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El Gobierno obvia el portazo de Puigdemont y la legislatura seguirá sin cambios
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Crisis con Junts

El Gobierno obvia el portazo de Puigdemont y la legislatura seguirá sin cambios

Se insiste en mantener abiertos los canales con Junts y en intentar aprobar los presupuestos y se actúa como si la realidad parlamentaria no fuera ahora todavía más complicada

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, con el l presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.  (EFE / Álvaro Cabrera)
La vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, con el l presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE / Álvaro Cabrera)
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O Carles Puigdemont ya no asusta tanto o el Gobierno de coalición ha perdido completamente el miedo. Ni el PSOE ni Sumar se han sentido intimidados por la decisión de Junts de poner en cuarentena la relación con el Ejecutivo, a pesar de que su negativa a negociar y ser solo un convidado de piedra en el Congreso supone un empeoramiento de la ya complicada realidad parlamentaria.

Como no hay una ruptura explícita sino solo un nuevo aviso de que la crisis de pareja se encamina a un punto de no retorno, el Gobierno lo considera subsanable. Todos los ministros que se han pronunciado este viernes han actuado como si realmente no ocurriera nada. Junts corre el peligro de que le suceda como a Podemos, que al final sus amenazas apenas producen efectos en la Moncloa y la legislatura prosiga como si nada. Esa es la sensación que impera en el Ejecutivo tras la comparecencia de Puigdemont.

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aseguró que el Gobierno es "inagotable en su capacidad de acuerdo y de diálogo", pese a que los posconvergentes han advertido que "no les busquen" ni para negociar los presupuestos ni para implicarse en otras votaciones importantes.

Solo se avienen a conversar sobre aquellos temas que tienen abiertos -el traspaso de la gestión de inmigración o el reconocimiento del catalán en la UE- pero políticamente se colocan donde estaban antes de acercarse a Sánchez y pactar investidura por amnistía.

En la anterior legislatura Junts era un actor irrelevante en el Congreso, sus votos no eran necesarios y apenas había interlocución con ellos. Votaban según su capricho. Estos meses, señaló Puigdemont, "hemos ayudado al Gobierno a salir del paso" y "eso ya no pasará".

Foto: El presidente de Junts, Carles Puigdemont, durante la rueda de prensa en Bruselas. (EFE/Olivier Hoslet)

El Ejecutivo no se da por enterado y Montero sostuvo que "seguiremos trabajando con Junts y con el resto de grupos", con la vista puesta incluso en sacar adelante las cuentas de este año. El Gobierno, remarcó, "ha dado muestras" de que "en condiciones complicadas ha sido capaz de reconstruir la confianza".

La misma actitud constructiva, casi quijotesca, mostró el ministro de Justicia, Félix Bolaños. "Somos capaces de sentarnos con quien piensa diferente, llegar a acuerdos y consensos y superar cualquier discrepancia. Y eso lo vamos a hacer con Junts y con cualquier otra fuerza política".

Los mensajes eran muy parecidos lo que revela la existencia de un argumentario de Moncloa, destinado a no despreciar a Carles Puigdemont pero tampoco concederle una gran importancia a sus palabras.

Los posconvergentes ya estaban infligiendo un duro correctivo al Gobierno al unir sus votos al PP y Vox y hacer que perdieran varias votaciones o con el bloqueo a los presupuestos. En ese sentido, la situación no varía sustancialmente, salvo que la política de Junts de brazos caídos propicie alguna derrota inesperada.

Foto: El presidente de JxCAT, Carles Puigdemont, en pantalla, en una reunión de trabajo con su partido. (EFE/Siu Wu)

El próximo miércoles se deben votar en el Congreso tres reales decretos ley. Uno, el del impuesto a las energéticas ya nace muerto y no se convalidará. Otro, sobre la última reforma de las pensiones cuenta con el respaldo del PP. Y con el tercero, el llamado decreto ómnibus de medidas anticrisis, habrá qué ver qué hace Junts. Los populares tampoco han aclarado su postura.

A corto plazo no se vislumbra una salida inmediata a la crisis entre el Ejecutivo y Junts. Puigdemont continúa exigiendo que se tramite su proposición no de ley en la que pide a Sánchez que se someta a una moción de confianza y hoy ha reclamado una reunión urgente y extraordinaria en Suiza con el mediador internacional. Hay que cuadrar agendas pero, manifestó, "no se puede demorar mucho".

Más lío y ruido para la Moncloa, que ya parece muy acomodada a ese hábitat. Están convencidos de que Puigdemont nunca dará el paso de la moción de censura, con PP y Vox, porque supone torpedear sus intereses electorales. Él mismo lo ha descartado este viernes pero también ha recordado que un Gobierno que pierde la mayoría de investidura tiene que convocar elecciones.

O Carles Puigdemont ya no asusta tanto o el Gobierno de coalición ha perdido completamente el miedo. Ni el PSOE ni Sumar se han sentido intimidados por la decisión de Junts de poner en cuarentena la relación con el Ejecutivo, a pesar de que su negativa a negociar y ser solo un convidado de piedra en el Congreso supone un empeoramiento de la ya complicada realidad parlamentaria.

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