Parábola de Zapatero a Sánchez y Feijóo: "Respetaos y reconciliaos"
El expresidente presenta sus mejores discursos parlamentarios en un acto en el Congreso rodeado de socialistas y Bildu. Deja recados al líder de la oposición pero también al Gobierno. Está “angustiado” por el orden mundial
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José Luis Rodríguez Zapatero regresó este lunes al Congreso, donde fue 25 años diputado, con la misión de evangelizar a los parlamentarios en el diálogo, el respeto al adversario político y en la fe de la democracia representativa, cuya imagen está por los suelos. Lo intentó a fondo con su tono de curilla, sus grandes ojos azules y su perenne sonrisa, que cautivó a un auditorio amigo y entusiasmado. “Vengo con la firma convicción de que este sea un acto de talante”, anticipó, recomendando borrar de la boca de los políticos el insulto y la provocación. Tuvo lecciones para Feijóo, cómo ser mejor líder de la oposición. Y para el Gobierno, más diálogo y menos leyes, pero que cuide la técnica legislativa.
Le escuchaban ministros de su época -María Teresa Fernández de la Vega, Magdalena Álvarez, Beatriz Corredor, Miguel Sebastián, Ángel Gabilondo y Jesús Caldera-, ministros de Sánchez -Félix Bolaños, Óscar López y Pilar Alegría- y diputados y cargos actuales del PSOE. Todos socialistas en la sala, excepto dos ‘infiltrados’, la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, y su compañero de filas Jon Iñarritu, que se acercaron al final a saludar al expresidente del Gobierno (2004-2011). Este defendió que su mejor legado político fue el fin de ETA y el matrimonio igualitario en España.
El dirigente socialista, muy implicado hoy en labores de asesoramiento al Gobierno de Pedro Sánchez, presentaba el libro que le ha editado el Congreso con sus mejores discursos, como hizo hace unos días Mariano Rajoy, a quien agradeció su papel como líder de la oposición por dos hechos: que se sumaran al pacto unánime de la ley contra la Violencia de Género y que saludara la declaración del cese definitivo de ETA, en octubre de 2011, “dando por bueno que no hubo una contraprestación política”.
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Ese reconocimiento expreso le sirvió a Zapatero para poner deberes a Alberto Núñez-Feijóo: “Cuanto más se parece el líder de la oposición al presidente del Gobierno más posibilidad tiene de serlo”, aseguró en recriminación velada a que el líder del PP no estaría a la altura de las circunstancias. El socialista destacó el rol constitucional de esa figura del líder de la oposición, que aunque no está “consagrada” ni regulada, a su juicio da la medida del estado de salud de una democracia. “El presidente del Gobierno se debe al Parlamento, y el líder de la oposición se debe al país”, resumió.
La realidad es que la relación con el presidente del Gobierno es nula y los casos de corrupción que rodean a su familia hacen que esta sea irrecuperable. Y, sin embargo, Zapatero insistió sobre que “la democracia es un sistema pensado para perdonar y reconciliarse. No habría sitio en la Historia sin reconciliación”. Diálogo, talante y pacto recetó. “Si no, pueden ser youtubers o influencers”, soltó.
De sus enganchones parlamentarios con Rajoy, que los tuvo y muy tensos, insistió: “Solo me quedan los buenos recuerdos. No tengo ningún rencor, me queda el aprecio y algún momento divertido”, recalcó sobre sus lances con el líder del PP, tan intensos como los de hoy aunque sin mucho más refinados. “Para zaherir, descalificar, insultar, ¿qué queda? Nada. No quedará nada en un libro, nada en la memoria de nadie”. “Jamás nadie me ha recordado una frase que le dijera a Rajoy”.
“¡Con lo bien que yo me llevaba con Gil-Lázaro”, espetó provocando la risa del público en alusión al veterano diputado de Vox, antes en el PP, con quien compartió sus primeros pasos en la Carrera de San Jerónimo. “Éramos muy jóvenes, ¿qué le ha pasado? Hay que volver a intentarlo”, señaló como quien habla de un lejano amor.
“Solo me quedan los buenos recuerdos. No tengo ningún rencor, me queda el aprecio y algún momento divertido”, recalca sobre Rajoy
A pesar de su optimismo antropológico, Zapatero dijo sentir “fatiga”, “preocupación” y “angustia” por la alteración del orden mundial que supone el regreso de Donald Trump y el auge de los populismos. Por momentos habló de “apocalipsis civilizatorio”.
“Es verdad que abundan ahora los terraplanistas y los antivacunas, pero los demócratas nunca abdicaremos de la verdad y la ciencia”, afirmó confiado en que el europeísmo de los “españoles ilustrados” resurja con fuerza tras la cumbre de este lunes en París.
