Vox y la paradoja de ser trumpista en España: entre los aranceles y los productores locales
Abascal y sus socios de Patriots se presentan en Madrid como una delegación de la Casa Blanca en Europa. Pero las políticas de Trump contrastan con el discurso del partido en defensa del español o la producción nacional
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Santiago Abascal y sus socios de Patriots en Estrasburgo se presentaron este sábado, durante la cumbre internacional del grupo celebrada en Madrid, como una suerte de delegación de la Casa Blanca en Europa. El lema de la cita, Make Europe Great Again (MEGA), ya advertía del protagonista ausente. Pero el mensaje de esta derecha trumpista suscita ciertas contradicciones en Vox. La amenaza arancelaria de Donald Trump y algunas de sus primeras decisiones acorralan al partido en su propio discurso, entre la alianza con el presidente norteamericano y la defensa del español o los productores locales.
Vox, en línea con Trump, ha señalado a China como el gran enemigo en la guerra comercial. Todos los males de los últimos años tienen que ver siempre o casi siempre con el gigante asiático. Y esta situación, añaden en el partido, es consecuencia de las políticas e injerencias de la UE, que permite y alimenta la competencia desleal y la ruina de los productores españoles. Sin embargo, la situación que la formación ultraconservadora recrimina a Bruselas no sirve para Estados Unidos.
Abascal, que calificó a Trump como "compañero de armas", avaló este sábado las políticas arancelarias y negó que sea un problema. Una vez más apuntó a la UE y descartó que la administración estadounidense tenga en mente cualquier traba comercial. "El gran arancel es el pacto verde", dijo durante el mitin celebrado junto a sus socios de la ultraderecha, con constantes guiños y alabanzas a la nueva Casa Blanca. La segunda etapa de Trump, insistieron, es un punto de inflexión y abre el camino a una nueva era. Otra "reconquista", como coincidieron todos los dirigentes que se reunieron, desde Viktor Orbán al propio líder de Vox.
Amenaza arancelaria
Trump apenas había puesto un pie en la Casa Blanca cuando puso en la diana a los BRICS. La polémica afectó a España porque el dirigente se equivocó y la incluyó entre estos países, con la amenaza de imponer aranceles de hasta el 100%. La advertencia no se ha traducido en nada hasta la fecha, pero sí ha provocado cierta incertidumbre en diferentes sectores. Como informó El Confidencial, hay varias provincias españolas (Castellón, Huelva, Guipúzcoa o Almería) que obtienen más de un 2% de su PIB de las exportaciones a Estados Unidos, desde cerámica a productos agroalimentarios, y la preocupación se ha disparado.
Este escenario contrasta de plano con la agenda nacional de Vox, que se ha arrogado la defensa del campo y de los productores locales como uno de los ejes de su argumentario. La Agenda España, elaborada como respuesta a la Agenda 2030, dedica precisamente un capítulo concreto a este extremo. "Producido en España", dice el decálogo de la formación ultraconservadora, con una crítica a las imposiciones de la UE y los agravios respecto a Marruecos y China. "España debe desmarcarse de todo acuerdo o legislación internacional que culpabilice a nuestros productores de los problemas medioambientales mientras exonera o deja impunes a los verdaderos culpables", señala, en referencia a la "competencia desleal".
"Las medidas incluidas en la Agenda España surgen como respuesta a la competencia desleal de otros países como China o Marruecos, que eluden las restricciones medioambientales de la UE, pero compiten en el mismo mercado. Es una legislación que arruina a nuestros productores", subraya la Agenda España, elaborada en 2021 y todavía vigente, sin ninguna alusión a las relaciones con otros países. Aún menos a las políticas arancelarias de las grandes potencias.
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La Agenda España reclama mayor soberanía para los países miembros de la UE y aboga por construir un marco común en el sur de Europa frente a otros agentes, aunque no apunta al otro lado del Atlántico. "Promover un eje de la Europa del sur para la defensa de intereses comunes, tanto en la protección de fronteras como en la defensa de los intereses agrarios, ganaderos y pesqueros. La Unión Europea no puede ser una máquina implacable de imponer normas ni servir de coartada para impedir la leal y justa competencia de nuestros productos con el exterior", insiste la estrategia política de Vox.
