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Trump aboca a España a una carrera contrarreloj para disparar el gasto militar
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el país no es consciente de lo que viene

Trump aboca a España a una carrera contrarreloj para disparar el gasto militar

Tres factores a considerar: España es el país que menos gasta en defensa con respecto a su PIB. La sociedad española sigue siendo de las más refractarias al gasto militar. En esta nueva era, el poder armado se traducirá en influencia militar

Foto: Cumbre de la OTAN de Bruselas en 2018. (Reuters)
Cumbre de la OTAN de Bruselas en 2018. (Reuters)
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Es uno de los debates que va a marcar la agenda política e internacional en los años por venir y, sin embargo, ha pasado de puntillas en la sociedad española. Hasta ahora.

La asunción este lunes del Donald Trump más beligerante activa la cuenta atrás del reloj diplomático, económico e industrial para que los aliados eleven su inversión en defensa. La OTAN ha reconocido que el 2% pactado hace una década es insuficiente, mientras el presidente estadounidense habla de elevar el umbral a un escandaloso 5%. Así que la pregunta ya no es si vamos a disparar el gasto militar; sino cuándo, cuánto y cómo. De las respuestas a estas preguntas depende el futuro estratégico del país.

Tres factores previos a considerar en este relato: 1) España es el que menos invierte en defensa de los 32 aliados euroatlánticos. 2) La sociedad española sigue siendo de las más refractarias a elevar el gasto militar. 3) En esta nueva era, el poder armado se traducirá en influencia geopolítica y comercial.

Foto: Mark Rutte visita la base militar de la OTAN en Ādaži. (Sergio Beleña)

En febrero de 2022, Europa escuchó alto y claro el despertador estratégico de la invasión rusa a Ucrania, el hito que probablemente ilustre en los libros de texto este parteaguas histórico en el que estamos inmersos. Es el fin de la Pax Americana y, con ella, del orden internacional tal como lo conocemos. Pero muchos países legañosos siguen dándole al snooze, demorando, una y otra vez, el debate público que precede a las acciones políticas y financieras necesarias para afrontar el nuevo escenario global.

El Gobierno de Pedro Sánchez se había fijado como objetivo llegar a ese 2 % de referencia para 2029. Se produjo entonces la paradigmática arrancada de caballo y parada de burro. Tras un significativo incremento del 25 % en el presupuesto de defensa de 2023, nos encaminamos hacia un segundo ejercicio de cuentas prorrogadas. Si llegar a esa meta ya parecía complicado para un gobierno sólido, se antoja improbable para los endebles mimbres del bloque de investidura (uno de cuyos puntos de fricción es, precisamente, el tema de defensa).

Pero la administración no ha podido, querido o sabido lidiar el debate de fondo y explicarle a la ciudadanía lo que viene. Y lo que viene es un auge del gasto militar sin precedentes o arriesgarnos a ser relegados (o incluso amenazados) por nuestros aliados. Primer aviso:

"España está muy baja (en gasto militar)", aseguró Trump en la rueda de prensa posterior a la juramentación, cuando le preguntaron cómo valora el aporte militar de nuestro país (al que confundió, inexplicablemente, con uno de los llamados BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). "Si quieren hacer eso, me parece Ok. Pero les pondremos unos aranceles de más del 100%", dijo el magnate neoyorquino.

¿La España naíf?

Sánchez respondió a Trump este jueves desde Davos. El presidente del Gobierno aseguró en el foro de la élite por excelencia que España está "por encima de la media" y entre el tercio que más gasta. Cierto, pero inexacto. Según las cuentas de la OTAN, solo ocho socios continúan incumpliendo el umbral mínimo de inversión. España es el farolillo rojo de 2024, por detrás de Luxemburgo, Eslovenia o Bélgica, países con una impronta militar (y económica) minúscula.

Según estos mismos cálculos aliados, el Ejecutivo español habría gastado unos 21.000 millones de euros en defensa el año pasado. Esto la ubica décima de los 32 en términos de desembolso absoluto; pero última en términos relativos, con un 1,28% del PIB (frente al 3,38% de Estados Unidos). Analistas, diplomáticos y militares coinciden en que Madrid no tiene las proyección armada que le correspondería a la cuarta economía de la eurozona. Y es cierto que se ha hecho un esfuerzo significativo. Pero venimos de una década de desinversión militar que ha dejado, poco a poco y fuera del foco mediático, nuestras capacidades muy mermadas.

