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"Al sepulcro de Franco hay que ponerle 7 llaves en vez de ponerlo a cabalgar periódicamente"
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Entrevista a Virgilio Zapatero

"Al sepulcro de Franco hay que ponerle 7 llaves en vez de ponerlo a cabalgar periódicamente"

Virgilio Zapatero es de los socialistas que no se reconocen en el PSOE de la actualidad, el partido en el que muchos de ellos llevan más tiempo de militancia que la edad media de sus actuales dirigentes

Foto: El exministro del PSOE con Felipe González, Virgilio Zapatero, posa para El Confidencial. (A. M. V.)
El exministro del PSOE con Felipe González, Virgilio Zapatero, posa para El Confidencial. (A. M. V.)
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Virgilio Zapatero es de la vieja guardia socialista, ministro de Felipe González en la primera etapa de aquellos gobiernos exitosos de la década de los 80. Nada más con resaltar este aspecto de su biografía, el lector ya presumirá que es de los socialistas que no se reconocen en el PSOE de la actualidad, el partido en el que muchos de ellos llevan más tiempo de militancia que la edad media de sus actuales dirigentes. Puede presumirlo el lector y acertará, aunque el currículo de este hombre, Virgilio Zapatero Gómez (Cisneros, 26 de junio de 1946), sea muchísimo más amplio en lo político y en lo académico.

Al comenzar la entrevista, le he preguntado por 'Funes, el memorioso', un personaje prodigioso que todo lo inmediato lo conocía por su capacidad asombrosa de percepción y de memoria. Pero con tanta acumulación de información, la realidad se iba solapando en su mente, una capa tras otra, y cada capa mas extensa en detalles de todo lo que le rodeaba. Por eso le contó a Jorge Luis Borges, que fue quien creó el personaje en un relato corto: "Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras". Le hago saber a Virgilio Zapatero que este personaje, que él menciona en su libro ' Aquel PSOE. Sueños de una generación' (Almuzara), me ha recordado la sociedad de nuestros días, este tiempo, y la desgracia de acumular información sin pararse a pensar. Mentes como vertederos, símil de las redes sociales de hoy. Dice Borges: "Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos". ¿No es eso mismo, acaso, lo que podría caracterizar a esta época?

RESPUESTA. Montesquieu decía que para ver bien el valle lo mejor era subirse a una montaña. Para el análisis siempre es mejor tomar distancia para que los detalles no te impidan ver la historia completa que se contempla. La revolución tecnológica nos aporta la posibilidad de conocerlo todo al instante y, sin embargo, no conocemos nada. Tenemos detalles, innumerables detalles individuales, pero sin capacidad para insertarlos en lo que ahora se llama un relato, una visión completa de la realidad. La consecuencia inmediata es esa otra reflexión que usted cita, pensar es olvidar diferencias. Vivimos un tiempo en el que cada cual se amarra a sus ideas y a sus prejuicios, sin posibilidad de encontrar puntos en común de conexión con los demás. Esa es la sociedad de hoy y esa es la política, se imponen las diferencias antes que las similitudes. La dificultad está en la capacidad para generalizar para atender a lo que nos une. Por eso me entusiasma ese cuento. Hace tiempo que no lo leo, con lo que lo volveré a leer ahora que me lo ha recordado.

P. Como catedrático de filosofía del Derecho, ¿le encuentra alguna explicación al hecho de que en sociedades democráticas asentadas se comience a despreciar la verdad, se cuestionen las instituciones y se acose al poder judicial?

R. El populismo siempre parte de la distinción entre 'casta' y 'pueblo', y con esa división de la sociedad ha cambiado el concepto de la lucha de clases por el de la lucha contra las élites. Pero se trata de un fenómeno complejo que, para explicarlo con más detalles, habría que aterrizarlo en algún país concreto y analizar las causas que lo provocan en cada sociedad.

P. En Estados Unidos, por ejemplo, tras las últimas elecciones, me llamó mucho la atención el artículo de un columnista de The New York Times, David Brooks, que le aconsejaba a la izquierda replantearse su propio discurso. Y decía: "Mientras la izquierda viró hacia el arte de la performance identitaria, Donald Trump se metió de lleno en la lucha de clases". Que un tipo como Trump acabe representando los valores de la lucha de clases es desconcertante, por lo menos.

