La bronca entre el PSOE y Sumar deja en el aire la subida de impuestos del Gobierno
Hacienda irrita a Sumar y Podemos por priorizar a Junts y el PNV y tumbar el impuesto a las eléctricas y descafeinar el de la banca. Aunque Moncloa sigue dando por hecho su apoyo final
La reforma fiscal del Gobierno va camino de encallar por la división del propio Gobierno. El PSOE priorizó la semana pasada el acuerdo político con Junts y el PNV y relegó a sus aliados de la izquierda, incluido Sumar, a la última fase de negociación, que ahora está estancada. La formación de Yolanda Díaz montó ayer en cólera ante el intento de Hacienda de laminar sus enmiendas en la reunión de la ponencia parlamentaria en el Congreso, que fue breve pero tensa. Sumar dejó claro a su socio de coalición que debe cumplir con lo firmado en su pacto y convertir en permanente el impuesto a la banca y a las energéticas. Sin negociación a la izquierda, no habrá paquete fiscal que acompañe a los Presupuestos, avisan ya desde Podemos.
Una vez más, en Moncloa se trabaja al filo de lo imposible en una partida a dos bandas con grupos que parten de posiciones ideológicas antagónicas. Hacienda admite que el escenario es "complicado". "Las diferencias entre PNV y Bildu y ERC y Junts en materia fiscal son enormes", señalan fuentes del departamento de María Jesús Montero, aunque creen que todavía hay margen. "Aun así, se van llegando a acuerdos, pero resulta obvio que no es ni sencillo ni rápido", insisten.
El escollo principal es que, por exigencia de Junts, los socialistas han accedido a eliminar el gravamen extraordinario sobre las energéticas, mientras que el de la banca ha quedado "diluido", en expresión del grupo de Yolanda Díaz. Solo el PNV y Coalición Canaria están de acuerdo. Las formaciones de izquierda insisten en que estos dos nuevos tributos, que han permitido al Estado ingresar 2.900 millones extras al año, deberán ser fijos. Sumar promete "pelear hasta el final" para recuperarlos, Podemos ya ha anunciado que no le temblará el pulso y tumbará la reforma fiscal del Gobierno, mientras que los republicanos catalanes y Bildu también amagan con sacar la guadaña.
La indignación en Sumar es manifiesta ante el incumplimiento "flagrante" de Pedro Sánchez. En el equipo de Yolanda Díaz insisten en que el impuesto a las eléctricas y a la banca estaba definido en el acuerdo de gobierno y que es de obligado cumplimiento. Además, recriminan que Montero haya priorizado el apoyo de Junts y PNV y reiteran que sus propuestas son "razonables" con la intención de que la subida de impuestos llegue a buen puerto. En el pleno del miércoles pasado se le vio a la ministra de Hacienda en una actitud muy insistente con Aitor Esteban, mientras que a ellos los despachó al debate en Comisión. "No nos da tiempo a sacarlo hoy. Cada uno saca sus enmiendas y seguimos negociando", les dijo a Sumar.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, tuvo que intervenir ayer para exigir al PSOE que negocie de frente. Ante la presión de los grupos, la Mesa de la Comisión de Hacienda levantó el veto del Gobierno a las enmiendas incluidas en el informe de la ponencia, que seguirán debatiéndose el próximo lunes en la reunión de la Comisión. Si no hay avances, será el turno para que Yolanda Díaz y Pedro Sánchez intenten desatascar la negociación. "Vamos a pelear. Queremos que cada uno se retrate en la comisión y en el Pleno", indican fuentes de Sumar.
En Moncloa minimizan la presión y dan por descontado el apoyo de los partidos a la izquierda que ahora se oponen a la reforma fiscal. Para el Gobierno es fundamental sacar adelante estas subidas de impuestos, ya que forman parte del plan fiscal remitido a Bruselas, por el cual, los ajustes serán más leves. Estos recursos también serán fundamentales para los próximos presupuestos, ya que la propia inercia del gasto público se comerá todo el margen presupuestario del que dispone España el próximo año. Esto es, sin subidas de impuestos no hay espacio para realizar grandes anuncios de gasto.
"Las diferencias entre PNV y Bildu y ERC y Junts en materia fiscal son enormes"
El objetivo de Moncloa ahora es que la subida de impuestos quede aprobada a mediados de noviembre —se prevé que sea en el pleno del 14 de noviembre— para su entrada en vigor en enero. A continuación, pretende centrarse de lleno en la negociación de la senda de estabilidad, que seguramente se deje para después del congreso de ERC, es decir, para diciembre. Tras ello, será el turno de los propios Presupuestos, que acumulan un retraso notable, y para los que Sánchez ha pedido un apoyo mayoritario de la Cámara, vinculándolos políticamente con el plan de reconstrucción de Valencia.
La reforma fiscal del Gobierno va camino de encallar por la división del propio Gobierno. El PSOE priorizó la semana pasada el acuerdo político con Junts y el PNV y relegó a sus aliados de la izquierda, incluido Sumar, a la última fase de negociación, que ahora está estancada. La formación de Yolanda Díaz montó ayer en cólera ante el intento de Hacienda de laminar sus enmiendas en la reunión de la ponencia parlamentaria en el Congreso, que fue breve pero tensa. Sumar dejó claro a su socio de coalición que debe cumplir con lo firmado en su pacto y convertir en permanente el impuesto a la banca y a las energéticas. Sin negociación a la izquierda, no habrá paquete fiscal que acompañe a los Presupuestos, avisan ya desde Podemos.
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