Foto: Zapadores del Grupo XVI realizan una apertura de brecha. (Juanjo Fernández)

Y aquí viene el nudo gordiano de la conversación. Pese a ser los últimos en inversión militar, la ciudadanía española está entre las más renuentes a elevar el gasto, según la limitada información demoscópica disponible. Es importante diferenciar este aspecto del respaldo a las Fuerzas Armadas (que suele aparecer entre las instituciones que más confianza inspiran en la sociedad española), el apoyo a la OTAN (que venía elevándose desde hace años y se disparó tras la guerra de Ucrania) o aprobar el envío de equipos militares y municiones a Kiev para enfrentar la agresión rusa.

En 2022, el CIS publicó dos estudios con unas semanas de diferencia. En el primero, un 70% de los españoles se mostraba partidario de ayudar a los ucranianos. En el segundo, apenas la mitad de los consultados (un 47,3%) estaban a favor de aumentar el presupuesto de defensa. Eso cuando todavía los tanques de Putin amenazaban Kiev y España todavía no había dado el impulso presupuestario de 2023. En julio de 2023, una compilación de sondeos europeos realizada por el think-tank ECFR (European Council of Foreign Affairs) mostró que más del 50% se opone al incremento del gasto militar, 30% de indecisos y apenas un 20% a favor. Solo arrojan peores números Italia y Grecia.

Foto: Cumbre de la OTAN en Madrid. (Reuters/Violeta Santos Moura)
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Estamos hablando de duplicar el gasto en defensa en un lustro. ¿Se podría abordar este desafío con este contexto social?

"Como todo en política económica, es más o menos complicado en función de la voluntad política. Cuando había voluntad política, se han hecho cosas incluso con la sociedad en contra", explica Antonio Fonfría, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense y experto en economía de la defensa. El Ministerio de Defensa, prosigue el académico, tiene un plan razonablemente estructurado con un aumento anual del gasto previsto entre el 12-15% para lograr ese objetivo. Pero "el papel lo aguante todo"; con los presupuestos prorrogados y sin sintonía ciudadana (ni parlamentaria), eso va a ser más complejo.

"No soy optimista. No hemos avanzado mucho porque no ha habido un debate social en profundidad. Políticamente no interesa. Y eso no es nuevo, llevamos así 40 años. Hay que dejar ese buenismo infantil y esa falsa sensación de seguridad, que no es real. Dejar de ver a España como un país neutral que es lo más ingenuo que se puede pensar", agrega Fonfría.

El debate ya está aquí

Este lunes, el propio Mark Rutte, secretario general de la OTAN, viaja a Madrid para reunirse con Sánchez. Ironías de la política, es la segunda vez que el neerlandés debe apretarle las tuercas al líder socialista. Lo hizo hace cuatro años como primer ministro de Países Bajos y portavoz de los frugales (con Suecia, Dinamarca y Austria), para que se gastara menos. Y viene ahora, desde el cuartel general de Bruselas, para que se gaste más en defensa (y recorte de otro sitio).

Porque, queramos o no, ese debate ya está aquí. Su arranque tiene fecha, lugar e invitados. Será el próximo 24-25 de junio en la cumbre de la OTAN en La Haya con medio centenar de jefes de Estado y de gobierno. Rutte ha repetido varias vecesel nuevo umbral de gasto probablemente superará el 3%. Sin embargo, cualquier incremento (o decisión) debe ser respaldado unánimemente por los socios. Va a ser hora de mostrar las cartas y es complicado esconderse. España es la economía de la UE que más crece, con lo que el diferencial entre el PIB y el gasto en defensa se irá ampliando mientras el PIB se siga expandiendo.

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"Lo que sabemos que sucederá es que Rutte le dirá a Sánchez que invierta más. Que Sánchez le dirá a Rutte que no puede porque no tiene mayoría para aprobar nuevos presupuestos. Que, aun así, subirá ese 1,3% con aportaciones desde el Ministerio de Industria y algún truquito contable público. Y que hay que empezar a sumar al gasto los despliegues y el compromiso militar exterior de España (lo hacemos con la OTAN, la UE y la ONU)", apunta Francisco J. Girao, experto en defensa en la consultora de asuntos públicos Atrevia.

Pero esto va más allá de Trump y la OTAN. Los aliados europeos van a empezar a presionar por más gasto militar en el de la propia defensa continental. Aquellos que están más cerca de las fronteras rusas, como Polonia (4,3%) o Lituania (3%), no les espanta la cifra del 5%. Otros, como el saliente canciller Olaf Scholz, la consideran un absurdo (en el caso de Alemania, este nivel se comería un 40% del presupuesto nacional anual). Pero la asunción de que ha llegado el momento de arrimar el hombro es generalizada. El temor al aislamiento de EEUU late fuerte en el seno del Tratado de Washington.

