Tiendas de reformas se llenan de inmigrantes dispuestos a cualquier cosa por unos euros
Como todo se paga en negro, algunos son explotados o no cobran el trabajo que realizan. La UGT y la patronal del sector no sabían nada
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fda3%2F521%2Fea2%2Fda3521ea26677c7b754b9efd68b812ab.jpg)
Imagine que va a comprar los materiales para hacer una reforma en su casa, pero no tiene muy claro cómo la hará o simplemente le sobrepasa la parte más dura del trabajo. Imagine que después de comprarlos no le queda mucho dinero para contratar a un albañil profesional, y al salir de la tienda se encuentra con decenas de jóvenes dispuestos a hacer casi cualquier cosa por muchísimo menos. Imagine que monta a uno en su coche, lo lleva a casa y por 40 euros le hace lo que podría costarle miles. No tiene que imaginarse nada, bienvenido a la realidad.
Esto está pasando en España a las afueras de algunas tiendas de materiales de construcción como Obramat (antes Bricomart). Al salir de un sitio que vende desde cemento hasta una ducha, también se puede encontrar mano de obra muy barata e ilegal. Una por la que no se pagan impuestos y queda al margen de la legislación laboral vigente.
7:18AM, Obramat de Leganés, Madrid. Cinco jóvenes custodian la salida con muchos abrigos, gorros y guantes para soportar los -2 grados Celsius que congelan el ambiente. La tienda abrió 18 minutos antes y poco a poco empiezan a salir los primeros clientes, quienes son recibidos por los chicos con una sonrisa y un paso al frente. Tienen una estrategia simple y bajas probabilidades de triunfo. A veces pasan días y nadie los escoge. Depende de muchos factores, incluida la suerte.
“Hay que venir lo más temprano posible y que las personas que compren acá quieran gente para trabajar”, cuenta a El Confidencial Anthony Linares, un hondureño de 21 años que lleva dos de forma irregular en España. “No se puede venir tarde porque ellos (sus potenciales empleadores) vienen a buscar trabajadores a primera hora del día. Solo espero dos horas, si paso de las 9:00 aquí, me voy. Puedo hacer cualquier cosa. No es que sepa mucho, pero casi siempre buscan peones. Por un día completo, como mínimo son 40 euros. Por menos de eso no voy”.
"No son empresas, sino piratas que van en contra de lo que deben ser las relaciones laborales"
“Nosotros sabíamos que esto ocurría antes en determinados sitios de Madrid, como Plaza Elíptica o Atocha, pero no teníamos constancia de que estuviera sucediendo ahora en esas tiendas. Es un fraude”, explica el secretario de la Federación de Industria, Construcción y Agro de la UGT, Sergio Estela. “Por lo general no son empresas, sino piratas que van en contra de lo que deben ser las relaciones laborales. Lo que hacen es echar por tierra el sector. Nosotros estaremos siempre en contra de ese tipo de personas y actitudes, porque están denigrando al sector de la construcción.
Linares también ha ido a Plaza Elíptica, pero ha encontrado menos trabajo. Cree que ese sitio está “quemado” e ir allí es perder el tiempo: “A Plaza Elíptica van como 100 personas diarias y pasa a menudo la policía porque muchos se emborrachan, hay una licorería cerca”.
Las inmediaciones del sitio escogido por Linares se han convertido en un lugar de referencia para inmigrantes recién llegados, a quienes les urge encontrar sustento. Eduard Canelones llegó a España hace un mes y 10 días; aún cuenta exactamente las jornadas que lleva fuera de Venezuela. Por eso sabe cuántos amaneceres ha pasado a las puertas de la tienda sin que nadie lo haya escogido. “La primera semana que llegué vine dos días y luego ahora. Esas veces pasé aquí tres o cuatro horas y nada”, cuenta el chico de 24 años”. Venimos buscando progreso, porque los jóvenes no tenemos futuro en nuestro país. Soy chef, pero imposible trabajar de eso sin papeles”.
"Cuando no tienes trabajo no exiges, estoy disponible a cualquier hora"
Canelones nunca ha trabajado en la construcción. Su plan es quedarse en la puerta y esperar a que pregunten por un ayudante. No le teme a lo que pueda surgir, porque “muchos de los trabajos que aparecen son de escombrear y de eso cualquiera sabe". Tampoco reclamaría un mínimo de salario: “Cuando no tienes trabajo no exiges, estoy disponible a cualquier hora”.
A medida que se acercan las 8:00 llegan más jóvenes en busca de un jornal. No es casualidad que ese sea el prime time. La tienda tiene miles de metros cuadrados y se tarda tiempo en recorrerla. Una hora después de la apertura aumenta el flujo de clientes que salen por la puerta. En ese momento ya no hay cinco, sino 25 hombres encapuchados que conversan entre sí esperando que alguien se les acerque.
“Estos empleadores son lo que llamamos aquí en España 'pistoleros'”, explica Estela. “Lo que quieren es mano de obra barata. Están buscando esclavos, por así decirlo, porque no pagan lo que corresponde a esas personas, quienes se quedan sin derechos y no tienen medidas de seguridad u otras condiciones laborales imprescindibles. Esto es un tema que nos incumbe a todos, no solo a los sindicatos. Las empresas, evidentemente, no son todas así. Es una minoría que hace mucho daño al resto”.
