un acierto. Sin embargo, se renunció a un buque grande y se trabajó en desplazamientos por debajo de la F-105. Esto, que en su día parecía justificado por coste y necesidades – como lo fue la decisión de construir solo cinco unidades – hoy no parece tan acertado.

placeholder Fragata F-85 Navarra. (Juanjo Fernández)
Fragata F-85 Navarra. (Juanjo Fernández)

Así van las F-110

El montaje en grada de la F-111 Bonifaz está muy avanzado. Como sabemos, este tipo de construcción es modular, a base de estructuras (o bloques) que se fabrican aparte y se van ensamblando. Ya se encuentran montados 20 de los 33 bloques y los restantes ya se están en fabricación. En grada se ensamblan 32 de ellos mientras que el último, el 33, corresponde al domo del sonar de proa y se monta en dique tras la botadura, que está prevista para la segunda mitad de este mismo año.

También están instalados a bordo todos los equipos del sistema de propulsión, generadores diésel, turbina de gas, motores eléctricos, reductoras y empujador de proa, este último un elemento importante para las maniobras a baja velocidad, como atraques. De los equipos ya hay más de un centenar a los que se les han pasado las pruebas FAT (Factory Acceptance Test) que son aquellas verificaciones del fabricante – junto al cliente - que aseguran su correcto funcionamiento. Recordemos que la propulsión de estos buques es híbrida (diésel-eléctrica y gas), lo que permitirá hacer una navegación a baja velocidad muy silenciosa en modo eléctrico, vital para las operaciones antisubmarinas.

placeholder Infografía de la F-111. (Navantia)
Infografía de la F-111. (Navantia)

El armamento también marcha según lo previsto. En enero de 2025 se completaron con éxito las pruebas de un elemento clave: el radar AN/SPY-7(V)2 de Lockheed Martin, la piedra angular del famoso Aegis. Estas pruebas se llevaron a cabo en el Aegis SCOMBA Integration Center (ASIC) ubicado en Moorestown, New Jersey y consistieron en un “live track”, en el que el radar debe rastrear diferentes objetivos aéreos.

Otro capítulo primordial es la tecnología para lucha antisubmarina. Cada buque de la serie contará con dos conjuntos de sonares del fabricante francés Thales. Uno es el sonar de casco UMS-4110 BlueMaster, situado en el bulbo de proa y el otro un sonar remolcado CAPTAS-4, de profundidad variable y baja frecuencia. Complementan estos sensores el sistema acústico digital BlueScan y el de comunicaciones submarinas TUUM-6; este último, por cierto, se fabrica en Leganés (Madrid) y permite la comunicación entre submarinos y buques de superficie. Baste decir que tan solo estos sistemas suponen unos 34 millones de euros en cada fragata.

Foto: Puesta en quilla de la F-111. (Navantia)

Otro elemento a destacar es el cañón, que aunque del mismo calibre (5” o 127 mm) que el de las F-100, es bien diferente en prestaciones. En las F-100 se montaron piezas Mk.45 Mod.2 en 'oferta' de las que la US Navy tenía excedentes. Para las F-110 se ha elegido el más potente Oto Melara 127/64 LW de Leonardo, una pieza con muy alta cadencia de fuego, capaz de utilizar una gran variedad de proyectiles y con muy buen alcance, desde los 30 km para municiones estándar hasta los 130 km con alcance extendido Vulcano, que emplea municiones guiadas de gran precisión.

La F-112 Roger de Lauria tiene 16 de sus 33 bloques ya en fabricación y la puesta de quilla está programada para abril de 2025; en esa misma fecha se ha previsto el corte de chapa de la F-113 Menéndez de Avilés, evento con el que se escenifica el inicio de su construcción. La entrada en servicio de estas unidades aún está lejos de precisarse y dependerá del resultado de las pruebas. En cualquier caso, las fechas que se barajan están entre 2028 y 2032 para las cinco unidades.

placeholder Cubierta de vuelo y hangares del las F-110. (Navantia)
Cubierta de vuelo y hangares del las F-110. (Navantia)

Barco de hoy, mentalidad de ayer

Decíamos que la decisión de la Armada al pedir un buque más orientado a la lucha antisubmarina había sido un acierto y es verdad. Lo es porque en el momento en que se toman esas decisiones (alrededor de 2010) veníamos de unos años donde parecía que la amenaza submarina, el gran reto para Occidente durante la Guerra Fría, había pasado a la historia. Así, España (y otros muchos países) empezaron a despreocuparse del tema. La Armada llegó a un punto casi insostenible, con unas fragatas F-80 dotadas de un sonar remolcado anticuado – y en algunas retirado -, las F-100 carentes de este equipo y con tan solo una escuadrilla de helicópteros antisubmarinos SH-60B, buenos, pero sin sonar calable, algo de lo que sí dispone la versión Romeo.

placeholder Infografía de la vista aérea F-110. (Navantia)
Infografía de la vista aérea F-110. (Navantia)

Pero como siempre, cuando se analizan este tipo de decisiones, hay que mirar el contexto del momento. En el entorno de 2010 la situación económica era mala y estábamos inmersos en eso que hemos dado en llamar “la afganización”, cuando la estrategia de defensa se reducía a intervenir en escenarios de baja intensidad. Con ese contexto de poco dinero y sin previsión de combates muy demandantes, se decidió hacer las F-110 con esa buena capacidad antisubmarina, pero se redujo el tamaño del buque y, por tanto, se restaron capacidades antiaéreas y antisuperficie. El resultado más visible fue el lanzador vertical de misiles VLS de tan solo 16 celdas.

