El Rey censura la lucha política "atronadora" que "niega la existencia de un espacio compartido"
Felipe VI pide "sacar enseñanzas" de la catástrofe de la DANA y reclama "serenidad" y "diálogo" a los gobernantes. Su deber, recuerda, es proteger el "bien común" ante el riesgo de corrosión antisistema
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En su X aniversario al frente de la Corona, Felipe VI ha hecho en su Mensaje de Navidad un llamamiento enérgico a todas las administraciones del Estado para que "serenen" el debate público, cesen la lucha partidista -"legítima pero en ocasiones atronadora"- y cooperen en defensa del "bien común". De lo contrario, advierte, alimentan la desconfianza en el sistema democrático, que arrastra desde hace años graves síntomas de corrosión por la crispación y que es aprovechado por discursos contra el Estado.
El desastre de la DANA que arrasó la provincia de Valencia y Letur (Albacete) -con un balance trágico de 223 muertos y miles de proyectos vitales arrasados- ha centrado buena parte del mensaje de este año. "Un hecho difícil de asumir", en palabras del Rey, que ha puesto al descubierto con toda crudeza las fallas del modelo autonómico y que exige a todos recuperar la búsqueda del "consenso en torno a lo esencial".
Desde el motín de Paiporta, el pasado 3 de noviembre, el jefe del Estado ha doblado sus esfuerzos para transmitir cercanía, confianza y unidad para afrontar los desafíos comunes. La imagen embarrada de los Reyes en aquellos disturbios, y la salida precipitada del presidente del Gobierno por motivos de seguridad, marcó el punto de inflexión del deterioro absoluto del Estado. Don Felipe y doña Letizia han viajado en tres ocasiones a Valencia, para consolar a las víctimas, la última el pasado domingo. Y aunque su actitud decidida es criticada desde el Ejecutivo, lo cierto es que la imagen de la Monarquía ha salido reforzada. Para muchos, la institución ha sido la única a la altura.
"Hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones. Porque todas esas emociones, las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan, surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común", ha transmitido con empatía a las víctimas, convencido de que el sentimiento de comunidad prevalece sobre todo lo demás.
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"Por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo. Es algo que la Reina y yo hemos podido constatar y valorar aún más a lo largo de esta década de reinado", han sido sus palabras.
También ha demandado que las ayudas lleguen a todos los necesitados "cuanto antes". Porque, "cuanto antes lo consigamos más reforzaremos nuestro sentido de comunidad, nuestro sentimiento de país. Porque la memoria del camino recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro son una parte ineludible, acaso la más valiosa, pero también la más delicada, de nuestro bien común.
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En este contexto, el Rey ha exigido a la clase política que cumpla con su deber de cooperar y "serenar" el debate público. Esta, ha dicho, es una "demanda clamorosa" de la ciudadanía, más en situaciones críticas como la vivida en la DANA.
"No para evitar la diversidad de opiniones, legítima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido", ha remarcado.
Esa "negación" del contrario es una constante en la dialéctica entre los gobernantes españoles, generalmente destructiva. Hace más de un año que el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición no mantienen una conversación. La espiral de tensión entre los poderes del Estado, sobre todo entre el ejecutivo y el judicial, va a más. A esa quiebra constitucional dedicó Felipe VI su mensaje navideño del año pasado.
"Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política", ha reclamado don Felipe, quien se ha dirigido a los españoles desde el Palacio Real, igual que en su primer mensaje navideño tras su proclamación en 2015. "Un pacto de convivencia se protege dialogando; ese diálogo, con altura y generosidad, que debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado", ha recordado.
"No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía", ha señalado en un discurso en el que ha abordado los principales retos del país, como la vivienda o el fenómeno migratorio, y en el que ha tenido palabras de aliento para los jóvenes españoles. Este último guiño es una constante en sus discursos, reforzada desde que la princesa Leonor cumplió la mayoría de edad, en octubre del año pasado.
Felipe VI también se ha referido al escenario exterior "cada vez más complejo y cambiante e incluso convulso" donde las democracias liberales se ven amenazadas. Ha lamentado que con demasiada frecuencia se cuestiona el derecho internacional, se recurre a la violencia, se niega la universalidad de los derechos humanos o se pone en duda el multilateralismo para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo, como son las crisis climáticas y medioambientales, las pandemias, la transición energética o el comercio y la escasez de los recursos naturales.
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"Vemos también, incluso, cómo se llega a discutir la misma validez de la democracia como sistema de gobierno".
Por ello, ha llamado a defender "con convicción y con firmeza", desde España y los Estados miembros de la Unión Europea así como sus socios internacionales, las bases de la democracia liberal, los derechos humanos y las conquistas en bienestar social sobre el que se fundamenta Europa.
Para cerrar su intervención, Felipe VI ha reiterado su mensaje más optimista sobre el futuro del país.
"Me lo habéis oído decir muchas veces y me gustaría volver a repetirlo: España es un gran país. Una nación con una historia portentosa, pese a sus capítulos oscuros, y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas víctimas causó. Un país con un presente que, pese a lo mucho que nos queda por hacer, por ejemplo, en materia de pobreza y exclusión social, resulta prometedor al observar el comportamiento de nuestra economía –en términos, entre otros, de crecimiento, empleo o exportaciones– y el nivel general de nuestro bienestar social. Y ante el futuro, creo sinceramente que los españoles tenemos un enorme potencial que nos debe infundir esperanza, tanto en el plano nacional como en la escena internacional".
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El mensaje de Navidad del Rey se ha grabado en el salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, un escenario que en el Reinado de Felipe VI ha acogido diversos actos con presencia de la ciudadanía. Es la segunda ocasión que lo realiza allí después del pronunciado en el año de su Proclamación, en 2015. El texto se compone de 1.806 palabras y la despedida, como es habitual, ha sido de felicitación en las lenguas cooficiales.
El jefe del Estado vestía traje azul marino, camisa blanca y corbata azul claro con motivos de pequeños cuadrados en distintos tonos azules. A la derecha de don Felipe, se han dispuesto las banderas de España y de la Unión Europea. Sobre una mesa de maderas nobles de la época de Carlos III (colección de Patrimonio Nacional), una fotografía enmarcada con la imagen del esfuerzo conjunto de afectados, voluntarios y miembros de las Fuerzas Armadas, tras la DANA. También se ha colocado una edición facsímil de la Constitución española.
A la izquierda del Rey se han situado símbolos navideños: el Misterio con el nacimiento del Niño Jesús, la Virgen María y San José (de la colección privada) y el árbol de Navidad.
En su X aniversario al frente de la Corona, Felipe VI ha hecho en su Mensaje de Navidad un llamamiento enérgico a todas las administraciones del Estado para que "serenen" el debate público, cesen la lucha partidista -"legítima pero en ocasiones atronadora"- y cooperen en defensa del "bien común". De lo contrario, advierte, alimentan la desconfianza en el sistema democrático, que arrastra desde hace años graves síntomas de corrosión por la crispación y que es aprovechado por discursos contra el Estado.