Así se coció el fin de Gallardo en Vox: todo empezó con la ruptura de gobiernos
El exportavoz de Vox en Las Cortes se opuso a la salida del Gobierno de Castilla y León y no se ha sentido respaldado en la fractura que vive su grupo parlamentario
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No habrá más 'peaky blinders' en Vox. Aquella foto de Jacobo González-Robatto y Santiago Abascal escoltando a un Juan García-Gallardo al que se le ponía "cara de vicepresidente de Castilla y León" (Abascal dixit) se convierte en un mero recuerdo. Gallardo, poco amigo de las medias tintas, se marcha de Vox dando un portazo en un momento en que el partido no para de subir en las encuestas. La fractura de su grupo parlamentario en Las Cortes, el escaso respaldo que le han prestado desde Bambú a sus dimes y diretes internos y la decisión de abandonar el Gobierno de Castilla y León han precipitado su salida.
La ruptura de los gobiernos autonómicos por el reparto de menas diseñada por los fontaneros de Abascal marcó un antes y un después en la relación de la joven promesa de Vox con la dirección del partido. "Las cosas se empezaron a torcer desde que se pidió a Juan que se rompieran los gobiernos. Se resistió muchísimo a eso. Bajo ningún concepto Juan quería romper", señalan fuentes de Vox no oficiales.
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Otra voz conocedora de aquellas reuniones confirma las dudas que tenía Gallardo respecto a dicho movimiento: "Aunque parecía lógico como movimiento táctico, como decisión estratégica sembraba dudas sobre qué tipo de relación iba a poder tener en el futuro Vox con el PP. Una ruptura así significa que no vas a pactar en el futuro o que si pactas habría que replantear las condiciones. Aparentemente, Vox ha mejorado en las encuestas tras la decisión, pero generaba dudas y Juan las expuso en la reunión en que se planteó. Aun así, terminó aceptando los argumentos considerando que Vox tenía que trasladar la idea de que no estaba aferrado al poder, sino que tenía principios".
Aquello marcó un punto de inflexión en la relación del exvicepresidente con Abascal y su guardia pretoriana. Desde entonces, las discrepancias políticas entre Bambú y Gallardo se han producido "prácticamente a diario". El punto culmen ha sido la expulsión de los procuradores Ana Rosa Hernando y Javier Teira por lanzar el movimiento 'Recupera tu Vox' para pedir más democracia interna en el partido. Una expulsión que debía haber firmado Gallardo y a lo que se negó por tratarse de los únicos apoyos que le quedaban en el grupo parlamentario.
La escisión en Vox Castilla y León
Desde hace tiempo la división en el grupo parlamentario Vox de Las Cortes era más que patente entre 'pollanes y gallardos'. El exvicepresidente tenía mala relación con el presidente de Las Cortes, Carlos Pollán, y con el secretario general y actual portavoz del partido en la región, David Hierro. "No respetaban su autoridad", afirma una fuente próxima, que apunta a una falta de lealtad dentro del grupo en la que no tuvo el apoyo de la dirección.
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Otras voces esgrimen que Gallardo tampoco se esforzó en ganarse la confianza del grupo parlamentario y apuntan a una actitud despótica por parte del joven abogado. En este juego de tronos, el exvicepresidente contaba con el respaldo de Teira y Hernando, aunque no compartía su cruzada para democratizar el partido. Con su marcha, Pollán se erige como el hombre de confianza de Bambú en Castilla y León, donde considera que está haciendo muy buena labor como presidente de Las Cortes.
"Ni baronías ni chantajes"
Vox aboga en su programa por la desaparición de las Comunidades Autónomas y, de la misma forma, se opone a la existencia de "baronías". Al contrario que en el PP o el PSOE, no existe una estructura regional marcada en Vox, y las decisiones se cocinan en la dirección nacional. Un modelo que Bambú no está dispuesto a cambiar. Al contrario, la expulsión de Teira y Hernando marca una línea para el futuro: "Ni baronías ni chantajes".
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"El partido se tiene que mostrar fuerte, si no te empiezan a salir rebeliones en todas partes. Este es un partido con un liderazgo claro, que es el de Santiago Abascal. La formación no está buscando 'Abascalitos'. Queremos un partido que funcione y que esté alineado con lo que diga Bambú", señalan estas mismas voces. En la sede de Vox se encuentran cómodos con la salida de Gallardo al comprobar cómo mejora el partido en las encuestas pese a la salida de otros nombres importantes. Por otra parte, creen que es una oportunidad para poner el foco en un candidato que encaje mejor con la demografía de Vox.
El incendio no se ha apagado en la región. Los procuradores díscolos no van a entregar su acta de diputado y van a recurrir su expulsión. Antes de que finalizase 2024, mantuvieron conversaciones con Ignacio Garriga, secretario general de Vox, pero no llegaron a ningún acuerdo. También queda en el aire el misterioso "hasta pronto" de Gallardo en su carta de despedida, algo que muchos interpretan como la posibilidad de que vuelva a la política por otras vías en el futuro.
No habrá más 'peaky blinders' en Vox. Aquella foto de Jacobo González-Robatto y Santiago Abascal escoltando a un Juan García-Gallardo al que se le ponía "cara de vicepresidente de Castilla y León" (Abascal dixit) se convierte en un mero recuerdo. Gallardo, poco amigo de las medias tintas, se marcha de Vox dando un portazo en un momento en que el partido no para de subir en las encuestas. La fractura de su grupo parlamentario en Las Cortes, el escaso respaldo que le han prestado desde Bambú a sus dimes y diretes internos y la decisión de abandonar el Gobierno de Castilla y León han precipitado su salida.