Junts y PP estrechan su pinza contra el Gobierno y avanzan para cambiar la reforma fiscal

El Partido Popular trabaja a contrarreloj para ampliar el número de derrotas parlamentarias del Gobierno de la mano de Junts. Lo consiguió en primera instancia con la alianza para surprimir el impuesto del 7% sobre la producción eléctrica, y lo intentará hasta el final para modificar el acuerdo que el PSOE logró ahormar con sus socios de investidura para sacar adelante su reforma fiscal. Este martes, PP y Junts han vuelto a exhibir en el Senado una sintonía que no sólo es ideológica, sino también estratégica.

Tras varios días de negociaciones, las dos fuerzas terminaron acercando posturas para avalar una serie de enmiendas que, si el Congreso no las tumba, quedarán incorporadas al texto final de la reforma tributaria en contra del criterio del Ejecutivo. Las conversaciones entre senadores del PP y de Junts, supervisadas desde Génova por el vicesecretario de Economía, Juan Bravo, se alargaron casi hasta el mismo momento de la votación en la Cámara Alta. Y dieron algunos frutos.

El PP votó a favor de dos de las tres enmiendas que Junts había presentado en la Cámara Alta, lo que permite a los neoconvergentes mantener algunas de sus propuestas vivas de cara al refrendo al Congreso y pelear para que queden incorporadas al trámite final. Se trata, en primer lugar, de una propuesta para eximir a los clubes deportivos profesionales del pago de las cotizaciones de trabajadores contratados para la formación de menores de edad; y otra enmienda para extender el IVA reducido del 4% a productos básicos derivados de la leche para equipararlo a otros países de nuestro entorno.

"Estamos a favor de todo lo que implican rebajas fiscales", defienden fuentes de la dirección del PP, que rechaza la tercera enmienda de Junts, dirigida a retrasar hasta el mes de julio la aplicación de las subidas tributarias a los cigarrillos electrónicos y vapeadores. Junts, por su parte, se ha abstenido en todas las enmiendas presentadas por el PP en la Cámara Alta, que aseguran ver con buenos ojos. Todas pasarán vivas al Congreso, porque los populares cuentan con mayoría absoluta en la Cámara Alta para mantenerlas activas.

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Con su abstención, Junts no se pilla los dedos en la votación clave del Congreso, donde deberá decidir si inclina la balanza en favor o en contra del Gobierno. Para tumbar las modificaciones del PP, Sánchez necesita el voto de todos sus socios, incluidos los siete escaños de los neoconvergentes. Pero la formación independentista prefiere, una vez más, mantener la tensión con el Ejecutivo y reforzar su pinza con el partido de Feijóo. Hay que recordar, no obstante, que para que las enmiendas de Junts o del PP salgan adelante en la Cámara Baja necesitan necesariamente el 'sí' de los 33 diputados de Vox.

"Junts no forma parte del bloque del Gobierno, sino que trabaja y defiende los intereses de los catalanes. Que no se equivoque nadie ni dé nuestros votos por descontados", advirtió desde la tribuna el senador de Junts, Joan Bagué, en un mensaje velado a los socialistas.

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El PP también se ha propuesto llenar de obstáculos para el Gobierno las últimas semanas del año. El paquete de enmiendas parciales que los de Feijóo registraron en el Senado estaba plagado de guiños para intentar atraer a Junts y PNV por su coincidencia ideológica en materia económica y fiscal. Incluyeron, por ejemplo, una nueva deducción al impuesto a la banca; la exención del IRPF para jóvenes de entre 18 y 34 años en su primer año laboral; la rebaja del impuesto de sociedades para pymes; la exención fiscal de las ayudas para los afectados por la DANA; o trabas para prorrogar el impuesto a las energéticas.

Esta última enmienda es clave. Y es precisamente la única que ha contado con la abstención del PNV, además de la de Junts. El Gobierno tiene auténticos problemas para cumplir con lo prometido con Podemos a cambio de su apoyo al paquete fiscal. Tanto Junts como PNV plantaron al Ministerio de Hacienda en la última reunión que habían convocado para comenzar las negociaciones de la extensión del impuesto a las energéticas, que exigen los morados y que repudian jeltzales e soberanistas catalanes. El encaje de bolillos es complicado. Y la enmienda del PP, de salir aprobada, obligaría al Ejecutivo a renunciar a su idea de extender el alcance temporal del gravamen a energéticas vía decreto-ley, lo que puede reabrir grietas entre los socios del Ejecutivo.

El PNV se descolgó del PP desde el primer momento por su negativa a apoyar enmiendas que vayan más allá de lo pactado con el PSOE en el Congreso. Pero no fue el caso de los neoconvergentes, que sí se mostraron dispuestos a negociar con el PP e incorporar enmiendas propias y ajenas. Junts mantiene de este modo el tira y afloja parlamentario con el Gobierno. Porque mientras en el Senado metía presión con la reforma fiscal, en el Congreso dejaba pasar la ley de alquileres de temporada. También mantiene la presión para que Sánchez impulse una cuestión de confianza en la Cámara Baja. Por el momento, el PSOE ha dado una patada hacia adelante y ha congelado la admisitón a trámite de la moción de Junts.

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El PP ha modificado su estrategia con Junts, hasta el punto de normalizar una alianza parlamentaria con tal de desetabilizar al Ejecutivo. "Hemos mantenido contactos en distintas iniciativas y enmiendas, y los vamos a mantener", ratifican fuentes de Génova, donde contempla pactar también con los neoconvegentes su plan para extender la vida útil de las nucleares, en contra del criterio del Gobierno. "Si aliándonos con otros partidos conseguimos parar el cierre de las centrales, no tengan ninguna duda de que lo intentaremos", apuntó este martes Miguel Tellado, portavoz del PP en el Congreso.