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El Supremo y Anticorrupción sospechan de un pacto de no agresión entre Ábalos y el PSOE
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Tras su declaración del jueves

El Supremo y Anticorrupción sospechan de un pacto de no agresión entre Ábalos y el PSOE

Distintas fuentes dicen que en sus respuestas presidió "la ley del silencio", una omertá por la que evitará informar sobre las actividades de terceros vinculados con Moncloa

Foto: José luis Ábalos tras su declaración. (EFE/Mariscal)
José luis Ábalos tras su declaración. (EFE/Mariscal)
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La declaración de José Luis Ábalos ha dejado muchas negaciones, pero también algunas certezas. El contenido del interrogatorio del exministro y ex secretario general del PSOE apunta a la existencia de estrategias ajenas a los tribunales que no han pasado desapercibidas ni para el juez Leopoldo Puente, ni para la Fiscalía Anticorrupción, ni para las acusaciones. La sospecha generalizada es que el diputado mantiene un pacto de no agresión con el PSOE que, implica, entre otras cosas, que sea Koldo García quien asuma la culpa. Todo apunta a que el asesor ha aceptado cargar con la responsabilidad, quizá en la creencia de que, en el futuro, acabará quedando a salvo. Hoy, la declaración de Aldama ante el Supremo vuelve a ser decisiva.

Hubo varias señales a lo largo de las tres horas largas en las que Ábalos estuvo declarando. Si hubo algo que presidió su relato completo fue la insistencia en que las irregularidades que investigan la Fiscalía y dos tribunales fueron cometidas por Koldo García. El segundo detalle evidente fue su insistencia en no implicar a otros altos cargos del Ejecutivo. De evitar dar una patada hacia arriba.

"Salvar a Ábalos, en realidad, es salvar a su partido y a Moncloa", apunta, por ejemplo, una de las fuentes consultadas que señala que era el ahora diputado quien llevaba entonces las riendas del partido. Otras fuentes se refieren, incluso, a que en las respuestas del socialista presidió "la ley del silencio", una omertá por la que evitará informar sobre las actividades de terceros. La garantía de que no piensa atacar.

Distintos gestos afianzan esta creencia. La última declaración escrita remitida por Víctor de Aldama al Tribunal Supremo, en la que este aludía a la existencia de graves irregularidades en la adjudicación de decenas de contratos de obra pública, acercaron a Ábalos y al PSOE hasta tal punto que el primer defensor de la corrección de las licitaciones de Fomento fue Óscar Puente, hasta hace no mucho, el principal azote de su antecesor, al que señaló por los contratos de compra de mascarillas. El exministro aludió a esa valoración de Puente durante el interrogatorio. La sacó a relucir en su defensa.

Foto: El exministro de Transportes José Luis Ábalos, a su llegada al Supremo. (EFE/Mariscal)

Además, Ábalos ha adoptado el argumentario que ya es habitual en Moncloa cuando salen a relucir cualquiera de los procedimientos que acosan ahora al Ejecutivo. Solo unos días después de que Pedro Sánchez acusara a los jueces de actuar en connivencia con el PP, el diputado hizo algo parecido en su comparecencia. Quiso poner el acento en que fue el partido de Alberto Núñez Feijóo el primero en denunciar, el que estuvo en el origen del caso. "Una represalia política", lanzó.

También fue significativa su respuesta a la pregunta que le formuló el juez sobre el rescate de Air Europa. Esta subtrama de la red investigada es una de las más cercanas a la figura del propio Sánchez. Por una parte, se produjeron reuniones entre Aldama y el CEO de Globalia, Javier Hidalgo, en las fechas clave de la negociación. Por otra, en las comunicaciones se ha detectado cómo el empresario, que trabajaba como asesor de la compañía, se refería a Pedro Sánchez como "el 1" y daba cuenta de sus gestiones.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (Gustavo Valiente / Europa Press)

Ábalos se mostró, una vez más, poco preciso al explicar al instructor su papel en aquella operación y tiró de nuevo del mismo argumentario que esgrime, al respecto, Moncloa. Dijo que su intervención se limitó "a mostrar su preocupación para que la sociedad no se hundiera". Dijo incluso que España aquí "fue muy tacaña" y que la ayuda se diseñó precisamente para ayudar a sociedades estratégicas que atravesaban una situación difícil.

Aldama, el punto flaco

En el diseño de esta estrategia hay un punto flaco: Aldama. El empresario ha ido lanzando avanzadillas en distintas declaraciones y asegura que puede desmontar toda esta argumentación con pruebas. Al margen de la versión que ofrezca hoy ante el Supremo —donde declarará en la misma sala en la que estuvo Ábalos— la Unidad Central Operativa dispone de los dispositivos que incautó en los últimos meses y el propio acusado se ha ofrecido a desencriptar uno de sus teléfonos. Asegura que en ese móvil se encuentran indicios clave para respaldar sus acusaciones.

Al margen de la posibilidad de pacto o de acuerdo de silencio, la versión del exministro de Fomento no convenció a casi nadie y, desde luego, no lo hizo con la Fiscalía Anticorrupción que respaldó desde un inicio la apertura de la causa en su contra. Y Ábalos es consciente. Cuentan fuentes presentes en su interrogatorio que, al acabar, tuvo dificultades para abandonar la sala, cerrada con una puerta de gran tamaño. Otra persona que le acompañaba exclamó en tono de broma: "¡Nos han encerrado!". "Todo a su tiempo...", respondió él.

La declaración de José Luis Ábalos ha dejado muchas negaciones, pero también algunas certezas. El contenido del interrogatorio del exministro y ex secretario general del PSOE apunta a la existencia de estrategias ajenas a los tribunales que no han pasado desapercibidas ni para el juez Leopoldo Puente, ni para la Fiscalía Anticorrupción, ni para las acusaciones. La sospecha generalizada es que el diputado mantiene un pacto de no agresión con el PSOE que, implica, entre otras cosas, que sea Koldo García quien asuma la culpa. Todo apunta a que el asesor ha aceptado cargar con la responsabilidad, quizá en la creencia de que, en el futuro, acabará quedando a salvo. Hoy, la declaración de Aldama ante el Supremo vuelve a ser decisiva.

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