"No pactaremos en 100 años": Feijóo rompe con el PNV y deja su futuro en manos de Vox
Génova anuncia una ofensiva judicial y promete recuperar el palacete de París que fue sede del exilio vasco. El PNV lo toma como una afrenta que imposibilita futuros pactos. "Nos dan igual sus amenazas", responde el PP
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Jueves 19 de diciembre de 2024. Mariano Rajoy, José María Aznar y la plana mayor del PNV comen en un conocido restaurante gallego de la calle Ortega y Gasset de Madrid. No han llegado juntos ni tampoco habían quedado, pero, como en una comedia de enredo, los protagonistas se van entremezclando para estupor del personal.
En ese preciso momento, Alberto Núñez Feijóo acaba de anotarse en el Congreso otra gran victoria al golpear la reforma fiscal del Gobierno con el apoyo de Junts, PNV y, por supuesto, Vox. Los populares están eufóricos. La triangulación con la derecha nacionalista vuelve a recordar a todos que no existe una mayoría "progresista" en la Cámara, como pregona el PSOE, que termina el año como lo empezará, con una sonora derrota. Y el PP vuelve a soñar con una alternativa parlamentaria que eche a Pedro Sánchez.
Es la primera vez que Rajoy —que está sentado a la mesa con el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, y su exministra Fátima Báñez— se reencuentra con quienes le echaron bruscamente de la Moncloa. Han pasado siete años y medio. Y el sentimiento de traición sigue vivo en amplias capas del partido. Hay tímidos saludos de cortesía con el líder nacionalista, Andoni Ortuzar, según relatan testigos. Pero el expresidente gallego, fiel a su estilo, rompe el hielo: "A pesar de lo que me hicieron, a estos les tengo respeto", comenta. El saludo entre Aznar —que había acudido a comer con su familia— y el diputado Aitor Esteban, que llega más tarde del Congreso, es gélido. Pocos se acuerdan ya de las cenas de Francisco Álvarez-Cascos en el txoko de Sabin Etxea en tiempos de Arzalluz.
Sirva este pasaje como vivo relato de la historia política reciente de España. La relación de PP y PNV ha sido una sucesión de episodios de amor y odio, filias y fobias, pactos, apuñalamientos y vendettas. Los nacionalistas vascos fueron socios privilegiados de los gobiernos de Aznar y Rajoy, aunque ambos idilios acabaron en el infierno del pacto de Estella (1998) y de la moción de censura (2018). Y el nivel de hostilidad hoy es similar.
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El año 2025 ha comenzado con la ruptura total de puentes. "Si nos tocan esto, no vamos a pactar nada en cien años, ni aunque nos ofrezcan la independencia", avisan fuentes del grupo vasco en el Congreso tras el agrio enfrentamiento desatado por el traspaso patrimonial del palacete de París que acoge la biblioteca del Instituto Cervantes, y que fue sede del Gobierno vasco en el exilio antes de que la Gestapo lo requisara para entregárselo a Franco, en 1940. Ese edificio sintetiza el adn más preciado del partido. Casus belli. El lehendakari, Imanol Pradales, verbaliza en público el abismo abierto: el PP se ha colocado en "posiciones extremistas" que "alejan posibles pactos".
"Nos dan igual sus amenazas", replican portavoces del PP, que recriminan al PNV que "no son de fiar", recordando la puñalada parlamentaria a Rajoy días después de haber aprobado los Presupuestos. "Están entregados a la izquierda. No tienen criterio", insisten en el círculo de Feijóo.
El nivel de agresividad es inédito. Los de Feijóo denuncian que el traspaso, recogido en el decreto ómnibus, es un "regalo" del Ejecutivo de Sánchez como pago de sus votos, sin base histórica que lo justifique. Y pretenden llevar su ofensiva hasta los tribunales, según confirman fuentes de Génova, para tratar de invalidar el traspaso del palacete. Señalan financiación irregular del PNV, ya que el elegante inmueble ocupa una arteria principal en el centro de París. "Es propiedad del Estado", zanjan, a pesar de que los equipos de Rajoy y Aznar en Moncloa accedieron a negociarlo.
"No vamos a pactar nada en cien años, ni aunque nos ofrezcan la independencia"
Muchos en el PP han seguido en el último año fantaseando con la "vía vasca" para un futuro gobierno de Feijóo sin Santiago Abascal. Incluso el portavoz nacional del partido, Borja Sémper, declaró en una entrevista al Diario Vasco en Navidad que "no tendría problema en darle un ministerio a alguien del PNV que fuera técnicamente muy bueno". Pero hoy todo eso es una quimera. El presidente del PP vasco, Javier de Andrés, se lo recordó a los diputados en una reunión informal en el Congreso el martes pasado. "El PNV está en la izquierda", repitió. De Andrés es el principal responsable del giro de guion de Génova.