R. En el fondo, lo que ocurre en Estados Unidos se explica por el hartazgo de la sociedad hacia un discurso político dominado por las teorías de raza, de la descolonización, de género, del lenguaje políticamente correcto. La clase media se siente menospreciada, incluso insultada, por una ideología que en lugar de plantear los problemas que existen de su realidad se acoge a políticas identitarias. Las políticas de igualdad se sustituyen por las políticas de las identidades. Se fragmenta la sociedad, se fomenta el tribalismo, y gobernar se convierte en la construcción de un rompecabezas con las distintas tribus. Esa fragmentación la percibo en España y, al igual que en Estados Unidos, la consecuencia es que no se ofrece a la sociedad un proyecto que pueda ser compartido por todos. En ese contexto, aparece un personaje tan atrabiliario para nosotros como puede ser Donald Trump y cataliza todas esas frustraciones, todos esos rencores y desasosiego de la clase media.

placeholder 'Aquel PSOE. Los sueños de una generación' de Virgilio Pérez. (A. M. V.)
'Aquel PSOE. Los sueños de una generación' de Virgilio Pérez. (A. M. V.)

P. La distinción entre 'casta y pueblo', de la que habla, quien la comenzó a utilizar en España fue Podemos, extrema izquierda, pero quien más la rentabiliza en el mundo son los movimientos de extrema derecha.

R. Cuando hablamos de populismos tendemos a pensar en la extrema derecha, pero existe igualmente los populismos de extrema izquierda, y ahí tiene usted a Venezuela. El esquema es el mismo, se trata de dividir la sociedad entre casta y pueblo, elites y gente normal, buscando siempre un enfrentamiento. La izquierda siempre se ha querido diferenciar de la derecha por la búsqueda de la igualdad y ese perfil desaparece cuando se priman las identidades.

P. En España, ese enfrentamiento se produce por la invocación constante del franquismo, como una amenaza latente. El presidente Sánchez ha dicho esta misma semana que la dictadura puede volver a España porque "el fascismo que creíamos dejar atrás es ya la tercera fuerza política en Europa". ¿Usted lo comparte?

R. No, rotundamente no. El objetivo de esos actos de celebración de la muerte de Franco lo ha expresado bien Yolanda Díaz, la líder de Sumar, cuando ha dicho al respecto: "Nos están robando votos". El revival del franquismo lo que nos demuestra es que Franco se ha convertido en un recurso electoral. ¿A qué se refiere exactamente el presidente, a un nuevo Franco? En fin, yo tomaría prestadas las palabras de Joaquín Costa para decir lo contrario, que al sepulcro de Franco hay que ponerle siete llaves. Eso de poner a cabalgar al dictador, periódicamente, a conveniencia política es un peligroso disparate. Todos esos recursos, en esta España democrática, habría que dedicarlos a fomentar el conocimiento de la Constitución en colegios, institutos y universidades, que es lo que yo echo de menos como profesor. Eso es lo que conviene y no abrir el sepulcro para 'resucitar' a Franco. En la etapa constituyente se debatió una enmienda que pedía que el estudio de la Constitución se incluyera en los planes de enseñanza y fue una pena que aquella enmienda decayera en el trámite parlamentario. Ahora nos damos cuenta de lo importante que hubiera sido.

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P. Es decir, que, siguiendo con el análisis anterior, en la sociedad española se busca el enfrentamiento de la sociedad, que es el objetivo de los populismos, con la invocación a Franco, ¿no?

R. De hecho, la consecuencia de esto es que salen claramente beneficiados los partidos de extrema derecha y de extrema izquierda. Cuando pasen esos cien actos que se han anunciado durante este año, los jóvenes españoles no van a conocer mejor lo que ha pasado en España pero se habrá impulsado entre ellos la idea de una política de bloques enfrentados. El ámbito propio del estudio de la dictadura franquista es el académico, como se ha venido haciendo muy bien en todos estos años de democracia. Los departamentos de Historia de las universidades están produciendo una gran cantidad de estudios sobre lo que supuso el franquismo y eso es lo que se debe seguir haciendo, fomentar la investigación y el conocimiento de todo lo que ocurrió en la dictadura. En una obra de Aristóteles se menciona que en la democracia de Atenas, tras una terrible guerra civil, se estableció que cualquiera que recurriera al pasado para hacer daño sería condenado. Ese era el delito que establecían los sicofantes. En España no es distinto; utilizar el pasado para hacernos daño, pasear el espectro de Franco durante un año por toda España, es, cuando menos, una operación poco inteligente…

P. Usted formó parte de la comisión constituyente del Congreso. Es evidente que las libertades en España no comienzan hasta la aprobación de la Constitución de 1978. ¿Qué sentimiento le provoca que se diga que en este 2025 se cumplen 50 años de libertades?