Bambú, sin embargo, reitera que estas aparentes contradicciones no son un problema. La apuesta del partido, al igual que el resto de integrantes de Patriots, es cultivar unas relaciones bilaterales con la administración estadounidense y ganar autonomía frente a Bruselas.
Tal y como informó Esteban Hernández en este periódico, Trump tiene la intención de no interactuar en bloque con la UE, lo que abre la puerta a intensificar las relaciones con cada país. Esa es, en teoría, la solución de la formación que lidera Abascal: negociar con sus socios. "Hay que confiar en el bilateralismo, porque el multilateralismo no es otra cosa que élites que cooptan las entidades supranacionales. Aquellas instituciones que estaban previstas para ayudar a tomar decisiones a los Estados, y que eran, por tanto, burócratas, son quienes toman las decisiones de verdad. Y es hora de acabar con eso", subrayan, según recogió el analista de El Confidencial.
Defensa del español
La paradoja, no obstante, va más allá de la guerra comercial. Vox también se ha implicado a fondo en la batalla cultural contra la izquierda y la leyenda negra con la defensa del español en el mundo. La Fundación Disenso, el think tank de la formación, incluso elaboró el año pasado un estudio contra el proyecto de un museo latino en Washington, con el argumento de que pretende "descolonizar" la Historia y borrar la huella de España de Estados Unidos. Pero la realidad es que ha sido el propio Donald Trump quien ha eliminado el español de la web de la Casa Blanca. Dos extremos difíciles de conjugar.
La decisión ha generado una oleada de críticas y el rey Felipe VI mostró recientemente su sorpresa, habida cuenta de que el español es la segunda lengua en el país. "Lo cual hace aún más llamativo aquella decisión de retirar la lengua española como un instrumento de comunicación de la propia Casa Blanca. Seguramente sea temporal porque a fuerza de los hechos demoscópicos y democráticos acabará siendo la segunda lengua de más uso y con influencia política", dijo, según recoge EP, tras recordar que el Instituto Cervantes cuenta con cinco centros en el territorio.
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Lo cierto es que las nuevas relaciones de Vox han levantado rechazo incluso dentro del partido. Sectores críticos de la formación desaprueban el cambio de grupo parlamentario en Europa, del ECR de Giorgia Meloni a Patriots, y hablan de una contradicción con los principios fundacionales de la organización. Más cerca ahora del Kremlin que de sus aliados naturales en el sur de Europa, especialmente en el caso de la presidenta de Italia. El acercamiento a la Hungría de Viktor Orbán, dicen algunas voces, esconde un interés meramente económico, evidenciado en el préstamo de 9 millones de euros recibido de un banco húngaro.
En los círculos más críticos con Santiago Abascal ha empezado a moverse un argumentario que cuestiona de principio a fin la relación con dirigentes como Viktor Orbán o Marine Le Pen, atribuyendo una supuesta "subordinación a agendas externas" a través de la financiación de las fuerzas de esta nueva derecha trumpista. "Esto cuestiona su narrativa patriótica y levanta sospechas sobre la supeditación de postulados ideológicos e intereses nacionales a los de otros países o a intereses económicos", dice el escrito anónimo, que alimenta la tensión interna por la crisis que divide a Vox desde hace más de un año.
Santiago Abascal y sus socios de Patriots en Estrasburgo se presentaron este sábado, durante la cumbre internacional del grupo celebrada en Madrid, como una suerte de delegación de la Casa Blanca en Europa. El lema de la cita, Make Europe Great Again (MEGA), ya advertía del protagonista ausente. Pero el mensaje de esta derecha trumpista suscita ciertas contradicciones en Vox. La amenaza arancelaria de Donald Trump y algunas de sus primeras decisiones acorralan al partido en su propio discurso, entre la alianza con el presidente norteamericano y la defensa del español o los productores locales.