“Es el gran trance que tenemos hoy y nuestro compromiso (en la UE) es muy importante. El presidente Sánchez tiene un momento de responsabilidad que debería tener el máximo consenso de la Cámara, el momento más trascendente desde la salida de la II Guerra Mundial”, señaló.
Reclamó por fin el apoyo de la oposición a la política exterior del Gobierno –“pido máximo comprensión para el Gobierno” y también “máximo diálogo” del Gobierno con la oposición.
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El líder socialista, que presentó su libro acompañado por su jefe de gabinete, José Andrés Torres Mora, y de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, se declara un “apasionado” del discurso político y exhorta a la actual clase dirigente a que la cultive mejor: “La palabra política es poética porque construye, emociona y estimula. Si hay convicción, hay discurso”.
“Siempre procuré cuidar cada palabra, cada idea (para) que 20 años después puedas leerla y sentirte tranquilo con tu país y con una cierta honestidad conmigo mismo”, resume.
Paz en Euskadi y en España
Suele repetir Zapatero que su gran legado es haber traído la “paz a Euskadi y a toda España” -bajo su Gobierno la banda criminal cesó sus actividades-. Su recuerdo “más intenso” del Senado fue de un debate del Estado de las Autonomías en el que, junto con Alfredo Pérez Rubalcaba, “entraban y salían” nerviosos del hemiciclo porque estaban negociando con ETA la primera tregua y “había muchos flecos decisivos” por resolver. También rememoró otro discurso pronunciado desde el escritorio de la Cámara Baja, fuera del hemiciclo, en el que anunció que se proponía a negociar con la banda terrorista, asumiendo que entraba en un “limbo” jurídico-político. “Esa declaración la tengo grabada en la memoria; de hecho, la dije de memoria. El mayor afán que tuve como presidente fue la paz en Euskadi y en toda España”.
Su discurso más emocionante, confiesa, lo pronunció “con las lágrimas a flor de piel” el día que su Gobierno aprobó el matrimonio igualitario. Junto con el fin de ETA, su mejor obra legislativa, asegura, fue la ampliación de derechos a la ciudadanía, sobre todo la igualdad entre hombres y mujeres. De hecho, acuñó su nueva religión: “Ilustración feminista”.
También se enorgullece Zapatero de su réplica parlamentaria al lehendakari Ibarretxe en su defensa del plan soberanista, debatido el 1 de febrero de 2005, y el cual asegura que, visto con perspectiva, estuvo “muy compensado” porque defendía la “pluralidad del país” y el “reconocimiento de las identidades”. Una visión de España que hereda el PSOE de Sánchez en su relación con los independentistas catalanes y vascos, aún por definirse. Porque reconoce que aquella votación de rechazo al Plan Ibarretxe cerró el debate pero no lo resolvió.
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“La democracia es ese latir de promesa abierta”, “es esperanza”, ha manifestado con su habitual optimismo antropológico. Según dice, estamos mejor que nunca y por eso ofrece a los cuatro presidentes vivos reunirse un día para compartir su visión de cuánto ha mejorado el país.
Por último, rememora el libro su discurso más crudo pronunciado durante la gran crisis económica que su Gobierno tardó en ver y que le obligó a anunciar los mayores recortes ante la Cámara en mayo de 2010. “Cueste lo que me cueste (…) al menos asumí en primera persona, no eludí la responsabilidad”.
Enfrente, como alumnos aventajados se sentaban los ministros Óscar López y Félix Bolaños, con quienes bromeó que sus dificultades ahora son un juego menor comparado con las que él afrontó, con la amenaza terrorista en primer término. Lo vuestro, les dijo, “es buena ingeniería democrática”.
“El Renacimiento se sustentó en una vuelta a los clásicos y el resurgimiento de la democracia representativa será fruto de una vuelta a los principios clásicos de nuestra democracia. Y no creo que haya que tirar la toalla en los discursos racionales, afectos compartidos e incluso perdonar aunque no te pidan perdón”. Palabra de Zapatero en el Congreso.
José Luis Rodríguez Zapatero regresó este lunes al Congreso, donde fue 25 años diputado, con la misión de evangelizar a los parlamentarios en el diálogo, el respeto al adversario político y en la fe de la democracia representativa, cuya imagen está por los suelos. Lo intentó a fondo con su tono de curilla, sus grandes ojos azules y su perenne sonrisa, que cautivó a un auditorio amigo y entusiasmado. “Vengo con la firma convicción de que este sea un acto de talante”, anticipó, recomendando borrar de la boca de los políticos el insulto y la provocación. Tuvo lecciones para Feijóo, cómo ser mejor líder de la oposición. Y para el Gobierno, más diálogo y menos leyes, pero que cuide la técnica legislativa.