"Kasparov contra Karpov": el PSOE tiene a Óscar López por "su mejor estratega" para batir a MAR
Ayuso desdeña a su rival socialista y cree que no será el candidato final, pero avisa de que Moncloa alimentará un año intenso de huelgas en Madrid: "la izquierda convertirá esto en un infierno"
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En el núcleo duro de Isabel Díaz Ayuso están encantados con el aterrizaje del ministro para la Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, al frente del PSOE madrileño. "Todo lo que huela a Moncloa", aseguran, es perfume electoral para el PP. Él es una de las personas de máxima confianza de Pedro Sánchez, su jefe de gabinete más longevo, por delante de Iván Redondo. Y esa condición de gran sanchista permitirá al ayusismo mantener su pulso máximo con el Gobierno central desde Sol. En un año en el que, salvo sobresaltos, no se convocarán elecciones, Madrid volverá a ser el principal escenario de guerra política.
López (Madrid, 1973) está considerado como "la mejor cabeza estratégica" de los socialistas, según definición de varios dirigentes. De hecho, hay quien se atreve a decir que el ministro, en realidad, "viene para ganar a Miguel Ángel Rodríguez", el jefe de gabinete de Ayuso. "Será Kasparov contra Karpov", resume un alto cargo socialista sobre el histórico duelo con el que estos dos ajedrecistas rusos mantuvieron al mundo en vilo.
"Sabe mucho de comunicación política, combate muy bien el marco de la derecha y le va a dar la vuelta a la tortilla", añade este veterano a pesar de la enorme ventaja que el PP les saca en Madrid. De momento, la nota anecdótica de esta rivalidad es que ha introducido en algún tuit la respuesta a la coletilla de Rodríguez que tanto ofende a Ferraz. Si los de Ayuso han hecho fortuna con su "pá'lante", en alusión a las causas judiciales que afronta el entorno familiar y político del presidente, López contraataca con un "pa'casa", aún sin viralizar.
"Habla el lenguaje de Ayuso, muy clarito", destaca un ministro socialista, que de momento sortea la lanzadera electoral en la que el jefe suele colocarles. López se ha estrenado ya en el combate directo contra el número dos del PP de Madrid, Alfonso Serrano. En una sesión de control al Gobierno en el Senado, Serrano le acusó de haber filtrado, a través de su jefa de gabinete, Pilar Sánchez Acera, documentación del caso judicial contra el novio de Ayuso, por el que está imputado el fiscal general, y por el que cayó a plomo Juan Lobato de la dirección del PSM. "Cobarde", le espetó.
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A lo que el ministro contraatacó: "Usted se toma cocacolas con su novio y whiskis con su jefe de gabinete. Cuidado con la mezcla, señor Serrano". "Es usted solo el chico para todo de Miguel Ángel Rodríguez", continuó. En efecto, las alusiones de López al asesor principal de Ayuso son continuas, en sus discursos y en sus redes sociales.
La líder madrileña ha recibido a su nuevo contrincante con notable desdén. De hecho, ni siquiera cree que López se vaya a presentar en las autonómicas de mayo de 2027. "Es un desastre en todo. No será el candidato ni de broma", señaló, provocadora, en una entrevista en televisión cuando se confirmó su sustitución por Juan Lobato al frente de la secretaría general.
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Sin embargo, en Sol conocen bien la potencia de fuego de Moncloa y temen un año intenso de movilizaciones en las calles. "La izquierda va a convertir el próximo año Madrid en un auténtico infierno contra Ayuso", apuntan fuentes de la Presidencia regional. En efecto, López se ha estrenado con un discurso combativo centrado en la idea de que la derecha lo privatiza todo para hacer "negocio" con los derechos de los madrileños y agita el descontento en la sanidad y en la educación públicas, así como el drama de la gestión en las residencias durante la pandemia.
"Van a jugar sucio, intentan hacer daño y reventar Madrid. Los sindicatos se preparan para quemar las calles", repiten desde el PP madrileño. Desde la pandemia, a Ayuso le ha dado buen resultado explotar la imagen de que la capital es atacada por el Gobierno central y que esta simboliza la resistencia a Sánchez. El PSOE, en cambio, ha sido superado en votos por Más Madrid.
López afirma que la idea de presentarse por Madrid fue suya, aunque otros compañeros del PSOE-M están convencidos de que es "el sacrificado" de Sánchez. "Llevamos 30 años de paracaidistas. Por lo menos, Óscar conoce bien el PSOE, no es como Pepu Hernández", se consuela un diputado. Otro señala que su elección permite el "alineamiento de discurso con Madrid", algo que no ocurría con Lobato, a quien se le reprochaba un perfil demasiado blando con Ayuso. "Para ganar Madrid hay que abrir el abanico del electorado", se defienden en el equipo del exsecretario general.
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Aunque otros cargos socialistas madrileños defienden que la designación de Óscar López esconde el deseo íntimo del presidente de asegurarse una salida en el "postsanchismo", es decir, cuando el PSOE abandonen Moncloa. "Es la bunkerización", define un parlamentario. "Pedro viene de donde viene, le echaron. Y Juan no era garantía de continuidad. Óscar sí le pondrá la pista de aterrizaje al postsanchismo, a él y a los suyos", expone de manera crítica este cargo.
Sin apenas perfil público y carisma desconocido, lo cierto es que en el PSOE-M también hay dudas sobre su cartel electoral. Óscar López ya se presentó a la Presidencia de la Junta de Castilla y León en 2011 y cosechó el peor resultado del partido hasta la fecha. "Quién sabe lo que deparará el futuro a todos nosotros en 2027. Al menos se garantiza cuatro años más como líder de la oposición secretario general del PSOE", concluye otro veterano del PSOE-M, escéptico.
En el núcleo duro de Isabel Díaz Ayuso están encantados con el aterrizaje del ministro para la Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, al frente del PSOE madrileño. "Todo lo que huela a Moncloa", aseguran, es perfume electoral para el PP. Él es una de las personas de máxima confianza de Pedro Sánchez, su jefe de gabinete más longevo, por delante de Iván Redondo. Y esa condición de gran sanchista permitirá al ayusismo mantener su pulso máximo con el Gobierno central desde Sol. En un año en el que, salvo sobresaltos, no se convocarán elecciones, Madrid volverá a ser el principal escenario de guerra política.