"¿Qué haremos en Europa mañana si nuestro aliado americano retira sus buques de guerra del Mediterráneo? ¿Qué pasaría si cambia sus cazas del Atlántico al Pacífico? Estos son escenarios para los que nos tenemos que preparar. Estos son los escenarios para los que nos estamos preparando", aseguró el presidente Emmanuel Macron ese mismo lunes, poco antes de que Trump jurase su cargo, que lo mantendrá en el Despacho Oval —al menos— hasta 2028.

Foto: Trump, con el secretario general de la OTAN, en 2019. (EFE)

Muchos ven en las exigencias pantagruélicas del 5%, las amenazas de tomar Groenlandia o sus advertencias de que animaría a Rusia a atacar a aquellos aliados que no cumplieran con su parte en la defensa como el preludio de una ruptura trumpista, por activa o por pasiva, con la OTAN. O una forma de llevar lo militar a lo comercial, y viceversa. Y todo esto, filtrado por la heterogénea visión de la política exterior de la Administración Trump.

Pero Rutte ha echado cuentas. El secretario general asegura que las necesidades para cumplir los objetivos de la Alianza requieren de un 3,7% de inversión, pero que esta cifra se podría ver suavizada mediante innovación y compras conjuntas. "Esto podría reducir el número algo, pero será sensiblemente más del 2%", dijo ante el Parlamento Europeo.

Todo tiene consecuencias

Entonces, ¿cuánto es suficiente?

"Es que esa no es la pregunta", tercia el profesor Rafael Calduch, director del Máster en Relaciones Internacionales de la UCJC y experto en política internacional y de defensa. "La primera pregunta es: ¿para qué? Si tú no defines tus prioridades, tus aliados o tus enemigos las definirán por ti".

Foto: Brigada Canarias del Ejército de Tierra en 2023. (EFE/Quique Curbelo)

Pero mientras debatimos y armamos ese plan estratégico, industrial y diplomático —sobre el que ha reflexionado mi colega Juanjo Fernández en este artículo—, el reloj geopolítico sigue corriendo. Los analistas debaten qué puede pasar si nos resistimos a asumir nuestras responsabilidades aliadas. En términos bilaterales, el enfrentamiento con Trump puede tener consecuencias impredecibles, más allá de lo comercial.

"Estados Unidos puede presionarnos militarmente en varios puntos. Podría sacar sus destructores y cazas de las bases de Rota y Morón. Eso no le viene bien a los militares norteamericanos, pero tampoco creo que les venga bien invadir Groenlandia. Además, puede meterse con nuestros territorios periféricos, como Canarias, Ceuta y Melilla, y animar a Marruecos en sus provocaciones a nuestra soberanía. También puede haber interferencia política en las compras de material. Las operaciones de calado necesitan el visto bueno del Congreso", comenta a El Confidencial un alto mando militar.

Desde la óptica multilateral, nuestras credenciales diplomáticas están en juego en este momento decisivo. Pero, además, esta es una conversación con derivadas industriales de primer orden. La Unión Europea, con un nuevo comisario de Defensa y Espacio, se prepara para invertir hasta 500.000 millones de euros en sus capacidades militares. Todas las opciones están sobre la mesa, incluyendo la posibilidad de emitir deuda conjunta y otros instrumentos financieros. Esos fondos van a transformar radicalmente los pilares de la defensa común.

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"Cada vez tendremos menos margen y más riesgo. Si queremos incorporar nuestros intereses a los debates y proyectos comunes, tendremos que cumplir esas obligaciones. No hacerlo podría afectarnos el acceso a fondos europeos, como sucedió en su momento con Hungría", apunta Calduch. "Además, en muchos proyectos paneuropeos, como Airbus o el Eurofighter, los pedidos de los países socios son la base para repartir la capacidad productiva" agrega.

España tiene pendiente una conversación sobre su "cultura de defensa". No va a ser sencillo. Los prejuicios, las resistencias históricas y las convicciones son difíciles de negociar. No hacerlo supondría agregar otra capa más de inestabilidad política y social al país con reverberaciones históricas.

"Debemos dejar de ser ingenuos, no nos lleva a ningún sitio. Si hubiéramos parado a Rusia en 2014 no habría pasado (la guerra en) Ucrania. Lo decía Adam Smith hace 150 años: hay que tener una disuasión fuerte para que la actividad económica no se detenga, la renta crezca y tu nación prospere", sostiene el profesor Fonfría. "No puedes ir de pacifista por la vida cuando todo el mundo está intentando llevarse el gato al agua. Seamos realistas. Seamos estratégicamente inteligentes".

Es uno de los debates que va a marcar la agenda política e internacional en los años por venir y, sin embargo, ha pasado de puntillas en la sociedad española. Hasta ahora.

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