R. ¡Puff! Le he dado muchas vueltas a cuál es el motivo de estas celebraciones de la dictadura… Está tan claro que lo que le conviene a España para avanzar es lo contrario, fomentar el entendimiento, la tolerancia, el respeto… Es tan evidente todo esto que… ¿Qué siento? Desde luego incomodidad porque se habla de Franco y sin embargo se oculta que se han olvidado las resoluciones que aprobó la comisión de expertos sobre el Valle de los Caídos. Yo formé parte de esa comisión, en 2011, y lo único que se ha hecho de todo lo que se propuso ha sido el traslado de los restos mortales de Franco y José Antonio. El dictamen, que lo aprobó el Congreso, era mucho más extenso y lo más importante no era la exhumación del cadáver del dictador. Se pedía una resignificación integral del Valle de los Caídos, la construcción de un memorial con el nombre de todas las víctimas, la dignificación de aquel cementerio, la creación allí mismo de un espacio dedicado a la meditación de carácter cívico y un centro de interpretación. Se tendría que haber puesto en marcha a partir de un concurso internacional para convertir aquello en un lugar de integración de todos los españoles, de conocimiento de nuestro pasado y de dolor por tantas víctimas. Pero nada de esto se ha hecho. Sólo se ha llevado a cabo lo más anecdótico, la tumba de Franco, porque era lo más llamativo, lo más espectacular.

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Foto: A. M. V.

P. Parece evidente que interesan más los huesos de Franco que la memoria histórica.

R. Pues sí... Y esa es la explicación de lo que está pasando, que interesa más el espectáculo, la parte espectacular, que el fondo de la cuestión. La propuesta era la de convertir el Valle de los Caídos en un lugar de reencuentro de todos los españoles y lo que se propicia en este aniversario de su fallecimiento es lo contrario, como decíamos, el enfrentamiento.

P. Recordaba antes que usted formó parte de la comisión constituyente. ¿Considera que la Ley de Amnistía a los independentistas catalanes que provocaron la revuelta sediciosa de 2017 es respetuosa con el espíritu de la Constitución? Lo que se ha dicho al aprobarla es que la Constitución prohíbe los indultos generales, pero no la amnistía.

R. Un gran jurista español, Luis Recasens, que fue subsecretario de la República y estuvo exiliado, contaba la anécdota de un campesino polaco, a inicios del siglo XX, que se presentó con un oso en la estación de un pueblo de Polonia con la intención de subirse al tren. El revisor le impidió entrar en el andén mostrándole un cartel que había en la estación: "Prohibido entrar con perros en el andén". El campesino le replicó diciendo que él no llevaba un perro, sino un oso, y que en el cartel nada se decía de los osos. El revisor, con evidente sentido común, se lo impidió diciéndole que si estaban prohibidos los perros por las molestias que podían causar a los viajeros, más molestias podían producir los osos. La anécdota, real o inventada, sirve para la amnistía exactamente igual: si están prohibidos los indultos generales, obviamente está prohibida la amnistía. Si prohíbes las lesiones, es evidente que también está prohibido el asesinato. Pero es que no se trata de un mero ejercicio de lógica jurídica que hagamos hoy, es que durante el periodo constituyente se plantearon dos enmiendas sobre la amnistía y se rechazaron. Es decir, existe una voluntad expresa para prohibir las amnistías en el periodo democrático. La única amnistía admisible fue la de 1977 porque era necesaria, tras la dictadura, para recomponer el espacio público. Para comenzar un debate sobre las nuevas reglas de juego democráticas, necesitábamos que todos estuvieran presentes. Esta amnistía de ahora lo único que supone es una violación de la Constitución. Lo que espero es que el Tribunal Constitucional así lo reconozca.

P. Pues parece que el Gobierno de Pedro Sánchez está confiado en un pronunciamiento casi inmediato del Tribunal Constitucional, en el primer semestre de este año, pero en sentido contrario, declarando la constitucionalidad de su Ley de Amnistía.

R. A mí no me cabe en la cabeza que eso pueda ocurrir, pero como demócrata lo que tengo que reconocer es que la última palabra la tiene el Tribunal Constitucional. Y eso no quiere decir que sea la palabra más fundamentada. En el caso de que esa última palabra sea favorable a la constitucionalidad, habrá que leer cómo se argumenta y esperar también la opinión del Tribunal de Estrasburgo, si se recurre. Si no existe una motivación adecuada, y simplemente se aplica la mayoría mecánica de la actualidad, siete votos contra cinco, será el Tribunal Constitucional el que pierda buena parte de su prestigio y le provocará un grandísimo roto al sistema constitucional. En todo caso, ya le digo, aceptaré como demócrata que esa es la última palabra, sea cual sea la sentencia. Si el resultado es declarar que esta amnistía es constitucional y la
fundamentación es congruente y sólida, tendré que decir que era yo el que estaba equivocado.

