¿Por qué a Sánchez le interesa que la legislatura aguante hasta 2027?
El PSOE se vuelca esta vez en relanzar sus proyectos territoriales, en lugar de solaparlos con el debate nacional, a la espera de recuperar comunidades autónomas y generar un clima favorable para las generales
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Con Europa en pleno proceso de aceptación de un nuevo orden mundial, que cambia definitivamente las reglas de juego, y Pedro Sánchez volcado ya en el discurso contra el trumpismo y sus conexiones con la ultraderecha global, es más difícil que nunca predecir los movimientos en la política nacional. Pero, en sólo unos meses, muchos actores que veían la legislatura inviable porque los permanentes desencuentros con Junts impiden al Gobierno tener una mayoría parlamentaria sólida, se han convencido de que Pedro Sánchez podrá seguir hasta 2027, consiga o no aprobar unos presupuestos.
Hasta el PSOE ha hecho este viaje: de considerar imposible la dependencia de Carles Puigdemont a normalizar que el Ejecutivo pierda constantemente votaciones en el Congreso. La Moncloa lleva meses avisando de que el Gobierno continuará con o sin unas nuevas cuentas para 2025. Y en el núcleo duro del presidente se muestren sinceros sobre su capacidad de seguir en condiciones a veces complicadas "Peor es estar en la oposición".
Incluso el PP ha asumido que Junts no apoyará nunca una moción de censura junto a Vox para hacer presidente a Alberto Núñez Feijóo. Se consolida así la idea de que las elecciones generales no se adelantarán y serán cuando tocan, en 2027. Salvo, apuntan fuentes del Ejecutivo, que una circunstancia nacional o internacional extraordinaria genere una oportunidad, una grieta en la rocosa suma de PP y Vox, que impulse a Sánchez a anticiparlas.
Pero la lógica con la que trabaja el PSOE es 2027. No se trata sólo de resistir, eso se da por descontado. Si Sánchez tuviera números ya para reeditar el Gobierno de coalición convocaría cuando le conviniera. Como no los tiene, no le queda más remedio que esperar. En primer lugar, para propiciar una recomposición electoral de todas las fuerzas a su izquierda, en torno a una nueva candidatura superadora de Yolanda Díaz y de Sumar. Y en segundo, para que se produzca la recuperación del PSOE a nivel territorial.
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El 15 y 16 de marzo se celebrará el congreso del PSOE de Aragón. Con el ascenso al liderato de Pilar Alegría se cerrará la renovación territorial. A falta de los cónclaves provinciales y locales, que se realizarán en lo que resta de año, a principios de 2026 el PSOE estará ya en modo electoral.
Un relevante exdirigente socialista suele decir que no hay líder sin proyecto y, aunque él se vale de esa reflexión para señalar las carencias de Feijóo, es aplicable a los nuevos jefes territoriales, muchos de ellos ministros.
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El año 2026 empezarán a proyectar un programa político alternativo al de los presidentes autonómicos del PP. Será una batalla de confrontación de modelos larga y encarnizada en la que Óscar López (Madrid), María Jesús Montero (Andalucía), Diana Morant (Comunidad Valenciana), Ángel Víctor Torres (Canarias) y Pilar Alegría (Aragón) deberán hacer compatible la esquizofrenia de ejercer de ministros para todas las autonomías y ser líderes de la oposición en las suyas. De sus éxitos dependen, en parte, las generales.
Algunos en el PSOE quisieron ver en el discurso de Sánchez en la clausura del congreso federal en Sevilla la posibilidad de un supermayo electoral con la coincidencia de generales, autonómicas y municipales. El jefe del Ejecutivo aseguró que van a recuperar poder territorial y permanecer en la Moncloa. Pero fuentes socialistas, muy cercanas al presidente, descartan la opción de hacer coincidir todas las citas y apuntan a que Sánchez convocará después. La intención del PSOE es poner todo el foco en las batallas territoriales porque creen que el poder omnímodo del PP (gobierna diez autonomías) se resquebrajará. Ven muchas opciones de "vuelco" en la Comunidad Valenciana y no consideran descabellado otras victorias.
La tesis es que si las autonómicas y municipales les salen bien, el clima se volverá más favorable para el PSOE y habrá más motivación de cara a las generales. Y, aunque quedan dos años, la Moncloa cuenta con que la ola mundial de auge de la extrema derecha volverá a provocar una movilización de la izquierda para evitar un gobierno del PP con Vox. La suma de estas dos circunstancias favorecería las opciones del PSOE de competir para que Sánchez mantenga la presidencia.
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Este plan, que busca dar preeminencia a los proyectos de los nuevos candidatos a presidentes autonómicos, supone enmendar lo que sucedió en la campaña del 28-M de 2023, cuando la Moncloa se empeñó en colocar en primera línea al jefe del Ejecutivo y los temas nacionales, en detrimento de los debates territoriales. El resultado es conocido.
El propósito ahora es justo el contrario, permitir que los nuevos barones construyan su propio proyecto político y que el PSOE y Sánchez se alimenten de sus éxitos. Incluso en Andalucía, donde la previsión es que a María Jesús Montero le vaya bien. Sin alharacas pero con la convicción de que avanzarán en porcentaje de voto: "Nos va a ir mejor".
Con Europa en pleno proceso de aceptación de un nuevo orden mundial, que cambia definitivamente las reglas de juego, y Pedro Sánchez volcado ya en el discurso contra el trumpismo y sus conexiones con la ultraderecha global, es más difícil que nunca predecir los movimientos en la política nacional. Pero, en sólo unos meses, muchos actores que veían la legislatura inviable porque los permanentes desencuentros con Junts impiden al Gobierno tener una mayoría parlamentaria sólida, se han convencido de que Pedro Sánchez podrá seguir hasta 2027, consiga o no aprobar unos presupuestos.