El PP exprime la crisis de Vox y pasa al ataque en pleno auge electoral de Abascal
Génova saca la artillería tras el terremoto de la dimisión de Gallardo y se defiende por la "radicalización" de las críticas de Vox a su giro con el decreto ómnibus. Los de Abascal se hacen fuertes en las encuestas
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Alberto Núñez Feijóo no suele entrar en el cuerpo a cuerpo con Santiago Abascal. Es la estrategia que ha seguido a pies juntillas desde la campaña del 23-J, y que quiso implantar en el partido durante su travesía en la oposición. Las arremetidas de Vox, constantes a lo largo de la legislatura, eran entendidas en Génova como una "distracción" que desviaban el foco de lo importante. "Abascal hace oposición a Feijóo, y Feijóo hace oposición a Sánchez", repetían en el cuartel general de los populares. Pero el líder gallego se ha cansado de los golpes.
Feijóo ya enseñó los dientes el pasado jueves, en plena resaca de su giro con el decreto ómnibus del Gobierno, pero fue este lunes cuando salió a morder, justo en el momento en que se abría una rendija de debilidad para Vox con la crisis en Castilla y León. La noticia estalló horas antes de la intervención del líder del PP ante la plana mayor del partido: Juan García-Gallardo, exvicepresidente regional, había dimitido de todos sus cargos con reproches a Abascal, al que echó en cara la falta de "lealtad recíproca" y de "pluralidad" interna.
El terremoto orgánico, que minimizaron en la sede de Bambú, vuelve a remover al partido ultraconservador tras varios meses de impoluta trayectoria, con un crecimiento sostenido en las encuestas que en Génova atribuyen a la "polarización", sin obviar la actual coyuntura internacional y la crudeza de su batalla contra el Gobierno... y el PP. En la dirección popular se quejan de la "radicalización" del mensaje de Vox, que vio en el volantazo de Feijóo con el sentido de voto al decreto social del Gobierno una oportunidad para desgastarles y reivindicarse como única oposición "real" a Sánchez.
Feijóo sabía que el terreno era resbaladizo. Y lanzó un ataque defensivo para tratar de neutralizar el relato de Vox y su posible encaje en el electorado conservador. "El objetivo de Vox no parece ser cambiar nada, sino reforzar su permanencia en la oposición (...). Somos los únicos que queremos cambiar al Gobierno", arremetió. El líder popular no se quedó ahí, y situó la acción política de Abascal como una "oposición de tumbona, de sarao y de dedito levantado". Una crítica contundente que sorprendió a más de un dirigente con presencia en el cónclave popular.
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En Génova desvinculan el contraataque de Feijóo del auge de la formación de Abascal en las encuestas. Pero no lo pierden de vista. Fuentes de la cúpula admiten desde hace semanas una "fuga" de votos al partido situado a su derecha, aunque niegan preocupación porque "nosotros crecemos por el centro" y "lo importante es que el bloque de la derecha sigue aumentando". Pero en Vox sí que perciben ciertos "nervios" en la sede popular por la evolución desmocópica.
Los populares admiten que Vox supo sobreponerse al coste que creían que tendría su ruptura en los gobiernos autonómicos, y sitúan el "punto de inflexión" de su crecimiento tras las inundaciones del pasado mes de octubre en Valencia. Este lunes, Feijóo y Abascal desayunaron con una nueva encuesta —del Instituto 40dB para El País y Cadena Ser— que reflejaba la mejor marca de Vox desde las generales (14,2%).
La disputa no se quedó en las declaraciones de Feijóo, y el forcejeo pasó a librarse en las redes sociales. Abascal disparó donde más dolía: los "pactos" con el PSOE y la equiparación entre Sánchez y Feijóo. También se coló por el hueco de la equidistancia de Génova con la nueva derecha internacional, y recriminó que el PP hiciese "oposición a Milei o a Trump" antes que al jefe del Ejecutivo. El líder de Vox se ha ratificado como único interlocutor del nuevo presidente de los Estados Unidos en España, sobre todo tras las críticas de Esteban González Pons a Trump, al que calificó de "ogro naranja". La opinión "personal" de su vicesecretario generó malestar en el PP.
El dedo levantado. Y acusando a todos los que sostienen este gobierno. Que no solo son sus aliados, es también la oposición que hace oposición a @realDonaldTrump y a @JMilei en vez de a Sánchez.