"Aquí viene gente que ha perdido hasta 500 euros después de trabajar dos semanas"
La inseguridad señalada desde la UGT se traduce en abusos como los que han sufrido un grupo de tres colombianos que se reúne todas las mañanas en la entrada de la mencionada tienda. Todos se encuentran en situación irregular y hablaron con este periódico bajo condición de anonimato. El más joven, de 19 años, incluso va algunos fines de semana: “A principios de noviembre fue lo peor, vine dos semanas y no trabajé ni un día. Esta es la única alternativa que tengo. Suelo esperar hasta las 12:00 o 13:00. A veces me han llevado a bajar escombros a mano desde un cuarto o quinto piso, y al terminar me dicen que me pagan al día siguiente, pero ese día nunca llega. Así me han engañado y he dejado de cobrar tres días de trabajo. Aquí viene gente que ha perdido hasta 500 euros después de trabajar dos semanas”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fff7%2Fe74%2Fbf9%2Fff7e74bf9b48b89b28b9206144373971.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fff7%2Fe74%2Fbf9%2Fff7e74bf9b48b89b28b9206144373971.jpg)
Los otros dos colombianos interrumpían al más joven para exponer los timos que han sufrido: “Nos ha pasado con marroquíes, brasileños o españoles, todos siempre tienen ya la nacionalidad de aquí y por eso abusan de nosotros”.
Un cuarto colombiano se incorpora al grupo y el resto lo señala como ingenuo, porque lleva varios días trabajando para una empresa que no le ha pagado un centavo. Se ríen y le dicen que deje eso, pero él tiene fe en que recibirá sus honorarios: “Sí me pagarán, son gente seria, vengo de ahí ahora mismo y me dijeron que en enero me liquidarán”.
"He trabajado 13 o 14 horas seguidas cruzando los dedos para que me lo paguen todo"
“A veces pasamos horas y horas trabajando sin saber si al final nos harán el pago correspondiente”, continúa, pero en un tono menos optimista. “He trabajado 13 o 14 horas seguidas cruzando los dedos para que me lo paguen todo”.
Cuando se pactó uno de los primeros trabajos del día y el chico escogido se alejaba de la aglomeración junto a su empleador, uno de los colombianos espetó de pronto: “Mira, somos como putas. Nos vamos con la cabeza gacha después de aceptar las condiciones que nos dan”.
Los trabajadores de la tienda nunca les han echado una bronca a estos jóvenes directamente, pero sí han llamado a la Policía Nacional. “Como ninguno de los que estamos aquí tiene papeles, hay que salir corriendo igual que las ratas”, explica uno de los colombianos.
"La gente nos reclama cuando ha pasado algo o han tenido algún accidente"
“Es difícil castigar estas actitudes, porque tienes que denunciar a esos empleadores y pillarlos in fraganti", dice Estela. "A mí me consta que ha habido denuncias a la Inspección de Trabajo y creo que durante un tiempo se redujo bastante este tipo de situaciones, pero ahora parece que están volviendo. Si los trabajadores no acuden a nosotros, es complicado. La gente nos reclama cuando ha pasado algo o han tenido algún accidente. El convenio de este sector exige tener una formación en riesgos laborales. Si no la tienes, es más fácil que puedas tener un accidente. Aquí las autoridades pueden actuar de oficio, pero es complicado”.
El Confidencial llamó por teléfono a decenas de Obramat por toda España, pero solo en dos contestó algún trabajador. Desde una en Barcelona, un empleado contó que allí ocurre lo mismo que en Leganés. Los trapicheos laborales proliferan cerca de estos almacenes debido a la prominencia que tienen dentro del sector. Convertido en un sitio ideal para muchos constructores profesionales, sus más de 35 establecimientos en España facturaron 1.548 millones de euros en 2022. Los jóvenes consultados explotan la popularidad que han alcanzado estas tiendas. “Vamos a otros almacenes y es imposible que encontremos trabajo”, señaló uno de los colombianos.
"Los constructores reclaman regularizar a estos inmigrantes y atraer trabajadores del exterior para cubrir el déficit de mano de obra"
Desde la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), indican a este diario que también desconocían la situación, pero apuntan a las causas y posibles soluciones: “Los constructores reclaman regularizar a estos inmigrantes y atraer trabajadores del exterior para cubrir el déficit de mano de obra. Es necesario dar formación y arraigo aquí, lo que también nos ayudaría a luchar contra la economía sumergida. CNC es partidaria de impulsar convenios de doble nacionalidad con otros países para resolver esta dificultad importante. Las grandes infraestructuras no se van a quedar sin mano de obra, pero en la construcción privada ya se están viendo situaciones realmente preocupantes”.
En la entrada principal de la tienda visitada no solo había jóvenes, destacaban varios señores mayores. Eloy, un venezolano de 62 años, llegó temblando de frío en busca de trabajo, algo que se le dificulta a pesar de tener un permiso de residencia en vigor: “Trabajé con unos chinos durante casi un año, pero me mandaron a casa. Se me ha hecho un poco fuerte hallar otra cosa por mi edad. Casi siempre que vengo encuentro algo, tengo conocidos que me buscan para faenar con ellos”.
Los trabajadores y el director de la tienda se negaron a ofrecer declaraciones.
Imagine que va a comprar los materiales para hacer una reforma en su casa, pero no tiene muy claro cómo la hará o simplemente le sobrepasa la parte más dura del trabajo. Imagine que después de comprarlos no le queda mucho dinero para contratar a un albañil profesional, y al salir de la tienda se encuentra con decenas de jóvenes dispuestos a hacer casi cualquier cosa por muchísimo menos. Imagine que monta a uno en su coche, lo lleva a casa y por 40 euros le hace lo que podría costarle miles. No tiene que imaginarse nada, bienvenido a la realidad.