El nivel de hostilidad con el que Miguel Tellado, hombre de confianza de Feijóo, se ha referido al PNV —"aprovechategui", "asqueroso" y "miserable"— confirma que Génova no espera nada de ellos. "Mientras sea un socio estratégico en Euskadi y en Madrid del sanchismo, se deberá únicamente al sanchismo. Es imposible hablar con alguien que no quiere hablar", apoyó el líder a su portavoz. Y esa estrategia ciega por completo la posibilidad de tejer alianzas parlamentarias en el futuro. "La única vía" para llegar a la Moncloa es Vox, asume un portavoz oficial de Génova, como informó este periódico.
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Desde el portazo de Ortuzar a Feijóo para intentar su investidura, en otoño de 2023, la interlocución ha sido nula. La última vez que ambos dirigentes se cruzaron un mensaje fue después de la famosa votación sobre el reconocimiento de Edmundo González como presidente de Venezuela en el Congreso, el septiembre pasado. El carácter efervescente de sus portavoces del Congreso no ayuda a mejorar el diálogo. Los populares afirman incluso que se entienden mejor con Junts.
El replanteamiento de la tesis que manejaba el propio Feijóo cuando aterrizó en la política nacional es total. Por aquel entonces, el líder del PP renegaba de los acuerdos con Vox —hasta que la realidad electoral autonómica y nacional le dejó a su merced— y se prodigaba en gestos hacia los nacionalistas vascos para resintonizar con un histórico aliado de Aznar y de Rajoy. "En muchas cuestiones es más fácil hablar con el PNV que con Vox", admitió en El País en el verano de 2022. Casi tres años después, la consigna es completamente inversa.
Los populares afirman incluso que se entienden mejor con Junts que con el PNV
PP y PNV han coincidido en importantes votaciones parlamentarias a lo largo de la presente legislatura. Pero cualquier atisbo de acercamiento o interlocución no ha sido más que un espejismo. Los jeltzales no romperían "en ningún caso" su alianza estratégica con el PSOE, y Feijóo, en el fondo, lo sabía. La tensión ya estaba en un punto álgido, pero terminó estallando esta semana con la cesión de la sede del Cervantes. Sánchez lo incluyó en el decreto ómnibus de medidas sociales que PP, Junts y Vox tumbaron esta semana.
Para el PNV, la recuperación del edificio de la Avenida Marceau número 11 de París, símbolo del exilio vasco, supone una cuestión de "justicia histórica" tras lograr que el Gobierno ajustara la ley de Memoria Democrática a este caso particular. Constituye casi su mayor victoria en términos emocionales desde la recuperación de la democracia, junto a la legalización de la ikurriña y del euskera. Según el informe del Ministerio, al que tuvo acceso este periódico, sí existe suficiente documentación que prueba que el edificio fue adquirido en 1936 con fondos de militantes nacionalistas desde América, que lo cedieron para que se instalara el Gobierno de José Antonio de Aguirre en 1937.
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Las resoluciones judiciales que vinieron después, se hace constar, tienen origen en una primera decisión del Tribunal del Sena de la Francia ocupada por los nazis, que lo adjudicó a Franco. El Tribunal Supremo en 2003 desestimó la demanda del PNV al considerar la jurisprudencia gala y concluir que no se puede certificar la propiedad. Pero el Gobierno ahora ha ampliado los supuestos que permiten a los nacionalistas recuperar el patrimonio por sus "vínculos" documentados. Según el informe del Ministerio, el receptor del dinero fue el tesorero del partido. Y la adquisición se hizo a través de testaferros —para evitar su incautación— y sociedades interpuestas, con participación probada del presidente del Eusko Buru Batzar (EBB), la ejecutiva del PNV.
Bildu, por su parte, reconoce que la propiedad legítima es de su principal rival político, aunque defiende que sea cedido para uso público del Gobierno vasco.
Jueves 19 de diciembre de 2024. Mariano Rajoy, José María Aznar y la plana mayor del PNV comen en un conocido restaurante gallego de la calle Ortega y Gasset de Madrid. No han llegado juntos ni tampoco habían quedado, pero, como en una comedia de enredo, los protagonistas se van entremezclando para estupor del personal.