P. Si hablamos de desprestigio institucional, es imposible no pensar en la Fiscalía General del Estado.

R. Lo que está pasando con la Fiscalía General del Estado es penoso y grave. No debo ir más allá en mi opinión porque es un asunto que está sub iudice y debemos esperar al resultado de la investigación. Pero sin llegar a eso, lo que ya ha pasado tiene un efecto devastador para otros debates fundamentales, como el de la necesidad de que sea la fiscalía la que lleve el peso de la instrucción en los procesos judiciales. Tras una polémica como esta, será imposible confiar en la independencia de la Fiscalía para realizar una tarea tan importante como la instrucción. Esa desconfianza es muy dañina para el sistema y dificultará mucho la reforma que se persigue desde hace años.

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Foto: A. M. V.

P. Hombre, eso es muy injusto para los cientos de fiscales que no se llaman García Ortiz y no borran los datos de sus móviles.

R. Evidentemente, pero lo que quiero decir es que una reforma como esa de la instrucción ya no será posible sin un cambio profundo del Estatuto de la Fiscalía. La inmensa mayoría de los fiscales cumple con su función de forma honorable, pero esta polémica del fiscal general le causa un daño grave a toda la Fiscalía.

P. Hace algo más de un año. publicó usted un libro, "Aquel PSOE" referido a su etapa de Gobierno con Felipe González. Es evidente que en el fondo existe un sentimiento de orfandad, de no verse reconocido en este PSOE de Pedro Sánchez.

R. Cada generación tiene sus referentes, con tiempos históricos y problemas distintos. Todo eso es normal. La diferencia ni siquiera está en algunas políticas concretas, como políticas sociales o económicas; no, la diferencia mayor es la idea que se tiene de la política. Nosotros entendíamos que no se puede hacer política pensando que existen verdades absolutas; que la política consiste en todo lo contrario, la negociación, el diálogo y el entendimiento. Transacciones y acuerdos entre distintos. Es también una forma de entender la política en la que, por supuesto, se defiende la alternancia democrática y, cuando se pierden unas elecciones, se felicita al ganador y se favorece la formación de un nuevo gobierno. Ese era 'aquel PSOE'. La idea política que se tiene en ‘este PSOE’ está basada en el eje amigo y enemigo del que hablaba Carl Schmitt. Es la idea del muro que divide a la sociedad en dos, que expresó Pedro Sánchez. Esa es la diferencia, la de un PSOE como el actual en el que se fomentan las verdades absolutas, el bueno y el malo, el puro y el impuro… Hemos vuelto a lo que decía Larra, que España no es una sociedad sino un campo de batalla. Hemos vuelto, en fin, a todo lo que habíamos superado en la democracia, o creíamos que habíamos superado. El eje amigo/enemigo es el que está en los eslóganes como 'no es no' o la 'fachosfera', pero también es el que está en el Partido Popular cuando bloquea durante años la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

P. Una última cuestión. La etapa de los primeros años de democracia, primero con UCD y luego durante más de una década con el PSOE, fue de una intensidad legislativa asombrosa. ¿Qué piensa de un momento como el actual en el que el Gobierno no puede aprobar ni los Presupuestos Generales del Estado?

R. Si un Gobierno no puede aprobar unos presupuestos, eso significa que la legislatura está acabada. El presupuesto es el programa de Gobierno en cifras y su aprobación anual supone, en una democracia parlamentaria, la confianza renovada de la investidura. Lo que está ocurriendo en España, en todo caso, es más grave aún porque el Gobierno está en una situación de ilegalidad constitucional. Su obligación, establecida en el artículo 134 de la Constitución, es la de "presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior". No es que los presupuestos se presenten, no se puedan aprobar por la inestabilidad parlamentaria, y se prorroguen los del año anterior, que es algo que ya ha sucedido muchas veces. No, eso es una anomalía política y esto de ahora es una ilegalidad, que vulnera también los derechos constitucionales de los diputados y senadores. ¿Por qué no denuncia esto la oposición? Pues no lo sé, igual es que tienen el mismo problema en algunas comunidades autónomas. El caso es que estamos en una situación inédita de la que no existe parangón en ninguna otra democracia. Porque es una barbaridad.

Virgilio Zapatero es de la vieja guardia socialista, ministro de Felipe González en la primera etapa de aquellos gobiernos exitosos de la década de los 80. Nada más con resaltar este aspecto de su biografía, el lector ya presumirá que es de los socialistas que no se reconocen en el PSOE de la actualidad, el partido en el que muchos de ellos llevan más tiempo de militancia que la edad media de sus actuales dirigentes. Puede presumirlo el lector y acertará, aunque el currículo de este hombre, Virgilio Zapatero Gómez (Cisneros, 26 de junio de 1946), sea muchísimo más amplio en lo político y en lo académico.

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