Yolanda Díaz intenta resucitar como ministra de Trabajo para frenar su declive político
La vicepresidenta reedita con Carlos Cuerpo su combate con Nadia Calviño, ahora por la reducción de la jornada laboral. Sumar mantiene contactos con Junts para intentar que no frenen las 37,5 horas semanales
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Yolanda Díaz comienza el año volcada en recuperar su figura política dentro del Gobierno de coalición. Lastrada por el declive de su liderazgo, la vicepresidenta segunda quiere volver a reforzarse como ministra de Trabajo, el cargo que la hizo brillar en la pasada legislatura.
Con ese propósito abandonó en junio pasado todos sus puestos en Sumar y durante este tiempo ha estado centrada en la negociación con sindicatos y patronal de la reducción de la jornada laboral. La CEOE aguantó en la mesa de diálogo hasta noviembre. Un mes después, Díaz selló un acuerdo con UGT y CCOO que ahora debe aprobar el Consejo de Ministros y tramitarse como proyecto de ley en las Cortes.
La parte socialista del Ejecutivo se muestra reticente a dar su apoyo al texto y Díaz ha encontrado en esta resistencia el mejor modo de reivindicarse como la gran defensora de los derechos de los trabajadores. Hitos como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), las sucesivas subidas del Salario Mínimo o la reforma laboral pactada con los empresarios y las centrales sindicales impulsaron su proyección pública en el pasado, que se sustentó también en una permanente confrontación con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño.
Ahora la titular de Trabajo reedita este combate con el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, a quien ayer acusó de rechazar la bajada a 37,5 horas de trabajo semanales. "Yo no puedo comprender que un ministro socialista se oponga a la reducción de la jornada laboral. No lo puedo comprender y no puedo comprender que se oponga a un acuerdo con los sindicatos", aseguró en RNE. "Los acuerdos del diálogo social son sagrados (...) Ni siquiera la señora Nadia Calviño se atrevió a tanto. Cuando se rubrica un acuerdo de diálogo social hay que respetarlo. Eso es sagrado".
"Estamos hablando de reducir la jornada laboral media hora al día. Es casi de ser mala persona decirle hoy a la gente trabajadora en nuestro país que se niega a reducir la jornada media hora al día", insistió.
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Economía se vio obligada a salir al paso de estas declaraciones y señaló que la rebaja de la jornada laboral es una "prioridad" del ministro. "Es un compromiso del Gobierno y se va a cumplir. Vamos a trabajar para que sea una realidad lo antes posible". Pero fuentes oficiales del Ministerio añadían también que es necesario tener en cuenta la "realidad parlamentaria" y que la reforma se haga con equilibrio.
Aunque el pacto del Gobierno de coalición establece que las 37,5 horas deben estar vigentes en 2025, desde el bloque socialista se ha defendido que no es tan importante el momento, sino lograr que se apruebe en el Congreso. Su postura, en contra de lo que mantiene Díaz, es que la ley que el Consejo de Ministros envíe a la Cámara debe intentar obtener los votos y, a la vez, mitigar el impacto de la medida en las pymes. La vicepresidenta, en cambio, sostiene que el Ejecutivo debe aprobar el texto tal y como se pactó con los sindicatos y luego modificarlo si es necesario en el trámite parlamentario.
Esta es la primera gran batalla a la que se enfrenta la reducción de la jornada laboral. Lo siguiente es obtener los apoyos parlamentarios necesarios. El éxito de la medida dependerá de si es posible o no contentar a los dos extremos de la mayoría parlamentaria: Junts y Podemos. Según ha revelado el propio secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, los de Puigdemont no garantizan su respaldo e incluso es necesario convencerles de que no impidan con una enmienda a la totalidad el trámite parlamentario.
Contactos con Junts
Pero fuentes de Sumar consultadas por este diario explican que eso no impide que el Consejo de Ministros lo apruebe porque luego hay tiempo de negociar. Confirman, además, que durante estos días ya "se está hablando con Junts" sobre esta reforma. En la plataforma de Díaz hay temor a que la legislatura colapse definitivamente cuando el Tribunal Constitucional dé el visto bueno a la amnistía y por eso les escama que el PSOE retrase la aprobación en el Consejo de Ministros de las 37,5 horas semanales.
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Este asunto es capital para Sumar. Para Díaz, personalmente, porque le permite resucitar como buena gestora, pero también para la izquierda a la izquierda del PSOE, cuyo propósito es influir en las políticas de Pedro Sánchez. A lo largo de este año, los partidos que componen Sumar han exigido a la vicepresidenta segunda que sea más dura con Sánchez. Esta reclamación se va imponiendo, aunque tímidamente, urgidos, sobre todo, por la amenaza que representa Podemos.
En todo ese espacio ya está muy extendida la idea de que para las próximas elecciones generales es necesario buscar otro artefacto electoral (el sustituto de Sumar) y otro candidato distinto a Yolanda Díaz. No existe aún unanimidad sobre si se podrá lograr con la adhesión de Podemos o sin ella, pero sí hay un profundo convencimiento de que no debe participar nadie que haya estado implicado en las guerras intestinas de estos años.
La reducción de la jornada laboral es un aliciente para toda la izquierda alternativa y ayuda a dar sentido al papel de Sumar, muy desdibujado durante esta legislatura. Aunque Díaz aguantó muy bien en las generales y dio números para poder reeditar el Gobierno de coalición, su papel al frente de Sumar, muy subalterno hasta ahora del PSOE, la ha debilitado, como demuestran los malos resultados en las gallegas, vascas, catalanas y europeas.
Yolanda Díaz comienza el año volcada en recuperar su figura política dentro del Gobierno de coalición. Lastrada por el declive de su liderazgo, la vicepresidenta segunda quiere volver a reforzarse como ministra de Trabajo, el cargo que la hizo brillar en la pasada legislatura.