— Santiago Abascal 🇪🇸 (@Santi_ABASCAL) February 3, 2025
Es la que pacta con el PSOE en Bruselas todas las políticas que sufrimos los… pic.twitter.com/AnhxMheLcZ
La tensión ya se había disparado. Y aunque en un principio se abstuvieron de hacer valoraciones sobre los "líos orgánicos" de su adversario, Génova quiso replicar a Abascal y hurgar en la herida abierta de la crisis de Vox en Castilla y León. "Están a medio tuit de decir que la dimisión de Gallardo también ha sido cosa nuestra", publicaron en su cuenta oficial. En la dirección de Feijóo, y también en algunas baronías, están convencidos de que la hipérbole de Abascal y sus "ataques furibundos" de este lunes eran una "cortina de humo" para "tapar la purga" abierta en Castilla y León. El PP trató de devolver el foco al punto débil de su adversario. "Las crisis orgánicas dañan a todos, también a Vox", repasaban en una presidencia popular.
El portavoz de Vox, José Antonio Fúster, vinculó la salida de Gallardo con su negativa a "condenar" la "operación para socavar al partido" que, a su juicio, habían perpetrado dos de sus procuradores en las Cortes, y que habían sido cesados de forma fulminante el pasado fin de semana. El exvicepresidente se desligó de esa versión, pero sí cerró la puerta con reproches al discurso único de Abascal.
Feijóo también contrapuso, de forma velada, el funcionamiento interno de su formación frente a la estructura vertical de Vox. "Os convoco a seguir el camino que nos hemos trazado, sin monólogos. En este partido se escucha sin enfrentamientos", apuntaló. Las críticas continuaron este martes. Esta vez, el líder del PP se dirigió de forma directa al enredo orgánico de su adversario. "Estamos siguiendo las distintas renuncias de personajes importantes de Vox. Es evidente que algo se está moviendo, y es evidente que hay gente que no está de acuerdo en cómo se dirige y cómo se manda en ese partido", apuntó Feijóo en una entrevista en Espejo Público, señalando de forma concreta a Santiago Abascal.
El choque entre las direcciones de PP y Vox es total. Pero, pese a la escalada de tensión, en Génova hay una decidida voluntad a no extender en el tiempo la guerra de reproches porque desvía el foco del Gobierno y da mayor protagonismo a un partido que compite por el mismo pastel electoral. "Abascal fantasea con la posibilidad de que nos enfrentemos a ellos todos los días para darle visibilidad; y Sánchez fantasea con la posilibidad de que nos centremos en Vox. Ninguno de los dos va a conseguir su objetivo", agregan.
Están a medio tuit de decir que la dimisión de Gallardo también ha sido cosa nuestra. https://t.co/YBfTrkxPCV
— Partido Popular (@ppopular) February 3, 2025
"Vamos a seguir centrando nuestros mensajes en Sánchez y en el PSOE, pero nos gusta comprobar lo fina que tiene la piel la derecha valiente", reflexionan en el entorno de Feijóo. Fuentes de la dirección del PP aseguran que la semana pasada se dio "orden expresa" de no atacar tras la exclusiva de El Confidencial acerca de los pagos del grupo mediático de cabecera de Vox a la mujer de Abascal, una decisión que choca con el verbo afilado de esta semana y que en Vox atribuyen al interés de Feijóo de no cegar la negociación presupuestaria de seis de sus comunidades autónomas, que continúa en el aire.
Pese a la guerra abierta entre sus líderes, PP y Vox mantienen un canal permanente de diálogo a través de sus fundaciones, tal y como pudo saber El Confidencial. El fuerte rifirrafe de los últimos días se encuadra en un período de barbecho electoral —Mañueco descarta adelantar elecciones pese a la crisis de Gallardo— y en el PP se asume desde hace tiempo que gobernar con Vox será inevitable si quiere volver a ocupar el Palacio de la Moncloa. La clave será la proporción de los escaños. Aunque el primer objetivo de Feijóo es desalojar a Sánchez, el segundo será rebajar la influencia de su adversario directo. Pero la ruptura total de los puentes no es una opción.
Alberto Núñez Feijóo no suele entrar en el cuerpo a cuerpo con Santiago Abascal. Es la estrategia que ha seguido a pies juntillas desde la campaña del 23-J, y que quiso implantar en el partido durante su travesía en la oposición. Las arremetidas de Vox, constantes a lo largo de la legislatura, eran entendidas en Génova como una "distracción" que desviaban el foco de lo importante. "Abascal hace oposición a Feijóo, y Feijóo hace oposición a Sánchez", repetían en el cuartel general de los populares. Pero el líder gallego se ha cansado de los golpes.