Ya hemos comentado no hace mucho que la defensa más eficaz contra misiles enemigos la proporcionan los medios softkill o soft frente a los hardkill. Los primeros consisten en guerra electrónica y medios de engaño, como los señuelos tipo bengalas (contra misiles de guiado infrarrojo o térmico) y chaff contra los de guiado por radar. Los medios hardkill son armas que destruyen el misil atacante y aquí hablamos de misiles tipo RAM y sistemas CIWS o de defensa de punto, como los Phalanx y otros muchos cañones de tiro rápido.

Lo anterior es cierto y la historia nos da múltiples datos que lo corroboran. Sin embargo, no es menos cierto que la mayoría de sucesos han sido enfrentamientos contra muy pocos misiles atacantes. La guerra de alta intensidad y la amenaza, cada vez más próxima, de que volvamos a ese escenario, ha traído de nuevo la posibilidad de ataques de saturación, empleando un gran número de misiles contra el buque de tal manera que sea imposible batirlos todos.

placeholder Clase F-110 Bonifaz. (Navantia)
Clase F-110 Bonifaz. (Navantia)

Este fue el paradigma de la táctica soviética durante la Guerra Fría y fue el motivo, por ejemplo, por el que se desarrolló el sistema Aegis: buscar una forma de automatizar la respuesta y permitir la defensa ante múltiples atacantes. No solo eso. Los ataques de saturación y el escenario de combate de alta intensidad obligan a tener un sistema de combate como el Aegis, pero también a disponer de una reserva suficiente de misiles de varios tipos y alcances. Es precisamente este aspecto el que hace que un lanzador VLS de solo 16 celdas sea, con la mentalidad actual, insuficiente.

Es el motivo de que al hablar de una evolución de las F-110, lo que se denomina en términos anglosajones un “Flight II”, se da por hecho que uno de los aspectos que se van a revisar es este, aumentando el lanzador VLS como mínimo al doble o a las 48 celdas de las F-100.

placeholder Estado actual de la F-111 en grada. (Navantia)
Estado actual de la F-111 en grada. (Navantia)

Ejemplos de que esta es la tendencia que impera, hay bastantes. Se buscan ahora buques más grandes, más potentes, con mayor carga tecnológica y de armas a bordo y que, en un momento dado, sean además capaces de encajar daños y mantenerse a flote. La clase de destructores norteamericanos Arleigh Burke, que han sido el modelo durante muchos años, no han dejado de crecer en desplazamiento y capacidades en sus sucesivas versiones. Así, los primeros ejemplares (los Flight I) desplazan 8.400 toneladas y los últimos, los Flight III, ya alcanzan las 10.000, mientras que en lanzadores verticales - estos buques disponen de dos VLS separados, uno a proa y otro a popa – han pasado de las 90 a las 96 celdas.

Foto: Corbeta Hail de Navantia para Arabia Saudí. (EFE/Román Ríos)

Corea, por ejemplo, tiene sus destructores de la clase Sejong the Great con 10.000 toneladas y 128 celdas, pero la prueba definitiva nos la da la propia Navantia. Su filial australiana está trabajando en una propuesta de destructor de más de 10.000 toneladas con un lanzador de 128 celdas. Se denomina “Destructor Flight III” y surge como respuesta al creciente interés por este tipo de buques, grandes y bien armados.

Si nuestro propio astillero, con prestigio mundial, éxitos de ventas, experiencia y conocimiento, apunta también a esta línea, es que el futuro va por ese camino. España y la Armada no deberían dejar de lado una propuesta de este estilo y, como mínimo, debería ser evaluada y analizada.

Ahora mismo y junto con el programa de submarinos, las fragatas F-110 son el producto estrella de Navantia. El astillero español ha realizado un diseño de buque con tamaño contenido y buenas capacidades y, pese a algunos retrasos, ahora avanza a buen ritmo y muy pronto veremos la F-111 Bonifaz en el agua. El diseño no pinta nada mal, pero la realidad es que, desde el momento de su diseño hasta ahora, han cambiado mucho las circunstancias políticas, estratégicas y militares. Hoy es muy posible que hubiéramos preferido un buque con algunas diferencias.

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