Sánchez reconstruye su mayoría en el Congreso en pleno estrés por Aldama
El Gobierno abre camino para los siguientes retos inmediatos: senda de estabilidad y presupuestos. Pero el impacto de la declaración del comisionista provoca que la Moncloa pierda el control de la agenda
El Gobierno de coalición consiguió reconstruir este jueves su maltrecha mayoría parlamentaria con la votación de la reforma fiscal. El estrés introducido en las últimas 48 horas por Podemos, se liberó antes de lo previsto, sin alcanzar siquiera a los minutos previos de la votación. El acuerdo se produjo sin grandes daños para el Ejecutivo, con la promesa de crear una comisión que acuerde la continuidad del impuesto a las eléctricas. Pero la declaración a petición propia ante el juez del comisionista de trama Koldo, Víctor de Aldama, acabó por manchar una jornada que es clave para Pedro Sánchez.
El presidente tenía por delante tres hitos para poder estabilizar la legislatura y demostrar que tiene una mayoría suficiente para gobernar. Primero la reforma fiscal, después la senda de estabilidad y por último, los presupuestos. Con ellos aprobados, Sánchez, salvo sorpresas en los juzgados, mantiene el control de los tiempos. Con las nuevas cuentas de 2025 en vigor y la posibilidad de prórroga en los siguientes ejercicios, puede continuar hasta 2027 o anticipar las elecciones generales cuando la coyuntura le sea más favorable.
Por el momento ha logrado aprobar la reforma fiscal. Podemos amenazó con tumbarla y al final acabó por aceptar una promesa similar a la que el Ministerio de Hacienda hizo a ERC, Bildu y BNG sobre la permanencia del impuesto a las eléctricas, que, según Junts y el PNV, no cuenta por ahora con su aval. Aunque el desenlace pareció descafeinado, el Ejecutivo acusó igualmente la tensión. Fuentes gubernamentales reconocen que la negociación de todo el paquete fiscal ha sido "muy difícil" porque "se ha hablado con todos, todo el rato". La complicación de pactar a izquierda y derecha, se ha hecho bola esta vez, y aún queda el sudoku de los presupuestos.
La celebración se vio relegada por los dardos de Aldama, que dio a entender una cercanía al Gobierno que sobrepasa sus tejemanejes con José Luis Ábalos, implica al jefe del Ejecutivo y al actual secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, a quien asegura haber entregado un sobre con 15.000 euros. El número tres del PSOE salió a desmentirlo. "Conmigo personalmente no ha estado nunca, yo ni le conozco". "Que geolocalicen los móviles a ver si alguna vez he estado con él", aseguró. Y horas después lo hizo el propio presidente del Gobierno, en una comparecencia improvisada en el patio del Congreso, donde calificó de "inventada" que él pidió conocerle y le agradeció "lo que estaba haciendo", en referencia a sus supuestas labores de conseguidor. Sánchez incluso se refirió a él como "personaje".
Moncloa armó rápidamente el argumentario de que Aldama actúa por orden de su abogado, un reputado penalista que el PSOE vincula directamente con el PP, "para desviar la atención, sembrar dudas y tapar lo que aparentemente parecen unas ciertas actividades delictivas", según el propio Sánchez. "Su estrategia de defensa es la mentira", señaló.
En Ferraz aseguran que supieron hace tiempo que esto iba a pasar, exactamente, explican, la semana antes del congreso socialista, que se celebra el próximo fin de semana en Sevilla. Atribuyen la andanada a un intento de blanquearse, de no aparecer como un corrupto, si no una pieza más de un sistema que se aprovecha de él. Pero nadie aclara en qué le puede beneficiar lanzar acusaciones que después no puede demostrar. Las consecuencias para el PSOE ya son de gravedad: la Moncloa pierde el control de la agenda y se ve arrastrada a la ciénaga de la corrupción, que creían limitada al exministro de Transportes y exnúmero tres del partido.
En pleno proceso de reunificación, los socios del Gobierno compraron también la tesis de que el testimonio de Aldama no es creíble. Su supuesta confesión ante el juez, que le ha concedido la libertad por autoinculpase en el contrato de las mascarillas, apenas alteró a los grupos que apoyan al Ejecutivo, a pesar del llamamiento de Alberto Núñez Feijóo a que secunden una moción de censura. Únicamente el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, avisó que aunque no da crédito al "corrupto" de Aldama, si el PSOE tiene responsabilidades "seremos los más duros".
Ningún partido se sintió concernido por la oferta del PP e incluso Sánchez se permitió ironizar con ella. "Sería una buena oportunidad para que el señor Feijóo planteara una alternativa que a día de hoy ni se conoce", afirmó. Rufián, en cambio, repitió su tesis de que es "absolutamente" posible que Junts pueda unirse al PP.
En estos momentos nadie en el PSOE contempla ese escenario. Pero la legislatura sufre un duro golpe por todo el detritus lanzado por Aldama, que capitalizará el debate político, y que se añade al daño que ha hecho el caso Koldo, convertido ya en caso Ábalos, y la investigación judicial a la mujer del presidente. Los socialistas se mostraron ayer muy incómodos. Ferraz ya ha anunciado que iniciará "de inmediato" acciones legales contra el empresario. Y Sánchez ha comprometido su palabra: "En lo que respecta a mi persona, a mi Gobierno actual y a mi organización, al Partido Socialista Obrero Español, todo lo que ha dicho este señor es categóricamente falso".
El Gobierno de coalición consiguió reconstruir este jueves su maltrecha mayoría parlamentaria con la votación de la reforma fiscal. El estrés introducido en las últimas 48 horas por Podemos, se liberó antes de lo previsto, sin alcanzar siquiera a los minutos previos de la votación. El acuerdo se produjo sin grandes daños para el Ejecutivo, con la promesa de crear una comisión que acuerde la continuidad del impuesto a las eléctricas. Pero la declaración a petición propia ante el juez del comisionista de trama Koldo, Víctor de Aldama, acabó por manchar una jornada que es clave para Pedro Sánchez.
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